viernes, 3 de mayo de 2024

ECO.78 ASALTOS A PARLAMENTOS (III)

Asaltos a Parlamentos (III), por Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui

(continuación)

 

Hay claros ejemplos de que esos rasgos comunes conforman un patrón, aunque todo puede variar y quizá el rasgo diferenciador sea si su planificación y ejecución provienen directamente de una institución del Estado (Yeltsin, Rusia, septiembre 1993) o de una tropa insurrecta que espera que el poder se sume a su golpe (febrero 1981, España).

Hay también otra modalidad: los intentos fallidos. Entre ellos, últimamente, el de un grupo de la extrema derecha en Alemania (comienzos de diciembre de 2022), que tenía pensado emplear “medios militares” para asaltar el Bundestag. Entre los detenidos (en 11 de los 16 Estados federados) hay una ex diputada del partido Alternativ für Deutschland que era juez. Tras ello, amén de personalidades de otras tendencias, se esconde una organización que no acata el Parlamento: Ciudadanos del Reich o “Reichsbürger”.

El propio día en que se divulgaba esa noticia (8 de diciembre de 2022) en Perú era derrocado el Presidente Pedro Castillo después de haber intentado sin éxito decretar un Gobierno de excepción con disolución de la Cámara, el Congreso. Su mandato, al frente de un Gobierno de izquierda, ha durado un año, pues fue elegido en 2021. En su planteamiento, esta operación, ideada por Castillo, se asemejaba a la intentada por Fujimori en 1992. En todo caso, hay aquí dos importantes lecciones:

1ª el prestigio del Parlamento, a pesar de las “crisis” y de las ideologías que propugnan su disolución o conversión en algo distinto y no como fruto de la democracia directa/representativa.

2ª que en ese caso ha sido el propio Parlamento quien por votación ha derrocado a quien pretendía disolverlo. Golpes y contragolpes. ¿No es, así, todavía más claro que resulta difícil atinar con la taxonomía y la etiología de los asaltos a las Cámaras legislativas?

Dice Nicolás Pérez Serrano16 que a veces el Golpe de Estado es considerado una subespecie del género “revolución” y otras como modalidad de la dictadura. “Constituye un suceso político que modifica violenta, brusca e ilegalmente el régimen jurídico establecido y cuyo agente no es el Pueblo sino la Autoridad, depositaria del Poder”. Es una “revolución hecha por los imperantes”, que se “apartan de la legalidad y alteran perentoriamente las instituciones fundamentales. El signo patognómico radica en ser los titulares del poder los que lo esgrimen y utilizan para derrocar la estructura a que servían”. La tendencia a que responde es conservadora o reaccionaria. Es “materia radicalmente desconectada del fallo jurídico, toca a la Historia y a la Ética absolver o condenar, según sean en cada caso los propósitos que se perseguían y los resultados que se lograron”.

Subrayaré en todo caso esa feliz expresión: estamos ante suceso patognómico. Poco más hay que decir, pues así cobran sentido, a la vez, todos los posibles contenidos de lo que es análisis taxonómico del fenómeno y busca etiológica de sus causas.

En un artículo reciente la prensa ponía de relieve que el levantamiento insurgente contra el pacto democrático instigado por los partidarios de Jair Bolsonaro ya se había intentado sin éxito en Washington. Pero también en Alemania, en diciembre de 2022, cuando sus servicios de inteligencia frenaron a un conglomerado de funcionarios de extrema derecha y miembros retirados de las fuerzas de seguridad que pretendían ocupar lugares de poder institucional para derrocar a la república. La sucesión reciente de estos asaltos obedece a lógicas muy similares: la manipulación de los seguidores con realidades alternativas a través de las redes sociales; la inoculación en la opinión pública de la sospecha de elecciones robadas y la deslegitimación del adversario político a través de medios de comunicación o incluso de tribunales, junto al desprestigio sistemático de las instancias electorales que se pronuncian sobre los resultados de los comicios17.

 

B. Ejemplos paradigmáticos.

La relación no deja de ser proteica. Tampoco ha dejado de crecer. Echemos un vistazo a casos más o menos conocidos.

1. La Conspiración de la Pólvora (The Gunpowder Plot) de 1605.

Entre los que reseña la historia menos reciente el más claro es el episodio acaecido en 1605. Se conoce como La conspiración de la pólvora. Conspiraron los católicos en Londres contra el rey Jacobo I. Su pretensión era hacer volar al Monarca y a cuantos lo acompañasen en la sesión parlamentaria del 5 de noviembre. El complot, no obstante, se descubrió y fracasó así la intentona golpista gracias a un soplón arrepentido, que puso sobre aviso a uno de los que iban a asistir a la sesión. Ello permitió detener in situ a quien estaba al cuidado de la pólvora, Guy Fawkes, oculto en los sótanos del Palacio de Westminster, y al que no dio tiempo a hacer detonar los treinta barriles de pólvora que habían logrado almacenar los conjurados. Muerte cruel esperaba a los conspiradores, que fueron torturados, ahorcados, arrastrados y hasta descuartizados. Cuentan algunos que quedan residuales ritos que rememoran el suceso, pues siguen encendiéndose teas u hogueras en esa noche del 5 de noviembre para celebrar el fracaso de la trama en lo que se conoce como “la noche de la hoguera”. El método que emplearon los golpistas era una modalidad del butrón, pues la acumulación de barriles se realizó desde una casa aledaña al Parlamento. Fawkes había luchado como mercenario de los ejércitos españoles en Flandes. Y el Rey vivía casi obsesionado por la posibilidad de un atentado contra su persona, por lo que no era raro que vistiese ropajes muy acolchados, capaces de amortiguar una puñalada18. Con todo ello, además, se volvieron las tornas, pues esta conspiración produjo el nacimiento de un nuevo -añadido, diríamos mejor- sentimiento anticatólico, y a la par la reafirmación monárquica y anglicanista. Las narraciones de la época no pueden sino recordarme imágenes que viví en el Congreso la noche del 23F19: en el sótano del Parlamento británico había una antorcha y fósforos junto a una pila de leña y más de dos docenas de barriles de pólvora, dispuestos para acabar con el Rey y “todo el cuerpo del Estado”, dado que a la sesión -la segunda del Parlamento del reinado de Jacobo I- asistiría la clase política en pleno. Se trataba (diseñado por el dirigente Robert Catesby) de sustituir al Monarca, poner en su lugar a su hija Isabel y convencerla de que se convirtiese al catolicismo.

 

(continuará)

 

 

16 PÉREZ SERRANO, Nicolás, Golpe de Estado, parágrafo 327, dentro del Capítulo XXX. Situaciones de anomalía en la vida del Estado de su Tratado de Derecho Político, Civitas, 2ª edición, Madrid, 1984, pág. 420.

17 El País, 14 de enero de 2023, Democracias frágiles.

18 CARTWRIGHT, Mark, La conspiración de la pólvora, World History Encyclopedia, 2021.

19 Vid. mi libro El día en que Godzilla tomó el Congreso, Congreso de los Diputados, 2021, especialmente pág. 55.

 

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