sábado, 30 de septiembre de 2023

ECO.74 ¡BIENVENIDOS AL "IDIOCENO"!

¡BIENVENIDOS AL "IDIOCENO"!, por Mª Ángeles Bustillo / Ana Casado

El otro día tuve la suerte de encontrar este artículo de opinión con el que como geóloga y científica me identifico plenamente. Imposible de expresarlo mejor, os adjunto diferentes partes de él y os animo a que lo leáis (Mª Ángeles Bustillo).

Ana Casado / equipo de ciencia critica. Blog de eldiario.es, 3 de Julio 2023.

Ana Casado es Doctora en Astrofísica por la Universidad de Granada, y experta en transformación digital. En la actualidad escribe libros, artículos de divulgación científica, y ensayos.

Hace 20 años, el premio Nobel de Química Paul Crutzen propuso el nombre antropoceno, del griego anthropos, “humano”, para referir la época geológica actual caracterizada por una incidencia de la actividad humana en todos los grandes procesos planetarios, desde la productividad y el ciclo del carbono al ciclo del agua, a las tasas de erosión, a la pérdida de biodiversidad, a la proliferación global de microplásticos, y, por supuesto, al clima. Visto lo que estamos viendo, este nombre se ha quedado anticuado pues no refleja la deriva emprendida por los sapiens, decididos a negar la evidencia científica para culminar un disparatado suicidio colectivo. 

Creemos que un nuevo nombre de Idioceno define mucho mejor la realidad tal y como la hemos caricaturizado anteriormente, Idioceno, del griego idiotes. El idiota no es consciente de que viaja en una barca común y que, por mucho que se empeñe en subir a lo más alto del mástil, pisando las cabezas que tuviera que pisar, si la barca se hunde más le vale desarrollar branquias porque se ahogará con el resto de los viajeros.

Decía Santiago Ramón y Cajal que «una de las desdichas de nuestro país consiste, como se ha dicho hartas veces, en que el interés individual ignora el interés colectivo». Premio Nobel de medicina y uno de los más grandes intelectuales que ha dado nuestro país, Ramón y Cajal viene a decirnos que un país cuyos ciudadanos se dejan llevar por el egoísmo, que se comportan como unos idiotes, acaba convertido en un país de idiotas. En una desdicha, vamos. Pero la cosa no termina ahí, pues sabido es lo fácil que resulta manejar a la gente a través de una estrategia de la que ya hemos hablado en otras ocasiones: el empoderamiento de la ignorancia.

No hay nada más humano que la tendencia a escuchar aquello que queremos oír. A nadie le gustan las malas noticias, y menos cuando son realmente malas, lo que hace de la política del avestruz una táctica muy habitual. Pero superada la fase inicial de negación, cualquier persona adulta afronta la realidad tal y como le viene, abriendo bien los ojos para tratar de evitar o minimizar los golpes. Este ejercicio de madurez salta por los aires bajo la influencia de gentes sin escrúpulos que niegan las malas noticias persiguiendo sus propias agendas, para lo que apelan a toda una suerte de idioteces, conspiranoicas, bulos y falsedades, a la par que espolean el odio contra los que son portadores de las noticias. Nunca antes el mensajero, que en el caso que nos ocupa tan solo actúa en nombre de su conciencia, había sido tan odiado. Nunca antes la advertencia de que un escalón está roto y, si lo pisas, te puedes desplomar en el vacío, había sido motivo de todo tipo de improperios. Al empoderar la ignorancia se ha producido un insospechado efecto multiplicador de la idiotez, precipitándonos de bruces en el Idioceno.

Los depósitos de Escombreras constituyen un ejemplo de las grandes movilizaciones de rocas realizadas por el hombre, y ya formarían parte del Antropoceno


Ante la evidencia aplastante de que el equilibrio climático-ambiental del Sistema Tierra se está perdiendo (siete de los nueve umbrales planetarios que permiten la vida ya se han sobrepasado) con las terribles consecuencias que esto trae consigo, parecería que el único (y gigantesco) trabajo a hacer es buscar fórmulas, entre todos, para frenar la deriva y amortiguar los golpes. Estas fórmulas son de distintos tipos, tecnológicas, socioeconómicas, políticas, y también culturales. A nadie se le escapa que vivimos en una sociedad profundamente egoica cuyo principal valor es la ambición material, algo incompatible con la vida en un planeta finito de recursos limitados. Para ser eficaces en la búsqueda de soluciones es necesario abordar todos los aspectos, un trabajo tan descomunal que no hay tiempo que perder.

Pero hete aquí, ¡oh, sorpresa!, que se nos ha cruzado un problema que muchos, pecando de inocentes, no habíamos previsto: la pandemia de idiotez que sacude a Occidente, agitada por los intereses particulares de algunos. Precisamente los agitadores son los que más sorprenden, porque en general son gente inteligente y culta. Pero la experiencia demuestra que se puede ser muy inteligente, muy culto, y actuar de manera idiota.

Tenemos múltiples ejemplos entre esos personajes públicos que ya sea por 30 monedas de plata, o simplemente porque su EGO (nótense las mayúsculas) les mantiene secuestrado el sentido común y la decencia, utilizan su púlpito mediático para empujarnos hacia el abismo espoleando el negacionismo, o el “oportunismo energético”, que tanto da. Los unos niegan la evidencia científica del cambio climático, los otros predican el tecnicismo-mágico, no menos preocupante porque una cosa es apoyar la transformación tecnológica como un pilar fundamental para afrontar la situación, y otra completamente diferente postular, contraviniendo la física más elemental, que la tecnología es la varita del mago Merlín por lo que podemos relajarnos y disfrutar de una deliciosa taza de café con leche mientras continuamos…


Resumiendo ¿Qué es el Idioceno?

Época geológica del llamado planeta Tierra caracterizada por el comportamiento errático de una de sus especies, que está provocando un severo desequilibrio del planeta con terribles consecuencias para su componente más preciado: la biosfera. Los individuos de esta especie se han bautizado a sí mismos como “sapiens” desde el convencimiento de ser extraordinariamente listos, cénit absoluto del universo pensante, medida de todas las cosas, e imagen fidedigna de un Dios todopoderoso que es divino y hasta trino. Durante el idioceno los sapiens han puesto todo su empeño en culminar su gran obra maestra, autodestruirse, y están dispuestos a llevarse por delante todo lo que se anteponga en su camino.



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