miércoles, 29 de enero de 2025

ECO.82 FEMINISMOS Y COSAS ASÍ

FEMINISMOS Y COSAS ASÍ, por Ildefonso Arenas

En los últimos tiempos no paro de leer sobre las diversas formas existentes de feminismo. En los periódicos, quiero decir. Es algo que me ha sugerido una idea, la de que vivimos unos tiempos en que la búsqueda de una identidad no sólo sexual, sino de género, preocupa mucho a la vertiente más intelectual de nuestra sociedad. El Mundo de hoy, concretamente, publica un denso artículo encabezado por la sentencia ‘Las mujeres tienen más poder del que creen, su vulva gobierna el mundo’. Lo firman un hombre y una mujer, o un varón y una hembra, de modo que no deberíamos sospechar de algún sesgo de género. A mi juicio es interesante, así que recomiendo leerlo pese a que a veces resulte algo difícil de seguir, cosa que se pone de manifiesto al recopilar los términos, no sé si sociológicos o simplemente intelectuales, de los que se sirven los redactores para transmitir sus ideas. Estos son, entre otros, FDS o Female Dating Strategy, Manosfera, Cosificación, Machoverso, Hembraverso, Femesfera, Feminismo Mainstream, Tradwives, Femcels, Feminismo Reaccionario, Feminismo Mayoritario, Transfobia, Feminsmo Esencialista, Feminismo Culpabilizador, Feminismo de Girlboss, Lego de Carne, Feminismo de Izquierdas, #PrincessTreatmentOnly, Masculinidad Tóxica y Feminismo Derechista. Los autores, además, consiguen abrumarnos (al menos a mí) citando un elevado número de personajes importantes en este asunto, no sé si por ser sociólogos, sexólogos, influencers, tiktokers o profesores. Estos son, y espero no dejarme a ninguno, Nuria Alabao, Mary Harrington, Helen Lewis, Jill Boyce Kay, Lize Dzjabrailova, Emiliano de Cristofaro y Rocío Bueno, cuya presencia en el texto me ha hecho pensar que al no sonarme uno solo de ellos sin duda vivo desconectado del mundo mundial.

Tras leerlo, un par de veces porque a la primera es difícil que se te fijen las ideas dado que no trata de algo en lo que piense todos los días, he recordado mi experiencia profesional, de muchos años de trabajar con mujeres. Unas veces eran mis superiores, otras mis iguales y otras mis subordinadas. He contratado a muchas y despedido a más de una, he promocionado a no pocas y alguna hubo que me dejó plantado para irse a otro departamento, o a otra empresa. No sabría decir con cuántas habré trabajado a lo largo de mi vida, pero bien pueden ser más de doscientas. No sólo he trabajado con mujeres, debo advertir. Los hombres habrán sido muchos más. El conjunto de todo esto me ha permitido sacar alguna conclusión. La principal es que, a igualdad de formación (intelectual, académica, profesional), una mujer es tan competente como un hombre. Una segunda conclusión, algo más sesgada, es que cuando he debido seleccionar una persona para un puesto que implicara esfuerzo, compromiso, superación y saltar por encima de las dificultades, me ha ido mejor eligiendo mujeres. La causa es clara: en el mundo laboral español los hombres no deben vencer dificultades originadas por su género. A las mujeres, en cambio, la sociedad les obliga a superar infinidad de zancadillas, trabanquetas y prejuicios no sólo viriles, sino a veces de otras mujeres. Eso hace que cuando llegan a una entrevista para un puesto que requiera una férrea determinación lleguen muy entrenadas, porque la vida les ha obligado a desarrollarla, mientras que a sus iguales machos eso no les pasa, o no les suele pasar. Dicho en términos militares, a ellos el valor se les supone, pero ellas han tenido que demostrarlo previamente. Una tercera conclusión, menos relevante y quizá un pelín frívola, es que suelen tener un mejor trato, y que además tienden a oler mejor. Supongo que a eso se debe que durante los últimos años de mi vida profesional haya contratado más mujeres que hombres y haya despedido más hombres que mujeres, pero no en números tan grandes que sean significativos.

Un punto más: en lo que he podido ver, en mi trato más o menos continuado con mujeres profesionales que hacían muy bien su trabajo, las consideraciones feministas les daban de lado. En general, con alguna excepción, les interesaba el tipo de trabajo, lo que se esperaba de ellas, las oportunidades de promoción y la compensación económica. Si en alguna reivindicación eran constantes, y según creo lo siguen siendo, es en que a igual trabajo, igual paga. Una filosofía que, a título de curiosidad, dejó establecida para la posteridad el ATA (Air Transport Auxiliary), nada menos que en 1940, en los más feroces días de la Batalla de Inglaterra. Al final va a resultar que el feminismo bien entendido, el de vérselas todos los días con la Luftwaffe, toda ella de machos, lo alumbraron 168 aviadoras británicas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"