Historias del Cantón Murciano: Cómo vieron los británicos la Revolución Cantonal, por Paco Acosta
En esta serie de artículos ya se ha comentado que la armada inglesa del mediterráneo (la Mediterranean Flying Fleet), en estrecha colaboración con el buque prusiano Friedrich Carl, fueron los que tuvieron una intervención más directa en todo el proceso bélico -en este caso naval- que se produjo con la revolución cantonal.
Además de la participación activa habría que considerar también la participación diplomática de las potencias extranjeras, que vieron con preocupación lo que ocurría en el Cantón murciano, y mandaron buques a la zona con el interés básico de “defender a sus ciudadanos” residentes en las zonas afectadas. En este caso Francia representó la potencia extranjera que hizo valer sus influencias para evitar en lo posible que el conflicto dejara excesivas secuelas. Su acogimiento a los líderes cantonales en Orán cuando huyeron a poco de finalizar la aventura cantonal, es una buena muestra de la eficacia de la diplomacia francesa.
La información sobre la Revolución Cantonal llegó a la prensa internacional, básicamente a través de enviados especiales -periodistas- que llegaron a Cartagena, donde se les permitió que se movieran con cierta libertad. Estos corresponsales enviaban sus crónicas vía telegráfica. Hay que señalar que no se permitió el acceso a Cartagena a los periodistas nacionales, y la prensa nacional se nutrió de “corresponsales ocasionales”.
En esta doble vertiente, bélica y
diplomática, el Cantón Murciano tuvo una “cierta presencia” en la prensa de
estos países, ya que los periodistas (en especial los británicos) contaron a
sus lectores los acontecimientos que se vivían en Cartagena. En general todos
los periódicos de las principales capitales publicaron noticias sobre la
sublevación, sitio y bombardeo de Cartagena, Pero, sobre todo hay que reseñar
lo que se publicó en el prestigioso diario londinense “The Times”, que,
en los 6 meses que duró el Cantón Murciano, llegó a publicar hasta 72 crónicas
de sus “corresponsales de guerra”.
Por lo general estos artículos van “aderezados” de un sentimiento contrario a los sublevados, lo que se pone de manifiesto en el titular “Los intransigentes de Cartagena”, con el que presentaban algunas de sus crónicas. Uno de los corresponsales escribe en un artículo “No tengo simpatía a la causa Intransigente, pero escribiendo para lectores ingleses no tengo la intención de decir sino la verdad cuando tengo acceso a ella, no siempre cosa fácil”.
La mayor parte de estas crónicas recogen narraciones de los hechos de guerra: el bombardeo de Almería y Alicante, la captura del buque cantonal Vigilante tras el decreto de piratería emitido por el gobierno central, y especialmente el apresamiento de las fragatas Victoria y Almansa tras la incursión a Málaga, su posterior devolución en Gibraltar y otros hechos de índole similar, en los que, por lo general, estaban involucrados o bien los buques ingleses o las ciudades en las que había una importante colonia de ciudadanos británicos que podían verse afectados.
Otro tema interesante se deja entrever en estas crónicas. Se trata de las muy numerosas “gestiones y negociaciones” que tuvieron lugar tanto para impedir mayores consecuencias en los enfrentamientos armados, como para evitarlos. Lógicamente estas negociaciones diplomáticas (por lo general a cargo de los comandantes de los buques involucrados) se narran desde el punto de vista de los delegados ingleses, y haciendo hincapié en el buen hacer de la diplomacia británica.
Para finalizar, habría que mencionar algunos “piropos” hacia los cantonales que aparecen en los artículos. Así se muestra en algunos párrafos.
“Las tiendas están todas abiertas; los campesinos acuden a lugar próximo a la ciudad, como ocurre ordinariamente con motivo del mercado, pero quedan sorprendidos por el poco número de compradores. Lo más extraño de todo, tan extraño que parece increíble, es que la mitad aproximadamente de los negocios en gran escala todavía continúan. Siguen cobrándose los derechos de aduana, y por los mismos oficiales, que se mantienen en sus puestos, y en comunicación con sus jefes en Madrid hasta ayer que se suspendió la comunicación por ferrocarril. Menciono este hecho del cobro de aduana debido a que en Madrid, nosotros siempre pensábamos que si los intransigentes se adueñaban de un puerto, quedarían drásticamente suprimidos todos los impuestos".
“Extraña
como ha sido la revolución de Cartagena en muchos aspectos, no ha habido en mi
opinión, más rasgos extravagantes que su completa libertad en el desorden y
anarquía. El Gobierno o Junta compuesto principalmente por hombres de condición
humilde, como tratadistas, pequeños propietarios y artesanos, han sido bastante
noveles para su trabajo y tienen que gobernar, en un molesto y crítico momento,
a un pueblo necesitado, casi cada miembro de los cuales tiene derecho a
considerarse tan bueno como sus gobernantes”.
“La
propiedad ha sido secuestrada por el Gobierno a su antojo, pero el secuestro se
ha hecho con estrictas formalidades y ha tenido para su justificación las
severas necesidades de la guerra”.
“Por lo que
se refiere a crímenes comunes, estoy seguro por aquellos observadores neutrales
e imparciales no españoles que han conocido Cartagena, que eran más frecuentes
en los días de paz cuando el grupo del orden estaba en el poder, que durante
dos meses o así después de que estallara la revolución”.
“He estado
hablando de lo que acontece puertas adentro de Cartagena, pero podría haber
dicho que, incluso en sus expediciones piratas a otras ciudades, las bandas
intransigentes, por lo que sé, se abstienen de todo provecho propio…”.
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