jueves, 7 de noviembre de 2019

ECO.50 SUPER-EGOS

SUPER-EGOS, por A.F.García

Utilizo esta expresión, y no supermans o superhombres, para referirme a los líderes, masculinos o femeninos, que nos gobiernan. Perdonen esta dura expresión en un hombre de a pie, gris como yo, pero soy uno de los miles o millones de españoles a los que les duele nuestra España y no tenemos, ni deseamos tener, más arma que la palabra.

Lo más importante para ellos, tal como hablan y actúan, no me atrevo a hablar de lo que piensan o sienten, no es que haya un gobierno en España sino que no sea este o aquel partido, este o aquel líder, es decir, el interés del partido o del personaje, para el caso es lo mismo, se pone por delante de los intereses de todos los españoles. Por eso, cuando les oímos hablar, donde más calor ponen no es en el paro, la pérdida del poder adquisitivo, los desahucios, la pobreza de millones de personas, sino en que no gobierne este o aquel partido, este o aquel líder. Se echa en falta el debido y necesario sentido de Estado.

Se da la sensación de estar retrocediendo decenios, a un periodo preconstitucional: algunos desconocen la forma del Estado constitucional; otros, la división de poderes y las diferentes instituciones; algún otro, su referente en Europa; la mayoría, los derechos constitucionales básicos de los ciudadanos. No sé, al fin, si éstos no se saben o se pasa de ellos. Otra cosa, ¿alguien pretende gobernar una España sin los 47 millones de españoles porque no caben en su rígida cabeza?

Ha habido una renovación en todos los partidos; pero se ha llevado a cabo de manera muy intransigente, sin ninguna consideración al que se situó del otro lado, rival o disidente. Se ha visto casi como una purga en los grandes partidos a nivel estatal.

Uno puede sentirse orgulloso de nuestra historia, de nuestras aportaciones culturales, de nuestros éxitos en los distintos deportes, de nuestra solidaridad con conocidos y desconocidos, de los miles de personas que ayudan a necesitados dentro y fuera de nuestro país, de nuestra capacidad integradora hacia quienes vienen a vivir entre nosotros…

Sin embargo, uno no llega sentirse orgulloso de nuestros líderes políticos. Diría incluso que son un mal ejemplo para el ciudadano normal. Son más bien un mal ejemplo en cuanto a respetar adecuadamente las instituciones, en cumplir y hacer cumplir las leyes. ¿No juran algo así?

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