miércoles, 2 de febrero de 2022

ECO.64 MODESTAS REFLEXIONES Y APUNTES

Modestas reflexiones y apuntes, por A.F.García

He leído el gran trabajo de Juan Carlos Rodríguez, al que aprecio y admiro. Yo estoy lejos de disponer y manejar la información económica que él tan bien conoce. Aseguro que leeré su gran artículo por segunda vez. No me siento capaz de entrar tan a fondo. A lo sumo, puedo reflexionar sobre algunas situaciones de macrosomía que consiga recordar.

Un hispanista inglés decía que el pueblo español era uno de los más vigorosos del Planeta; pero que tenía malos gobernantes.

Algo me hace suponer que los moros eran mejores campesinos y artesanos y los judíos mejores administradores. Almutamid II de Sevilla, satisfecho de la situación en su reino, afirmaba que ningún súbdito debía ser tan pobre que no tuviera al menos una bestia de carga ni tan rico que despertara la envidia o la indignación.

La novela picaresca se desarrolló en los siglos XVI y XVII, en la época de mayor poderío español.

Los períodos de mejora y penuria se han alternado en los últimos siglos sin que hubiera una larga continuidad.

La primera gran crisis mundial de 1929 paralizó los proyectos expansionistas de Primo de Rivera. Sus secuelas siguieron durante la II República, la Guerra Civil, el periodo de autarquía, hasta que en 1959, con la incorporación de los tecnócratas, los LÓPEZ, se hicieran los oportunos ajustes, Plan de Estabilización Económica, y se iniciará un periodo de expansión durante la década de los 60.

Sin embargo, la guerra de los SEIS DÍAS, en 1967 y la posterior del LIKUD, en 1973, de Israel frente a los estados árabes, supusieron la escasez y encarecimiento de los productos petrolíferos, con graves consecuencias España, carente de esos recursos.

En 1977, con el primer gobierno democrático con Adolfo Suárez como Presidente, se desarrolla el Pacto de la Moncloa. Lo dirigen Suárez y Fuentes Quintana, pero asisten la casi totalidad de fuerzas políticas y sociales. Allí, no sólo se pretendía hacer frente a un déficit exterior próximo a la suspensión de pagos, sino también sentar las bases de la futura democracia.

Bajo todos los presidentes, incluido el breve de Calvo Sotelo, hubo avances y crecimiento económico, pero también sus periodos negativos.

El momento más alto de crecimiento estuvo entre 2007 y 2008, cuyo poder adquisitivo aún no hemos recuperado adecuadamente, sobre todo los asalariados y pensionistas.

La última crisis financiera surgió, una vez más, en Estados Unidos, en octubre de 2007 cuando la quiebra hipotecaria de las Lehman Brothers sembró el pánico en la Bolsa de Nueva York, seguida en Europa y de la mayor parte del mundo. Allí explotó una burbuja inmobiliaria, y aquí otra.

El escritor Antonio Muñoz Molina expresa muy bien la explosión de la burbuja en el lado español en “Todo lo que era sólido”.

Curiosamente en España esa política restrictiva en el largo periodo posterior duplicó el número de ricos y más que duplicó el número de pobres. La política restrictiva vino de Bruselas; la expansiva de ahora, también. ¿Cuál es mejor? No estoy en condiciones de elegir. Como prudente buscaría el equilibrio.

Entre lo público y privado yo buscaría un equilibrio también. Los países nórdicos nos dan ejemplo de un excelente funcionamiento de lo público, acaso porque no existe la picaresca que en España y se conforman con su asignación. Los cargos públicos en España debieran ser menos apetecibles.

Como sabes, los abuelos por parte de padre y de madre fueron modestos campesinos; subsistían con lo que salía de sus propiedades a lo que añadían un poco de la venta de alguna res. Mi padre comentaba: “no debiera cobrarnos impuestos el Estado porque no nos da nada”.

Viví 17 años en Palencia. Durante algunos años fui liberado sindical, recorrí la provincia visitando todos los centros de enseñanza de los tres niveles educativos, en enseñanza pública y privada, manteniendo un apreciado equilibrio.

Fui el único que visitó las escuelas unitarias, según los titulares de las mismas. Tomaba nota de sus condiciones como aula. Lo más común era encontrar una docena de niños en una sala de pocos metros cuadrados, con una estufa de butano, una bombilla de unos 60W y una deteriorada pizarra. Al comentarlo con la docente, ésta reconocía que no pocas veces los niños se quejaban de dolor de cabeza.

Con mis observaciones registré un informe en la Dirección Provincial. Semanas después, en una de las habituales reuniones de trabajo de los sectores implicados, el Director Provincial comentó que había revisado dicho informe y lo había entregado a la Inspección educativa y al equipo técnico para visitar esos centros y aplicar las mejoras pertinentes.

Esa provincia es una de esa España vaciada, que ha perdido decenas de miles de habitantes en los últimos cincuenta años. Con mucho pesar me pregunto y pregunto a los poderes públicos: ¿se van ellos o se les echa dejándolos desamparados?

Le dejan sin enseñanza, sin consultorio médico, sin oficina bancaria, sin medio de transporte, sin supermercado… ¿Les llega el correo postal? ¿Pueden sobrevivir así?

¿No es rentable? ¿Es lo único que hay que tener en cuenta en los servicios públicos? En el fondo de mi alma creo que una Administración justa, del signo que sea, debe tener en cuenta otros aspectos y condicionamientos que hagan posible una vida digna en las zonas rurales. No visitarlas sólo cuando hay elecciones.


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