Estos días estamos sorprendidos
por las informaciones que nos llegan a través de los medios de comunicación de
la magnitud y gravedad de una enfermedad que se trasmite a través de los
alimentos, llamada "listeriosis",
y nos preguntamos ¿a quién puede afectar?, ¿cuál es su gravedad?, ¿estamos
protegida de ella?, ¿cómo podemos prevenirla? Estas preguntas también han sido
contestadas por los medios de comunicación, haciendo una labor informativa y
formativa de los usuarios. No obstante, vamos a dar unas pinceladas sobre esta
cuestión.
La listeriosis es una enfermedad
transmitida por alimentos causada por la listeria monocytogenes, una bacteria
que está presente en la tierra y el agua y puede encontrarse en gran variedad
de alimentos crudos, así como en alimentos procesados y hechos con leche no
pasteurizada. La diferencia de la listeria con otros gérmenes se debe a que
puede crecer incluso dentro de un refrigerador a temperaturas frías.
¿Quién puede
contraerla?
Cualquiera puede contraer la
enfermedad. Pero es más probable que afecte a las mujeres embarazadas, fetos,
personas de edad avanzada y personas con el sistema inmunitario debilitado,
bien porque tengan una enfermedad que afecte al sistema inmunitario o porque
estén tomando algún fármaco inmunosupresor.
¿Qué síntomas tiene
una persona infectada?
Los síntomas de las personas que
han estado expuestas a esta bacteria suelen aparecer días o incluso semanas
después de su exposición y son similares a un estado gripal: fiebre,
escalofríos, dolores musculares, náuseas, y diarrea o malestar estomacal. Por
ello, muchas veces no se diagnostica, solo se diagnostica cuando en las
personas más débiles, la infección se propaga al sistema nervioso y aparecen
síntomas como dolor de cabeza, cuello rígido, confusión, pérdida del equilibrio
o convulsiones, y necesitan atención médica más intensa. También, otro
colectivo vulnerable son las embarazadas, que, aunque ellas se infesten y no
manifiesten sintomatología, a través de la placenta pasa la bacteria al feto y
puede producir partos prematuros, recién nacidos de bajo peso o el aborto.
¿Qué podemos hacer
para reducir el riesgo?
- Consumir lo antes posible los alimentos precocinados y las comidas listas para comer.
- Evitar la leche y los productos lácteos sin pasteurizar.
- Calentar los alimentos listos para consumir y las sobras hasta que comience a eliminar vapor.
- Lavar las frutas frescas y las verduras.
- Evitar las carnes (patés de carne) y pescados ahumados poco cocidos (salmón, truchas).
- Mantener el refrigerador a una temperatura de (4 °C) o menos. Es importante mantener el refrigerador a una temperatura de 4 °C o menos porque la listeria crece en el refrigerador, y crece más rápido a temperaturas de refrigeración superiores a 4 °C. Y cuanto más tiempo permanezcan en el refrigerador los alimentos refrigerados listos para consumir, más tiempo tiene la listeria para crecer.
- Limpiar el refrigerador con regularidad, sobre todo limpie inmediatamente cualquier derrame. Esto es especialmente importante, para que la listeria no tenga un lugar donde crecer y propagarse a otros alimentos; la listeria presente en los alimentos refrigerados puede propagarse a otros alimentos no contaminados.
¿Qué hace el sistema
sanitario?
Bueno, si analizamos todos los
mecanismos que están establecidos para garantizar la seguridad de los
alimentos:
- Trazabilidad de los alimentos, vigilando el proceso de producción, en el caso de los animales: el hábitat, la alimentación (pienso) y vigilancia de la salud animal.
- En la industria de manufacturación, inspeccionando el proceso de elaboración, muestreando productos, vigilando la higiene de la maquinaria y trabajadores y almacenaje.
- En la distribución, vigilando e inspeccionando los vehículos y control térmico.
- En la venta minorista, inspeccionando la higiene del establecimiento y trabajadores, almacenaje y conservación de los productos.
- Exigir formación del personal y un programa de autocontrol de seguridad alimentaria.
- Se puede decir que el riesgo es mínimo y se detectaría rápidamente. Pero en la práctica, desgraciadamente, no es así, y se producen intoxicaciones alimentarias bien por la voracidad empresarial y la falta cumplimiento de normas por el empresario, la relajación en las practicas higiénicas de los trabajadores y usuarios, o la falta de control de la administración sanitaria o por todas juntas. Esto hace que estemos expuestos a intoxicaciones como ésta periódicamente, unas veces diagnosticadas y otras, no.
No obstante, debemos estar
tranquilos, porque nuestro sistema sanitario está en la vanguardia en el
control de la higiene y seguridad alimentaria. Solamente, la picaresca y falta
de escrúpulos empresarial y la relajación de las inspecciones de la
administración y la falta de higiene de los trabajadores y usuarios de los
alimentos hace que estemos expuestos a estos riesgos.
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