sábado, 30 de septiembre de 2023

ECO.74 TEATRO EN MAZARRÓN: "MILES GLORIOSUS"

TEATRO EN MAZARRÓN: "MILES GLORIOSUS", por Paco Acosta

 


El pasado 27 de Agosto, dentro de la programación veraniega del Ayuntamiento de Mazarrón denominada Mares de Papel, y englobado en el VIII Festival de Teatro Rafael García Castillo, pudimos ver, en el siempre atractivo Mirador de Bahía, la función de teatro “Miles Gloriosus”, basada en la obra homónima de Plauto, y que tuvo como protagonista principal al conocido presentador de tv y actor, Carlos Sobera. 

El poderoso reclamo de Carlos Sobera hizo que la habitual y muy numerosa “cola para esperar que se abran las puertas” que durante todo el verano ha caracterizado los diferentes espectáculos encuadrados en Mares de papel, fuese mucho más concurrida el domingo 27. Así desde dos horas antes de la hora prevista de comienzo, ya hacían cola bastantes sufridos y pacientes espectadores, deseosos de aspirar a las sillas más próximas al escenario. Pero esta vez cuando lograron entrar en el recinto, los primeros se llevaron una fuerte desilusión. La organización tenía “reservadas y etiquetadas” cuatro filas de sillas, se supone que para ser ocupadas por autoridades y otros compromisos “oficiales” de la organización. La frustración fue “in crescendo”, cuando pocos minutos antes del comienzo, un buen número de estos “asientos reservados”, permanecían aún vacíos, y alguna que otra fila, de las reservadas, se estaba ocupando por familias completas con niños. El revuelo de los que llevaban más de dos horas a la espera de conseguir un buen sitio, desde donde poder “empaparse de la obra” y no perderse detalle, ahora veían con preocupación a unos niños, que aunque éstos no les iban a “tapar la visión” (son más bajitos), sí que no paraban de levantarse y alborotar, sin ser recriminados por sus progenitores…

Incluso a algún que otro de los que se sintieron perjudicados por lo de los asientos reservados, les oí comentar con ironía “esos se ve que pagan más impuestos que nosotros, y por eso les están guardando sitio… 

La función comenzó con retraso, casi media hora. Cosa normal porque esa tarde había rondado por Mazarrón un fuerte temporal de viento que además de forzar la retirada de algunas lonas que delimitaban el escenario, dificultó los ajustes previos de sonido -se hacen con una cierta antelación- y sobre todo, según comentó la organización (cuando un “propio” salió al escenario para “dar la cara” y justificar el retraso en comenzar), había impedido “montar el escenario tal como estaba planificado”, ya que el fuerte viento volcaba algunos elementos y tuvieron que prescindir de ellos. 

Cuando comenzó el espectáculo, un Carlos Sobera, muy engalanado -y muy en su papel de Miles soldado romano fanfarrón y mujeriego-, se metió al público en el bolsillo, al bajar del escenario y comenzar su parlamento entre las sillas. 

La obra es una comedia de enredo clásica, que pone en escena a un total de ocho intérpretes, entre los que destaca Ángel Pardo en el papel de Geta, criado del militar. Todos superaron con “oficio” las dificultades que les suponía el no contar con los elementos de tramoya a los que deben estar acostumbrados, (la obra está en gira durante este año 2023, e incluso ha sido representada en el teatro romano de Mérida), elementos que no pudieron tener en Mazarrón porque los tumbaba el viento.

 


Así pudimos ver a alguno de los personajes (al que le correspondía estar oculto tras una columna) cómo se agachaba para que su antagonista en la escena pudiera decir que allí no había nadie, o que no veía a nadie, ¡y eso que lo tenía enfrente, a unos pocos pasos! Pero esto lejos de incomodar al público, fue tolerado con humor; y lo mismo ocurrió con alguna que otra puerta que se abría por el viento, cuando se suponía debía de estar cerrada y atrancada. El público, entregado, aplaudió a rabiar al finalizar el espectáculo. 

No obstante, la profesionalidad de los intérpretes, y me figuro que también su “vergüenza torera”, hizo que antes de la retirada, Carlos Sobera nos dijera unas palabras ilustrándonos de algunas de las dificultades que habían sufrido al tener que hacer la representación en un entorno tan poco favorable, y que les habían forzado a improvisar acciones y parlamentos en distintos momentos de la función. 

Para terminar, un comentario personal. Los niños no dieron guerra durante la representación. Los más pequeños se durmieron enseguida (no es de extrañar pues la función comenzó casi a las 10 y media) y los otros supongo que al poco se concentraron en sus maquinitas…




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