jueves, 7 de noviembre de 2019

ECO.50 ÉRASE UNA VEZ LA VIDA

Érase una vez la Vida, por Nuria Llerena

¿Alguna vez os habéis planteado que la vida, la de cada uno, es como un cuento? Todo empieza con la primera respiración, ese aliento que hincha nuestros pulmones y nos da la vida. Desde ese momento, no paramos de aprender, de experimentar y durante todos los años que vivimos vamos descubriendo nuevos lugares o personas, adquiriendo conocimiento y experiencia que nos va configurando tal y como somos. 

A veces, miro hacia atrás y me parece que no he vivido una vida, sino muchas, porque en ella se han ido desarrollando las diferentes tramas y han ido apareciendo “personajes” distintos que me han acompañado por un tiempo, a veces corto, otras largo.

Durante muchos años pensé que ni yo ni nadie podía cambiar su forma de ser, es decir, pensaba que cada persona nacía con unos rasgos de personalidad determinados y que las interacciones y la educación recibida durante la infancia y adolescencia lo iban configurando tal y como era, convirtiéndose en algo inamovible. 

Ahora opino que estaba equivocada, que todos podemos cambiar, solo si somos conscientes de todo aquello que pone limitaciones en nuestra vida (nuestro mal humor, impaciencia, miedos…) y siempre que deseemos hacerlo. 

Durante todos los años que vivimos vamos cambiando, cada uno a su forma y es normal que no pensemos como lo hacíamos antes, que nuestra forma de comportamiento sea diferente.

En el mundo en el que vivimos, desde pequeños nos van inculcando que todo es cuestión de azar, que no depende de nosotros cómo nos vaya, que solo es cuestión de buena o mala suerte. Pero da la casualidad que, si nos paramos a mirar las vidas de las personas a las que aparentemente les va bien, suelen estar protagonizadas por personas despiertas, que continúan explorando, tanto dentro de sí mismos como en el exterior y que deciden aumentar su calidad de vida, haciendo aquello que les aporta paz, salud, bienestar. 

Está en nuestras manos no dejar de aprender, seguir ejercitándonos física e intelectualmente para llegar a mayores en las mejores condiciones posibles.

Cuando empezó nuestra historia, la de cada uno, por desgracia no recibimos el manual de instrucciones. Lo más importante y difícil que hacemos curiosamente viene sin hoja de ruta; pero con el tiempo, y si somos lo suficientemente observadores, nos daremos cuenta que para estar bien, para ser felices hemos de aprender a disfrutar de las pequeñas cosas que la vida nos regala a diario. Realmente, solo estamos de viaje, no somos de aquí, vinimos con un soplo del universo, convertidos en polvo de estrellas, por lo que todo lo que “tenemos” no es nuestro, solo está en nuestra vida para que lo disfrutemos y cuando nos vayamos aquí se quedará. Esto nos da la clave, nos ayuda a hacernos conscientes de que todo es un regalo para que las pérdidas que vamos sufriendo en la vida nos las tomemos, ¿como diría yo…? Con más deportividad. 

Y en cada día regalado podemos descubrir que no hay ni un día igual, que el cielo siempre muestra un espectáculo diferente, que no hay un grano de arena en la playa que se repita, que no hay una persona en la tierra idéntica a otra….

Como conclusión y citando a Elsa Punset en su libro “Una Mochila para el Universo” (os lo recomiendo) “Cada persona es un pequeño milagro de la naturaleza y eso hay que celebrarlo cada día. ¡No lo dejes para mañana!

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