Llevamos semanas de campaña, meses y años
diría yo. No sería tan agobiante y cansada si no fuera por las malas maneras
dialécticas que sobrepasan todo lo que es decente, digno y razonable.
En los primeros años de nuestro actual
periódico democrático, en la transición, se percibía un esfuerzo en los líderes
de los principales grupos políticos por la moderación, la tolerancia y el
respeto al adversario y a los ciudadanos en general. ¿Hacia dónde vamos en este
siglo XXI? No lo considero justificable porque sea una tónica general en el
mundo ¿Es que los españoles tenemos que ser diferentes a peor?
Llevamos años escuchando noticias falsas o
bulos, acusar al adversario, ahora ya se atreven a decir enemigo, de planes o
intenciones que no tiene o se dicen sin fundamento.
Se lanzan afirmaciones altisonantes,
categóricas, que estamos en el peor momento de nuestra historia. Y como se dice
casi a diario en estos últimos años, ya no sabe uno a qué momento se refiere o
si se trata de una situación permanente. De esa manera, se aumenta la angustia
y zozobra síquica y moral de muchas personas, que, de por sí, ya atraviesan una
situación delicada, sin que ese ave agorera ponga algo de su parte para
aliviarlas, en vez de una carga más para agravarla.
Uno piensa que tales profetas catastrofistas
ignoran la historia de España. Nuestro país es un gran país, con una apreciable
proyección en la historia del mundo. Es bueno conocerla para apreciar de verdad
la propia patria. Quien no la conoce se asemeja al hincha de un equipo de
fútbol, que lo defiende a ultranza, porque sí.
Es preocupante, diría irresponsable,
promocionar en los partidos políticos aquel que se muestra más agresivo y
exaltado, lo que decimos dentro del sistema educativo el líder negativo. A
veces, directa o indirectamente, se les promociona desde medios informativos,
sea porque les sirve de carnaza, sea porque irresponsablemente comparten ese
desmadre informativo, desinformación.
Dicho esto, como enemigo de toda
generalización, aprecio esa prensa más competitiva, variada y libre, hace una
gran labor informativa, contrarrestando bulos, aclarando hechos y delitos, en
labor investigadora paralela a la policial, que sus autores, por cierto, no
supondrían que se iban a descubrir.
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