LAS ESTELAS DEL YACIMIENTO LAS CAPELLANÍAS EN HUELVA (I), por Paco Acosta
El yacimiento arqueológico de Las
Capellanías, ubicado en la provincia de Huelva, España, es un sitio de gran
relevancia para el estudio de las civilizaciones que habitaron la región
durante la Prehistoria. Este lugar ha proporcionado valiosa información sobre
las costumbres, la vida cotidiana y las prácticas culturales de los habitantes el
suroeste de la península ibérica durante el Neolítico y la Edad del Cobre.
Las Capellanías se sitúa en un
entorno natural privilegiado, cerca de la costa atlántica y rodeado de paisajes
que han sido testigos del paso del tiempo. La proximidad al río Odiel y a
diversas rutas comerciales antiguas ha hecho de esta área un punto estratégico
para el asentamiento humano desde tiempos remotos.
El yacimiento de Las Capellanías
fue descubierto en la década de 1990, cuando se iniciaron las excavaciones
sistemáticas en la zona. Desde entonces, los arqueólogos han llevado a cabo
diversas campañas de excavación que han revelado una serie de estructuras y
artefactos que datan de aproximadamente 5000 a 3000 a.C. Este periodo es
crucial para entender la transición de sociedades nómadas a comunidades más
sedentarias y organizadas.
Uno de los aspectos más
interesantes del yacimiento es la presencia de manifestaciones artísticas
-fundamentales para comprender el desarrollo cultural y social de las
comunidades prehistóricas- y pinturas rupestres que reflejan la vida y las
creencias de los grupos humanos que habitaron la zona.
El yacimiento destaca por sus
restos arquitectónicos, que incluyen viviendas, silos y áreas de trabajo. Estos
hallazgos sugieren que Las Capellanías fue un asentamiento importante donde se
desarrollaron actividades agrícolas y ganaderas. Además, se han encontrado
herramientas líticas, cerámica decorada, restos óseos y otros objetos que
indican un nivel avanzado de producción artesanal.
Otro de los aspectos más interesantes del yacimiento es la presencia de enterramientos que sugieren creencias rituales complejas. Estos sepulcros han sido objeto de estudio por parte de arqueólogos e historiadores, quienes buscan desentrañar las costumbres funerarias y las concepciones sobre la vida y la muerte en estas comunidades.
En la campaña de 2023, realizada
conjuntamente por arqueólogos de las Universidades de Sevilla, Durham,
Southampton y Huelva, en la necrópolis de Las Capellanías, se descubrió,
acompañada de huesos humanos cremados, una importante pieza. Se trata de una estela
diademada, la tercera que se ha encontrado en este yacimiento.
¿Qué tiene de destacable
esta nueva estela?
Lo destacable de la nueva “estela con diadema” (la denominada tercera estela, que es la segunda estela hallada en su contexto) es que «cuestiona anteriores interpretaciones sobre el género de los personajes representados, ya que las estelas con motivos alrededor de la cabeza habían sido tradicionalmente interpretadas como femeninas, mientras que la ahora localizada, aunque porta diadema, muestra claramente genitales masculinos». Son palabras de Leonardo García Sanjuán, catedrático de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla y que codirige las excavaciones del yacimiento de Las Capellanías. Por otra parte, confirma lo que la segunda estela encontrada en el yacimiento había sugerido: que las estelas decoradas de la Prehistoria tardía se utilizaban principalmente como monumentos funerarios dentro de yacimientos mortuorios.
Hasta ahora, se suponía que las estelas diademadas correspondían sólo a mujeres.
La primera estela
de este tipo, localizada en las proximidades de la localidad onubense de Cañaveral
de León, lo fue en 2018, durante las obras de reparación de un camino. Se halló
en el lugar una estela del tipo “diademado” o “con tocado” -de rasgos
muy similares a la de 2023-. Representaba a un personaje con la cabeza rodeada
de un objeto ornamental o aureola acompañado de una serie de objetos de vestido
y cuidado personal, como peines, espejos, broches y cinturones. Se encontraba
fraccionada, y se supone que longitud originaria debía rondar los dos metros.
Tiene grabada en la piedra una
representación antropomorfa de una cabeza con rostro, un torso y la mano
izquierda.
De forma esquemática, y algo
tosca, presenta a un individuo rodeado de objetos “de lujo”, como un peine, un
collar, un broche de fíbula y lo que puede ser un espejo.
La cabeza apenas muestra rasgos, más allá de dos agujeros para los ojos, orejas y una línea para indicar la nariz y la boca. Sobre la figura hay dos líneas combadas que pueden entenderse como un collar o un tocado o diadema. En su lado derecho puede verse un elemento trapezoidal, probablemente una fíbula (pieza que se usaba para unir las piezas de un vestido) y lo que otros autores identifican como peine o elemento musical. Al cuello lleva un pequeño collar de cuentas y el torso parece cubierto por un elemento de protección. Sobre la mano izquierda aparece un elemento esférico, que algunos autores identifican con espejos y tres pequeñas cazoletas. El análisis de su superficie ha demostrado que estaba pintada de color rojo, con las líneas rehundidas de la figura pintadas en blanco, lo que refuerza la idea de que el componente visual de las estelas debió ser algo fundamental en su uso y disposición, preparadas para que pudieran ser vistas a distancia y causar un fuerte impacto en los que la contemplaran.
A partir de su hallazgo
comenzaron unas intensas excavaciones que desvelaron en junio de 2022 “una
gran necrópolis” a la que pertenecía la pieza. De hecho, en uno de los
túmulos funerarios, a escasos metros de donde fue encontrada la primera, se
localizó una segunda estela, en este caso del tipo “de
guerrero”. En ella, el personaje representado -con trazos finos que se pueden
apreciar mejor con luz rasante- estaba rodeado de su panoplia de armas (escudo,
lanza y espada al cinturón) y de elementos propios del ideal de guerrero que
circuló por Europa en la edad del bronce (2200 a 850 a. C.): carros de dos ruedas,
caballos, perros (posiblemente de caza), espejos, peines, navajas de afeitar,
pinzas, broches, pesas, arcos y flechas, entre otros elementos.
La estela de 2022 (la
segunda estela), cuyo trazado es más superficial que las otras, presenta
unos motivos gráficos centrados en un personaje -una figura aún más esquemática
que las anteriores- caracterizado mediante una serie de elementos -espada, arco
y flecha, espejo- aunque a simple vista es más dificultoso su reconocimiento e interpretación.
La cabeza está formada por un círculo y está coronada por un casco con cuernos,
similar al de otras estelas de guerrero. Junto a la cintura aparece una espada
atravesada. El guerrero parece portar un arco con una flecha y está rodeado por
otros dibujos difíciles de identificar.
(continuará)
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