miércoles, 29 de enero de 2025

ECO.82 CARAS QUE VEREMOS

CARAS QUE VEREMOS, por José Luis Mozo

 

Recientemente presenté en una biblioteca de Molina de Segura la continuación de mi primer libro La Barca del Portugués, con el título de La Última Aspa Roja. Es una ucronía novelada sobre el futuro que le espera a Europa por el crecimiento de la inmigración africana, de creencias musulmanas en su mayoría.

Varios de mis lectores dieron en considerarlas novelas proféticas. No era mi intención, pero lo cierto es que cuatro meses después de presentar mi primer libro en Madrid, se presentaba otro en París con análogo tema, escrito en francés y por un candidato a premio Nobel. Eso demuestra que la preocupación por estos movimientos sociales ya venía calando en Europa.

Tras este primer aviso, se fueron dando otras coincidencias, probables causalidades puras… para quien crea en las casualidades. En el capítulo XI de la segunda novela, ya con un gobierno islámico instalado en la dirección de la tercera república, los dos más destacados líderes del republicanismo clásico, aliados en las fotos y rivales en el encono por alcanzar el sillón presidencial – lo normal en política –, discuten sobre las consecuencias que la situación puede crear. En concreto, uno de ellos teme que el rechazo vasco a la intromisión en su tierra de una diferente forma de vida – esto y no sólo la religión, es el islam – pueda sacar de su retiro a viejos gudariak de ETA ya jubilados. El otro le resta importancia y se ofrece a resolverlo personalmente. Transcribo de forma literal las palabras que puse en su boca: “No será un entendimiento complicado. Lo que realmente quieren es no perder tajada al repartir. Con quien la cagasteis fue con Franco. Lo amortizasteis demasiado pronto y demasiado barato, trasladando un saco de huesos, cuando aún podía darnos mucha cuerda. Por lo menos, hasta mitad del siglo”. Y miren ustedes como, de improviso, la izquierda real de hoy monta una jornada “franquista” para el recuerdo y la conciencia del peligro que acosa al mundo feliz de libertades que nos vienen construyendo.

Supongo que ese mundo se refiere a lo que se considera occidente, es decir a Europa y Estados Unidos, ya que en el “otro” mundo – o sea, en la gran mayoría – hay tiranías que campan a sus anchas sin que nadie las importune. Francamente, no veo a Europa regresando al fascismo, y menos con esta deslavazada Unión Europea. Y si el sarao es un gesto a lo que sucede en USA, quiero aclarar que fascismo no es, según la última acepción puesta en solfa por modernos progres, cualquier cosa que les fastidie, y que un presidente salido de unas unas elecciones y urnas limpias no puede ser de entrada tachado de fascista. Y esto se lo dice un humilde gacetillero que ha escrito y reescrito, más veces que ninguno, que el mayor problema por el que occidente atraviesa es esta manía sorprendente de la que se ha contagiado el elector americano: la de sacar presidentes de los geriátricos. Recen – los creyentes – para que se les pase pronto.

Así pues, ¿a qué viene esta tontería sobre la evocación a Franco, un personaje que para nuevas generaciones de escolares – tras la llegada de la democracia real, en lo que modestamente la quinta del 68 tuvimos una importante participación – era hasta desconocido? Una práctica muy reciente, incluso actual, es el uso perverso que se hace de nuevas bombas informativas – algunas de fuegos artificiales – para meterlas en la actualidad y así fingir apagar los fuegos auténticos. Y de nuevo pienso en el 2030.

2030 nace en Naciones Unidas en septiembre de 2015, tras una gestación de 20 años, o sea que ya está en edad madura en su camino a la plenitud feliz. Siendo erradicar el hambre y la pobreza su primer objetivo, no hubo narices para oponerse a ello, así que más de 140 países dieron su aprobación a una agenda, llena de objetivos para alcanzar y de mojones para recorrerla. Entre esos muchos espulgamos algunos tópicos sobre el bienestar social: educación, igualdad, empleo, ecosistemas, universalidad en los derechos al agua – ¿será por eso que en los estatutos de nuevo talante hay regiones húmedas dueñas únicas de su agua? –, empoderamiento de la mujer… Entiéndase de la ya empoderada. Porque de los cientos de millones de esclavas que existen y siguen naciendo no se habla. Son consecuencia de costumbres o religiones, respetablemente denominadas hoy “culturas”. No vale recordar que cultura era el efecto de cultivar los conocimientos humanos y de afinar por ejercicio las facultades intelectuales.

Quizá, de esta retahíla, los dos mayores delirios del hombre sean la sanidad y el control del clima, esto es, vivir eternamente – en este mundo – y hacerlo como divinidad. Lo primero, dejémoslo a la investigación médica, aunque tras las mejoras incontables que nos han conseguido no me parece esta iniciativa nada seductora. Cuanto más se avanza en alargar el tiempo de la vida menos se logra en frenar su deterioro. Y respecto a la condición de dioses, se nos ofrece nada menos que salvar al planeta, que lleva cuatro mil quinientos millones de años dando vueltas y seguirá otros tantos sin que para ello nos necesite una higa. Muy al contrario, somos nosotros quienes lo necesitamos a él. Porque es nuestra casa, la única que tenemos, que hemos tenido y – probablemente – que tendremos. Por ello hay que mantenerlo habitable y limpio. Si lo llenamos de porquería – física y moral –, se hartará, nos escupirá hacia la extinción y continuará dando sus vueltas tan campante.

Dejo para el final los mojones que, junto con el inicial de acabar con el hambre, forman a mi juicio la espina dorsal de nuestras necesidades: ciudades (o sea, vivienda) para todos, energía asequible, justicia y paz. No se entiende por qué la paz no va en cabeza, siendo imprescindible para todo el resto, pero se explica por el negocio de primera magnitud que supone la guerra – cuanto más crónica mejor –, no sólo en lo inmediato sino como asentamiento de los nuevos tiranos. Los mismos que tienen en sus manos la alimentación, la vivienda y la energía, cuyos precios no se han enterado de lo que significa asequible a la totalidad de los hombres. Claro que, al final, se explica todo. Incluso por qué una larga conspiración ha sacado de las opciones de diversificación a la energía nuclear, la única capaz de hacer frente a los señores del gas y del petróleo, que quedarán como imprescindibles entre los nuevos amos. Mientras, una banda de tontos necesarios, ansiosos por encumbrarse y sin preparación alguna, te dictan qué comer, cómo vivir y cómo serán tu bienestar y tu felicidad. Te cuidan tus bosques – que por eso se queman –, inundan tus pueblos, te obligan a renovables que nada tienen que renovar, ceden la industria y los nuevos materiales imprescindibles a la más lista de la clase – China – y hacen crecer sistemas totalitarios – que ya mostraron su destructiva inutilidad en el pasado – con  estados liberticidas omnicontroladores.

La parte divertida estará en ver cómo se les quedan a estos tontos las caras cuando se enteren de cuál ha sido su verdadero papel y vean las cumbres que los esperan.



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