VIVIR EN "EL CAMINO", por Mª José Hermoso
Sin preverlo comencé mi aventura y sin quererlo
me vi envuelta en "el Espíritu de El Camino”. Fue pensarlo y
hacerlo, ¿por qué no? Son esas ilusiones que uno va guardando para un futuro
que parece que nunca llega y ese día llegó. Y no sólo eso, entendí lo que
significaba "el Espíritu del Camino de Santiago". Se
podría decir que estas cosas no ocurren si no eres una persona sugestionable
pero nunca pasan si no eres una persona emotiva y pasional. Es una manera de
vivir como otra cualquiera en la que se sufre mucho pero a la vez se disfruta
intensamente de las buenas sensaciones. Y el camino es para vivirlo así, desde
dentro, es duro y se sufre, pero a la vez es placentero. Cuando lo terminas te
llena una inmensa alegría pero a la vez pena por haberlo terminado.
Podría contar lo que se disfruta del paisaje, las
vastas llanuras de Castilla, el verdor de Galicia, el olor a humedad de los bosques
y los ríos, de esos senderos perdidos... Degustando su gastronomía tan rica y
variada... ¡qué bien sabe el caldo gallego, la sopa de ajo, el pulpo... del
menú del peregrino después de una jornada de 70 kms en bici! Y no hablemos de
la cultura y el arte inmerso en cada paso de "El Camino".
Los motivos de la peregrinación a Santiago son
tantos como peregrinos hay, pero el motivo "espiritual" es el más
extendido entre ellos. Es un viaje al interior de uno mismo, a la introspección
de nuestro propio ser. Muchos amigos y familiares me preguntaban antes de partir:
¿Y te vas sola?, ¿No te da miedo? ... Pues sí, me voy sola,
conmigo misma. ¿Es que las personas le tienen miedo a la soledad? ¿Tienen miedo
de descubrir lo que hay en su interior? me pregunto. Pero solos y solas
encontré a muchos peregrinos con sus mochilas, sus alforjas vaciándolas de
preocupaciones y llenándolas de sensaciones y emociones. Y sobre todo
transmitiéndolo porque al transmitir y compartir esos sentimientos se reviven y
se contagian y por eso yo quiero contároslo. Hay un dicho que dice "No
cuentes las penas porque alegran a tus enemigos y entristecen a tus amigos"
Pero ¿quién dijo que no contáramos nuestras alegrías? Por eso los peregrinos
solitarios no dejaron que estuviera sola. El vasco, el mexicano, el catalán, el
italiano, las compostelanas... Ellos también son El Camino. Sus vidas, sus
metas, sus ganas de compartir, de vivir, de trasmitir... siendo uno mismo tal
cual uno quiere ser..., sin inhibiciones sociales, ni sexistas, ni
culturales....
Pero antes de partir tengo que reconocer que sí
tenía miedos y ansiedades ante los posibles inconvenientes que se me podían
presentar (robos, averías, ...) Pero mis hijos me decían: Mamá, no tengas
miedo, si allí solo van "buenas personas". Y mi marido me decía: En
cuanto te subas a la bici y comiences el camino se te olvidan todas tus
preocupaciones. ¡Y qué razón tenían! Eso mismo fue lo que ocurrió. Después
de 12 horas de viaje en autobús aparecí a las 5:30h en la estación de Ponferrada,
sola, de noche, con frío, con mi bici empaquetada y desmontada en una caja... A
montar bici, alforjas, equipaje, luces, ajustes... Así comenzaron mis 230 kms
de peregrinaje en bicicleta en solitario. Un café y unos churros y ¡a buscar la
primera flecha que me llevaría hasta Santiago de Compostela!
Todos estos miedos se han superado y con creces.
Y hay quien dice que las personas no cambian, pero yo creo que el que quiere,
puede. Y el que cree en uno mismo es capaz de superar la mayor parte de las
barreras y conseguir las metas que cada uno se marque. Hay que seguir el camino
del cual a veces uno se aleja, pero siempre hay que volver y no perder la
perspectiva. También hay límites y ahí es donde está la virtud, en saber
reconocer cuál es el límite de uno mismo para poder parar y tomar un respiro y
retomar con la fuerza con la que nos han engendrado... Pero el límite está más
allá de donde nos creemos.
Con estos pensamientos termino animándoos a que
probéis alguna vez a hacer "El Camino de Santiago". Es una
experiencia única e irrepetible. No os arrepentiréis.
¡BUEN CAMINO!
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