lunes, 26 de septiembre de 2022

ECO.68 REFLEXIONES

Reflexiones, por A.F.García

En el número 64 de esta revista, primera del año en curso, inician su andadura una serie de artículos o trabajos específicos del Doctor Juan M. Ortiz sobre el campo de la genética. Me he tomado el trabajo, placentero por supuesto, de leerlos detenidamente y apreciar la línea de conexión que los une avanzando en profundidad y concreción.

No es mi deseo entrar a debatir con el Doctor Ortiz sobre tal materia, como profano que soy, y me limito a leerlo con interés y aprecio.

Me permitiré, si este Doctor no se opone, servirme de su admirable trabajo para mis consideraciones o reflexiones humanistas, incluso cristianas.

Su trabajo y divulgación nos ayuda e impulsa a abrir nuestra mente, que se cree con autoridad para corregir al Creador cuando solo admite la dualidad hombre-mujer como humanos vivientes.

La sabia Naturaleza o Aquél por quien existimos, nos movemos y somos con su Amor, Sabiduría y Poder le ha placido hacernos diferentes: hombres-hombres, mujeres-mujeres, intersex, TRANSgénero, diversos… TODOS, sin excepción, somos seres humanos, personas, sujetos de derechos. Por todo lo cual Todos debemos aceptarnos a todos, empezando por aceptarnos a nosotros mismos.

Ni deseo ni me corresponde opinar sobre el cambio de sexo. Sólo sugiero que sea una decisión personal, del sujeto convencido, sin presiones desde su entorno ni desde fuera.

Desde mi punto de vista humano y cristiano, me atrevo a sugerir la aceptación y la autoestima: hombre, mujer o lo que tú te consideres, tú vales mucho a los ojos, eres diferente pero no inferior; piensa en todo lo que te gusta hacer y aplícate con ahínco en ello. Piensa en los minusválidos que se preparan para las olimpiadas. Piensa y siente que no sobras, que eres necesaria allí donde vives o su entorno.

Siempre puedes hacer algo con tu mente, tu imaginación, tus manos, tus pies.

¿No tienes en tu entorno alguien a quien puedes ayudar, que te necesita? Hazlo, con naturalidad, como quien disfruta con ello.

Teresa de Calcuta comentaba “cuando no tengo que dar a una persona le doy una sonrisa”.

Si eres creyente como yo, recuerda este texto que a mí me ayudó mucho en momentos bajos:

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt,11,28-30).

Escucha joven, quien seas, acéptate y acepta a los demás; somos diferentes, personas distintas; pero todos iguales en derechos.


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