DISFRUTANDO
DE LA HUERTA EN PRIMAVERA, por A.F. García
Fue el 18 de marzo, acaso con un
poco de retraso en una primavera que se adelantaba; pero, como dice el refrán,
nunca es tarde si la dicha es buena. Los adelantos técnicos en la Huerta de
nuestra Región permiten graduar de manera escalonada las distintas
variedades de melocotón, especialmente las
cuatro más conocidas en el mercado. Eso nos ha permitido ver algunos árboles en
floración y otros con el fruto en fase desarrollo.
El guía, Jose Antonio Gázquez, es ya
un viejo conocido en nuestras visitas y, aunque nunca hemos tenido queja, hemos
de reconocer que se va perfeccionando y en esta ocasión se superó a sí mismo.
Después de la habitual parada de llegada a tomar el café y pasar al aseo, nos
metió de lleno en la Huerta; el suelo aún embarraba nuestro calzado de lluvias
recientes y el ambiente primaveral se presentaba espléndido. Como un buen
maestro el guía nos forzaba a prestar atención lanzando preguntas.
Desde que empiezan a aparecer la
yemas previas a la flor hasta la formación del fruto el hortelano tiene que
aplicar tres o cuatro medidas de protección del futuro fruto y después, hasta
la recolección, otras tantas.
Aparte, tiene que aplicar otras, de tipo
mecánico para protección de los bruscos descensos
de temperatura, las heladas: quemar rastrojos, cubrir con plásticos…; el más
reciente, y acaso más eficaz, es efecto de iglú. Se pulveriza agua sobre los
árboles floridos; esta agua se congela en torno a la flor evitando una
temperatura inferior a 0 grados. Otra labor es reducir la masa de floración
para que siendo menos las piezas frutales se desarrollan. No olvidemos la poda,
dirigida a producir más fruto y recogerlo más cómodamente.
Todo esto no garantiza la cosecha al
cien por cien. Eso, sí; cada año hacen más labores mecanizadas y ahorran más
mano de obra.
Nuestro almuerzo campero, en medio
de los frutales, a base fundamentalmente de productos de la huerta, enriquecido
con algún fiambre más consistente, sin que faltara un porrón de buen caldo en
cada mesa, colmó la mañana con su tinte más bucólico. La familia-empresa que lo
había preparado dio muestras de su capacidad, buen gusto y voluntad de agradar
y satisfacer, casi a la vez, a cerca de un centenar de participantes. El pipirrana, en su punto,
era, entre todos los productos de la Huerta, el bocado preferido de algunos.
En el museo, por la mañana, y en el
poblado de Siyassa, por la tarde, pudimos ahondar en el conocimiento de lo que
eran el hogar y los musulmanes de esta tierra.
Un día colmado de sabores finalizó
en una mansión musulmana en restauración, acomodados en el suelo, sobre
impecables alfombras con la sesión del té muy bien acompañado de exquisitos y
variados dulces marroquíes. Son tres los tés, que corresponden a tres momentos,
situaciones o deseos: un primer té, amargo como la vida; un segundo té, dulce
como el amor; y un tercero, suave como la muerte. ¡Para repetirla algún año
más!.
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