miércoles, 29 de enero de 2025

ECO.82 AMARME

AMARME, por Julia Albaladejo Álvarez


¿Amarte?... Siempre mi querido Mar Menor. Nací y crecí descubriendo los sentidos en tus orillas.

Mientras llenaba mis pulmones de maresía, tu luz ponía color al día. El sabor salado de cada "capuzón", me abría el apetito. Y al atardecer, me acunabas cálidamente escuchando el vaivén de las olas.

Los cangrejos corriendo de lado con sus cuatro pares de patas, y esquivos bancos de chirretes que se dividían cuando quería atraparlos, fueron los primeros “juguetes marinos” que me hicieron reír.

Mis padres siempre me contaban que aprendí a nadar antes que a caminar. Jamás he temido a este tranquilo mar que me hacía sentir tan feliz.

Imposible contar todos los recuerdos de infancia y juventud junto al Mar Menor, cuando forman parte del paisaje de tu vida.

Pero cómo olvidar cuando me llevaba mi padre los domingos al Balneario Floridablanca. Aún no era época de bañarse, por eso primero nos asomábamos a las terrazas tumbados, mirando la pradera marina siempre llena de vida: “crancas”, chapas, doradas, salmonetes, lubinas, agujas… y qué impresión ver los bancos de anguilas haciendo bailar su largo cuerpo. Luego nos instalábamos en el suelo de los pasillos, echábamos en el orificio más grande de los tablones de madera un hilo de pescar con boya, anzuelo y cebo, y esperábamos hasta coger algún pez que soltábamos al instante, después de sostenerlo unos segundos en mis manos mientras le quitábamos con mucho cuidado el anzuelo. Una vez pescamos un zorro tan grande, que no cabía por el agujero.

En ese mismo balneario, en verano, nos aferrábamos mi hermana y yo a la espalda de mi padre y recorríamos de un extremo a otro el Floridablanca por debajo. Nos parecía una excursión emocionante, por la sensación de estar en un laberinto misterioso y semioscuro, entre los pilares de madera que sustentaban a aquel restaurante palafito, y a la vez nos gustaba sentir el agua fresca bajo esa enorme sombra.

Hay recuerdos que son imborrables por la emoción del momento, como cuando me regalaron mis primeras gafas de bucear en pleno mes de junio y estaba el agua llena de alevines de caballitos de mar… ¡Qué sensación! rodeada de peces maravillosos e inofensivos, abrazados con sus colas a pequeñas algas desprendidas del fondo.

Tengo que parar en mi memoria para contar un momento irrepetible. Una mañana de fin de semana, nos fuimos muy temprano la familia en completo a bañarnos, como siempre frente al Hotel Neptuno. Estábamos solos con el mar, espejo tentador, que nos invitaba a meternos en sus transparentes aguas. Hicimos una competición nadando hasta la lejana boya mi padre y yo, siempre me dejaba ganar. Cuando llegaron mi madre y mi hermana, nos cogimos de la mano “haciendo el muerto”. Mirando al cielo infinito pedía que se parara el tiempo, y me pareció que el mar con su líquido susurro decía: “AMARME”.

 

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 *) AMARME: Acrónimo de Alianza Mar Menor; da nombre a la Asociación Alianza Mar Menor AMARME, dedicada a la lucha por los derechos del Mar Menor. 

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