miércoles, 2 de febrero de 2022

ECO.64 HISTORIAS DEL CANTÓN MURCIANO. CARTAGENA SITIADA (III) -EL BOMBARDEO DE LA CIUDAD-

Historias del Cantón Murciano. Cartagena Sitiada (III) -El Bombardeo de la ciudad-, por Paco Acosta 

 

(continuación)

A finales de noviembre de 1873, tras el combate naval de Portmán, las fuerzas sitiadoras ya contaban con 7 baterías operativas, alrededor de Cartagena.

El 24 de noviembre ya “se palpaba” que estaba muy próximo el inicio de un ataque en toda regla. Se habían reforzado los hospitales de sangre, se encontraban preparadas las ambulancias,... Ese mismo día se publicó el último número de El Cantón Murciano, el número 92. Fue la última información que se tuvo, valiosa aunque parcial, de lo que ocurría en el interior de Cartagena. Posiblemente su infraestructura se vio sensiblemente afectada por el ataque.

El bombardeo comenzó en la madrugada del 26 de noviembre de 1873 sin previo aviso y se prolongó hasta el último día del asedio, el 12 de enero de 1874.

Por parte de los cantonales, el fuego fue respondido por los cañones de los castillos de la defensa de Cartagena, con la muy activa colaboración de las fragatas Numancia y Tetuán. Sin embargo sus disparos tuvieron una menor eficacia, dada la dispersión en la que se habían ubicado las fuerzas sitiadoras.

Desde las primeras horas del bombardeo, los botes de las escuadras extranjeras, a la vista de la intensidad del ataque, se encargaron de evacuar a mujeres, niños y ancianos, a los que transportaban a Portman y Escombreras. Los muelles se llenaron de los que querían huir. Abandonaron la ciudad unas cuatrocientas cincuenta personas.

Aunque la precisión de los disparos de los sitiadores era escasa, debido a la gran distancia con que se producían, éstos causaban víctimas entre los vecinos, y día tras día, la ciudad se iba cubriendo de más ruinas.


Los proyectiles afectaron fundamentalmente a la población civil, y aunque produjeron importantes destrozos e incendios en numerosos inmuebles, afectaron muy poco a las fortificaciones y a los castillos.

Tras unos primeros días de intenso bombardeo, (se ha descrito que los disparos de la artillería sitiadora superaron los mil diarios), la moral de los sitiados comenzó a decaer.

La escuadra gubernamental, que había estado ausente de las aguas cartageneras, regresó para intentar un bloqueo por mar. Las escuadras extranjeras evitaron que se hostilizara Cartagena, hasta que no hubiesen sido evacuados las personas y bienes de los súbditos extranjeros que allí residían. No obstante el bloqueo por mar no era posible cerrarlo, porque la escuadra centralista tenía que repostarse de carbón en Alicante, abandonando las costas cartageneras.

Incluso en los momentos en que los centralistas, con todos sus efectivos, trataron impedir el abastecimiento de la ciudad, éste continuaba durante las noches utilizando pequeñas embarcaciones.

El primer día de diciembre embarcaron en el vapor Darro varias familias junto con enfermos y heridos, aquellos que pudieron llegar por su propio pie al embarcadero. Fueron transportados a los buques extranjeros. La presencia de las escuadras extranjeras daba ánimos a los sitiados, pues era garantía de “tener la huida asegurada”.

El 8 de diciembre, una acción de los sitiadores, les permitió cortar el agua de una fuente que abastecía a la ciudad.

Por su parte, los sitiados armaron el vapor Darro, que realizó varias incursiones para conseguir víveres. En una de ellas apresó un falucho que portaba trescientos diez sacos de arroz, cien de cacahuetes y cien quintales de bacalao. En otra ocasión regresó con trescientos carneros que había conseguido en Cabo de Palos. Las escuadras extranjeras protegían a los mercantes de sus respectivos países.

En los siguientes días, los sitiadores concentraron su ataque sobre el castillo de La Atalaya y apenas dispararon contra la plaza. Esto dio confianza a sus habitantes, que regresaron a sus casas, para comprobar los daños que habían sufrido como consecuencia del bombardeo.

El 12 de Diciembre, el general López Domínguez se hace cargo de las fueras sitiadoras, con el encargo de Castelar de conseguir rápidamente, antes del 1 de Enero, la rendición de Cartagena. Para ello puso a su disposición cuantos elementos militares necesitara.

Al día siguiente de su llegada, tras un nuevo intento -fracasado- de negociar la rendición, se dio orden a todas las baterías de reanudar los bombardeos sobre Cartagena.

La voladura de la fragata cantonal Tetuán dentro del puerto de Cartagena (el 30 de diciembre de 1873), posiblemente por un acto de sabotaje interno, pudo suponer el fin de la insurrección, pero, según los analistas, “la tozudez de los elementos mas duros de la intransigencia revolucionaria, impidió una solución pactada”.

Afortunadamente, el polvorín de la Tetuán no llego a incendiarse, pues la ciudad de Cartagena se habría convertido en un montón de ruinas. Las restantes naves de la flota cantonal corrieron grave peligro durante el incendio de la Tetuán; en el puerto estaban ancladas junto a ella la Numancia y la Méndez Núñez.

El 3 de enero, a las siete de la mañana rompieron fuego contra la plaza y sus castillos todas las baterías -en ese momento eran ya nueve-. Los sitiados respondieron con todas las defensas de que disponía, incluidos los cañones de las fragatas, pues tenían que demostrar que estaban dispuestos a pelear hasta el final. Incluso se atrevieron a realizar algunas salidas, que fueron rechazadas.

A esas alturas, una parte de los jefes y oficiales que habían iniciado la revolución habían huido a los montes vecinos. Hasta el final se mantuvieron fieles Antonete Gálvez, el general Contreras, y las fuerzas mandadas por ellos.

 

El Parque de artillería, tras la explosión de 1874

El 6 de enero, a las once de la mañana uno de los proyectiles lanzado contra el Parque de Artillería, había penetrado por una ventana, volando e incendiando un gran repuesto de pólvora. El parque quedó convertido en un montón de ruinas, permaneciendo en pie sólo la pared sur.

Se dijo que la explosión llegó a oírse en Lorca.  Produjo más de cuatrocientas víctimas, quedando muchos enterrados bajo los escombros.

El 9 de enero ambos contendientes veían muy cercano el final de la contienda, pues la situación militar era prácticamente insostenible para los cantonales.

Francia, Alemania o Inglaterra envían embajadas para mediar entre el Cantón y el gobierno central. Comienza la fase de Rendición de Cartagena, que comentaremos en la siguiente entrega.

(continuará)






No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"