miércoles, 2 de febrero de 2022

ECO.64 NUESTRAS LECTURAS: "KOKORO" y JAPÓN

Nuestras Lecturas:  "Kokoro" y  Japón, por A.F.García

Japón: Archipiélago situado en extremo Oriente. 36º, latitud Norte y 138 longitud Este. Sus islas mayores son Hokkaido, Honshu, Kyushu, Shikoku y otras menores. Su extensión es de unos 372.000 Kms y una población de 126 millones de habitantes, con 340 h por Km cuadrado; era de 36 millones en 1875, a principios de la era Meiji, que comprende el periodo entre 1868 y 1912. Supuso un vertiginoso periodo de adaptación y desarrollo hasta convertirse en una gran potencia industrial y económica, a pesar de estar muy escasa de materias primas.

El 91% de su población es urbana en un país de grandes ciudades. Mantiene la Monarquía Constitucional como forma de gobierno.

En este gran país donde apreciamos unas gentes, unas personas, tan estudiosas, tan trabajadoras, con gran espíritu de superación, que conviven con personas que se torturan con su extrema sensibilidad. Unos y otros tienes un gran sentido del honor, que elevan al pundonor y excesivo sentido de responsabilidad, que en algún caso les lleva al suicidio cuando no alcanzan su reto y se sienten frustrados.

 


 

Soseki, el admirable escritor sitúa la novela al final de la Era Meiji y se encarna en un joven universitario de Tokio, que se siente atraído por un extraño personaje, al que, considerando un sabio, llama Sensei, el maestro.

En un lento proceso de acercamiento de joven a maestro surge una sincera amistad.

En un momento en que el joven asiste a su padre moribundo y no puede acudir al requerimiento de Sensei recibe de éste una amplísima carta, que considera su documento. En ella, con una sinceridad y honestidad fuera de lo común, describe lo que fue su vida, algo que el joven había querido saber.

Sensei se había quedado huérfano con pocos años. Sus padres murieron a la vez de una misma enfermedad contagiosa y él y toda su fortuna habían quedado en manos de un hermano de su padre. El tío, en quien confiaba plenamente el muchacho, lo envió a estudiar a Tokio y ocupó su casa con la excusa de cuidar de ella. Y allí venía él en sus vacaciones.

Al tercer año fue recibido de manera hostil de aquella familia. Visto aquello, el chico se propuso hablar con el tío para saber cómo estaban sus bienes. Comprobó con sorpresa que eran menos de la mitad de lo que había a la muerte de sus padres. La decepción le marcaría de por vida. 

Aun así depositó su capital a plazo fijo y con la mitad de sus intereses podía subsistir en Tokio. Consiguió acomodarse en casa de la viuda de un militar y su hija que le harían sentirse como en familia.

Plan tácito de familia tenían los tres cuando insistió en traer un amigo universitario, desheredado y en estrechez. No esperaba nuestro protagonista que su amigo que presumía de dominar sus emociones y sentimientos con su filosofía y ascética budista le confesara “estar enamorado apasionadamente de la joven de la casa”.

Él no lo estaba menos, pero la tenía tan idealizada que nunca se había atrevido a declarárselo; se bloqueaba. Se fue por el atajo y encontró la manera de pedir a la viuda la mano de su hija, que lógicamente aceptó.

En cambio, no se sintió capaz de hablarlo con la interesada ni con su amigo y por ahí vendrían sus males; “he sido un cobarde toda mi vida”. Pocos días después encontró muerto al amigo. Se había suicidado, dejándole una nota de despedida digna de sus creencias.

Sensei se sentirá siempre responsable de esta muerte y se auto culpará por ello. Una vez al mes irá al cementerio y le pedirá perdón. No deja de preguntarse “¿Por qué?” Solo ve explicable “que fue el conflicto entre sus ideas y la realidad”.

Cuidar a su suegra enferma y a su esposa le hacía sentirse bien.

Cuando aquella fallece su esposa le dice que él es la única persona en quien confiar y apoyarse. Él confiesa no suicidarse por su esposa a quien ama mucho y no quiere dejar sola.

Cuando el general Nogi se suicida después de Meiji, ha esperado 35 años desde la rebelión de Satsuma, el último feudo de los samuráis en Kyushu. Ella bromea al verle afectado “si él, también …”.  Él afirma haberse enterrado en vida, que, sin embargo, dio lugar a un periodo de tranquila felicidad en la pareja.

Aprovecha para escribir en la ausencia de su esposa que ha ido a visitar una tía suya enferma. Dice escribir esto por necesidad imperiosa que ayudará a comprender el ser humano.

Con la mayor honestidad desea presentar lo malo y lo bueno que ha habido en su vida para que los demás tengan la posibilidad de aprender algo.

Yo me pregunto si este pensamiento es la idea que Soseki pone en la pluma de este personaje.

Yo me he deleitado al leer este libro despacio para comprender los pensamientos, sentimientos y emociones de los personajes: su alma. Su prosa sencilla clara, precisa, de frases y párrafos cortos, capítulos breves lo hacen fácil.

Las anotaciones a pie de página ayudan a entender aquellas palabras que no tienen traducción exacta o aquel acontecimiento para el que no conozca bien la historia del país.

Este libro me ha ayudado a conocer un poco más este país y comprender sus gentes.


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