El 11 de diciembre de 2017 conocí La Azohía. Acompañaba a mi cuñada a su
paraíso, como ella suele decir. Y después de comer en el porche de su casa a 25
grados, un rato después, vi el atardecer más bonito que jamás había visto. Así
que, comprendí que, a ese rinconín de
la gran bahía de Mazarrón, ella le llamara “mi paraíso”. Y pensé: “este
sitio es mágico”. Al día siguiente, hubo una tempestad que trajo a la orilla
una especie de pez enorme y estrelló un catamarán contra las rocas. Pero esa
misma tarde salió el sol. Y el atardecer fue aún más bonito. Así que, como ella
vive allí todo el año y va a Madrid de vez en cuando, decidí que sería el sitio
ideal para vivir. Excepto los meses de Julio y Agosto. Soy del norte y ése no
lo pierdo jamás. Y hace menos calor que en esa costa cálida.
Así que, casualmente, vi una casa que se vendía. Llamé por teléfono y una
señora encantadora vino de Cartagena esa tarde a enseñármela. Me encantó. Tenía
sitio para mis hijos y nietos; y todo salió perfecto.
Mi hermano me acompañó el día que el camión de la mudanza llegó y descargó
allí 127 cajas. Hicimos lo que pudimos en dos días. Era el puente del Pilar. Dejamos
todo dentro y así quedó hasta el 11:de noviembre, que me fui yo sola y acabé de
ordenar, colocar, regalar algún mueble que no me cabía… Una verdadera paliza, que
la ilusión hizo que no lo notara. Los libros, que eran muchos, los tenía en
cajas. Me informaron de vuestra Asociación para llevarlos y así lo hice.
Fue para mí lo mejor que me pasó. ¡¡¡Conoceros!!!! Qué gente tan
encantadora y con ganas de ayudarme en todo lo que necesitaba al principio.
Yo no iba en las mejores condiciones. Hacia un año que había muerto mi
marido. Y tuve problemas con un hermano de él. En fin, cosas que pasan y que
parecen increíbles. Allí ya, con todos vosotros hice gimnasia, excursiones, senderismo,
cine-forum, etc. Estaba feliz.
Pero llegó el 20 de diciembre y me fui para Madrid con Christiane, mi
cuñada, a pasar la Navidad en familia. ¡Y fue tan emotivo ver a mis nietos!
Todos me quieren mucho; es recíproco, Fueron momentos tan intensos que, al
volver después de Reyes, les empecé a echar de menos; ¡Muchísimo! Vinieron unos
días muy feos: el mar, el viento, dejé de fumar… En La Azohía no es fácil
comprar. Por allí cerca sólo hay un estanco de una señora mayor que vende lo
que le queda. En fin, aproveché la circunstancia para dejarlo. Pero empecé a no
dormir, a perder el apetito, a adelgazar... En mes y medio 11 kgs.
Me empecé a preocupar. Y pensé que necesitaba estar cerca de mis hijos, que
podría pasarme algo. Cuarenta y cinco días sin dormir es una barbaridad. Así
que, el 25 de febrero me santigüé, le recé a San Cristóbal y salí para Madrid. Lo
primero que me citaron fue el tema del trastorno del sueño. Poco a poco fui
comiendo con algo de apetito, no mucho.
El 22 de junio me vine a Laredo. Es la playa de mi vida; cuarenta y ocho veranos
seguidos. Aquí estoy en casa; fue llegar y ese peso que se tiene en el pecho
cuando estás con depresión me desapareció. Fue como un milagro... Laredo para
mí es el sitio donde he sido más feliz. Los mejores años de mi vida y mis
mejores recuerdos están aquí. Eduardo, en lo poco que podía, nos dio un tiempo
de oro. Sus vacaciones. Sabía desconectar de maravilla. Y a mi hija mayor la
traje con mes y medio. En fin, Laredo es mi casa. Y aquí me he recuperado
totalmente. Gracias a Dios, a mi médico y mi gran voluntad.
La depresión es lo peor que me ha pasado en mi vida. No se la deseo a
nadie. Perder la vitalidad estando viva. ¡Es horrible, tienes que poner de tu
parte todo!
Ahora estoy deseando volver reconciliarme con ese paraíso y veros a todos
mis amigos. Y pasar unos días ahí, antes de vender la casa. Mis hijos ya me han
dicho que ellos no irían casi nunca, ya que todos sus amigos y los de sus hijos
están aquí en verano. Así que, si no vamos nadie en verano, yo tampoco en
invierno. Después de pensarlo bien, he decidido venderla. Pagar todo el año los
gastos fijos... Con Laredo ya tengo bastante. Y alquilarla no quiero. Si
viviera en Cartagena o Murcia, quizás. Pero viviendo en Madrid... no quiero.
Podría pasar cualquier cosa en cinco horitas de coche.
Pero estoy ilusionada con ir ahora en septiembre. Y bañarme en ese
Mediterráneo calentito que ni siquiera pisé.
Lo mejor de haber ido por ahí a vivir fue conocer a unas personas
estupendas, todos vosotros. Tan cariñosos y dispuestos a echar una mano en
todo. Y las risas. Y el cine. Eso ha sido lo mejor de esta historia. Y volveré
en otoño o primavera. A veros y hacer alguna cosa con vosotros…, aunque sea
gimnasia. ¡¡¡O ganchillo!!!
Yo estuve mal unos meses; pero eso se olvida rápido... y me quedo con lo
bueno, mis amigos cartageneros y hasta un paisanin…
Antonio.... Al que tengo que dar las gracias por muchos y buenos consejos.
Así que nada, fue una equivocación. Además, el que no
se arriesga…, no cruza la mar.
Os quiero. Azohieros.
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