lunes, 26 de septiembre de 2022

ECO.68 TEATRO EN MAZARRÓN: "EL DESMORONAMIENTO DE LA TERNURA"

Teatro en Mazarrón: "El Desmoronamiento de la Ternura", por Paco Acosta 


La función, se incluyó dentro de la amplia oferta veraniega del Ayuntamiento de Mazarrón, -denominada genéricamente Mares de Papel, Festival de Festivales.

Y gracias a la buena promoción de los eventos englobados bajo Mares de Papel, el público respondió con interés y en la noche del domingo 28 de agosto, acudió hasta casi completar el aforo del Mirador de Bahía en el Cabezo de la Reya. ¡Un verdadero éxito de público!

Sin embargo tengo la impresión que la obra “El desmoronamiento de la ternura” no gustó.

En la reducida reseña del folleto promocional se indicaba que el texto, de Luisma Soriano -dramaturgo murciano-, había resultado ganador del premio Born 2021 – concedido por el Cercle Artístic de Ciutadella de Menorca-, y esto contribuyó a que el público “llegase con unas expectativas” que no vio satisfechas con la representación. ¿Porqué?

En mi opinión es una obra difícil, no de entender en el desarrollo de las escenas, sino de seguir su trasfondo. El espectador percibe las “sucesivas escenas” y las entiende, pero no distingue una trama que las aglutine y dé sentido al conjunto. Además, sobre todo en la primera parte, el protagonista tiene unos párrafos complejos, largos, excesivamente largos. Pensados, para “poner a prueba” su memoria de buen actor, pero que contribuyen a “dispersar” la secuencia y su seguimiento por los espectadores.

No obstante, la obra tuvo sus momentos de dramatismo, muy bien llevados por los intérpretes; y también ritmo y dinamismo cuando la situación lo precisaba. Y posiblemente este contraste también haya contribuido a la “dispersión” de gran parte de los espectadores.



El montaje de la obra en el Mirador de Bahía, corrió a cargo de Teatro de la Madrugada y Compañía Ferroviaria. Resultó una escenografía sencilla, realizada básicamente con elementos “chocantes” para el público (unos grandes marcos iluminados, que lo mismo representaban puertas, que asociados entre sí componían un autobús; unas “piscinas infantiles” hinchables, que según la escena puestos en vertical servían para representar una recepción de hotel, o todos juntos en el suelo daban a entender que los protagonistas se encontraban en una piscina, o colocados con el fondo hacia arriba, simulaban una cama…).



Los actores se mueven con soltura por el escenario, realizan los movimientos de tramoya, transforman con rapidez la escenografía de los cuadros y con sus cambios de vestuario son los artífices, junto con los efectos de la iluminación, de la presentación de las escenas. Se les nota “profesionalidad” y preparación.

En definitiva, una obra que “no llegó” plenamente a los espectadores. Eso sí, estos aguantaron hasta el final y aplaudieron con intensidad el buen hacer de los actores. En el “pasillo de salida” los comentarios no eran favorables… Pocos comentaban la trama en sí. Todo lo más hablaban de la “utilidad” de los recursos escénicos…

El fallo -a mi entender- estriba en incluir la programación de una obra así en un entorno veraniego, donde parece ser más adecuada la inclusión de una obra ligera, más sencilla.

















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