VALORES, por A.F. García
Se habla mucho de valores. ¿En qué valores
estamos pensando? Mientras estamos atravesando esta larga y dura etapa de confinamiento
habremos tenido ocasión de reflexionar. Si nos hemos limitado a aguantar una ansiedad y una tensión a punto
de explotar en busca de un resquicio para burlar la imposición y volver a la
rutina anterior, has desperdiciado la ocasión de mirar tu vida desde fuera
hacia dentro y replantearte esa vida que tienes por delante.
Empecemos por priorizar los valores. La vida,
la salud, el alimento…; si uno no tiene el primero le sobran los siguientes.
Es
básico saber separar lo que es absolutamente necesario e imprescindible de lo
superfluo y prescindible.
A lo largo de España se han dado varios casos
de contagio en grupo por una fiesta de cumpleaños. En esta semana he oído en el
entorno cercano a mi casa el conocido canto. No sé si en los próximos días lo
tendrán que lamentar.
Si se han suprimido grandiosos eventos en
Barcelona, Valencia, Sevilla…, incluso los Juegos Olímpicos de 2020, ¿no
podrían estas familias suprimir o aplazar con menos complicaciones que los
eventos citados.
Son muchas las personas que lo han
manifestado, muchas más las que pensamos que las situaciones difíciles nos
definen a las personas:
1. Unos, la minoría, por
unos momentos de capricho o satisfacción efímera, arriesgan no solo su salud y
su vida, sino también la de sus personas más cercanas, familiares y amigos, y
la de muchas personas más, en una progresión muy difícil de calcular y prever.
2. Otros, una inmensa mayoría
de los ciudadanos, encabezados por todo el personal sanitario, los cuerpos de
seguridad y de defensa del estado, las personas que han seguido los servicios
esenciales de limpieza, abastecimiento, transporte... se han arriesgado la
salud y la vida por los demás. A ellos añadiríamos una multitud de voluntarios
sin nombre ni salario. Todos ellos arriesgando su salud y su vida a favor de
los demás. ¡Cuántos de ellos la han perdido ya! ¿No les parece a ustedes que
todos los que seguimos viviendo estamos en justa deuda con ellos?
3. ¿No hace pensar,
reflexionar, tomar conciencia… a esa minoría de insensatos? ¿Qué es más
llevadero, permanecer sano en tu casa o permanecer postrado en una cama
afectado del coronavirus o de cualquier otra grave enfermedad?
4. Por favor, pensemos
con sensatez, agradezcamos la vida y la salud; no juguemos con ella, que solo
tenemos una. No lo echemos todo a perder por un solo momento cuando tenemos
muchos por delante.
Para esto y para otras cosas puedo afirmar
convencido que los buenos momentos de la vida no tienen por qué venir ligados a
fechas de calendario, sino a momentos en que los miembros de una familia, un
grupo de amigos…, tienen ocasión de juntarse y lo pueden hacer.
Hay rutinas que son inevitables y necesarias,
tales como los horarios de trabajo y de descanso. En la mayoría de las demás
cosas, aunque sea bueno programarse, se debe hacer siempre con flexibilidad. Es
absolutamente necesario mantener una actitud y capacidad de adaptación. Es algo
que he aprendido en estos últimos años y sobre todo las últimas semanas. Es
algo a lo que nos obligan las diferentes circunstancias desfavorables.
El filósofo Eladio Chavarri, como buen
observador de la humanidad, definía al humano actual como el hombre productor
consumidor. Y eso es lo que aprecio, con no poca tristeza, en bastantes
dirigentes políticos actuales, que dan prioridad casi absoluta a esa faceta
humana de productor- consumidor, dejando
o relegando a segundo plano la muy preocupante multitud de infectados y muertos por la
pandemia.
Yo diría que reflexionáramos y consideráramos
de urgente necesidad en poner orden y equilibrio en esta evolución o estamos
elaborando nuestra propia autodestrucción como especie humana.
Deseamos, pedimos y esperamos que la gran
industria se lo tome en consideración y
acometa su desarrollo de inmediato.
Dirijo mi modesto mensaje al ser humano de mi
entorno, precisamente en los momentos de desescalada que atravesamos, en los
que se nos permite desplazarnos por la Región y disfrutar de la playa y el
campo.
Ciudadana-
ciudadano, el Creador, la naturaleza, han puesto la tierra y el mar a tu
disposición para que disfrutes de ellos y los seres vivos, animales y plantas
que los habitan, no para que seas su bárbaro y despiadado depredador. Tú los
necesitas más a ellos que ellos a ti. Piénsalo. ¿De dónde proceden los
alimentos que consumes y hasta el aire que respiras?
Si vas a la playa y te bañas, disfruta
plenamente de ello, porque es saludable para tu cuerpo y para tu mente, pero no
seas el bárbaro depredador de sus animales y plantas. Esos seres vivos no
tienen que ser los depositarios de tus basuras, que tienes otro lugar donde
dejarlas. No arruines por tu egoísmo la herencia de tus hijos y nietos. Déjales
un espacio limpio.
Si vas al campo, no lleves a él la barbarie
urbana, contaminado física y acústicamente y depositando tus basuras, para las
que tienes otros espacios. En el campo mira, observa y escucha, disfruta de lo que ves y lo que oyes.
No lleves contigo lo peor de la ciudad al
campo; trae contigo lo mejor del campo a la ciudad: salud física y mental.
¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;
(Fray Luis de León)
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