EL SÍNDROME DE LA CABAÑA, por Francisco B. Ramos, médico
Desde el
inicio de la civilización se ha querido dar explicación a los hechos encasillando
o clasificando los mismos. En ese sentido, Hipócrates explicaba con la teoría
de los cuatro humores (sangre, bilis negra, bilis y flema) los cambios del
estado de salud, según el equilibrio entre estos cuatro humores. Actualmente,
se intenta, con mayor o menor éxito, clasificar todos los estados de salud o de
ánimo que nos afectan. Así, el síndrome de la cabaña quiere recoger los efectos
sobre la salud que el confinamiento dictado por el estado de alarma ha generado
durante estos meses.
¿Qué es el síndrome
de la cabaña?
Es el
estado de miedo por salir a la calle.
Miedo a contactar con otras personas
fuera de las paredes de nuestra casa y temor a realizar actividades que antes eran cotidianas como
trabajar fuera de casa, coger medios de
transporte público, relacionarnos
con otras personas conocidas, etc., o sea hacer una vida social.
¿Cómo se ha generado?
Al
inicio del confinamiento, las personas hemos tenido que hacer una adaptación a
la perdida de la libre circulación por la vía pública y esto nos ha podido
generar ansiedad, irritabilidad y agitación, pero a lo largo de los días nos
hemos adaptado y algunos hemos visto en esta nueva situación un estado de
confort, seguridad y tranquilidad en las actividades dentro casa, a la vez que nos
producía ansiedad e irritabilidad el mero hecho de pensar en salir a la calle o
retomar la vida que teníamos antes del confinamiento, fundamentalmente por el
miedo a infectarnos por el virus.
¿Estamos todos expuestos a este síndrome?
Evidentemente
todos somos susceptibles de manifestar este estado de ánimo, en mayor o menor
medida, pero se da con más asiduidad en las personas más aprensivas,
fundamentalmente en aquellas que las autoridades sanitarias las señalan como más
vulnerables o aquellas que han tenido una experiencia vital negativa con el
virus como la muerte o enfermedad de un familiar o persona cercana, estar sobre-informados
de las efectos negativos y mantener conversaciones con el entorno de los
aspectos pesimistas de la pandemia.
¿Qué hacer para combatirlo?
1º.- Iniciar el contacto con la vida social de forma
gradual. Las salidas a la calle deben de ser en función de nuestras necesidades
y es recomendable marcarnos unos objetivos diarios que nos sean agradables,
como pasear, hacer ejercicio, acercamiento a lugares familiares que nos hagan
contactar con el aire, la naturaleza, los ruidos, las personas que nos
produzcan una sensación agradable.
2º.- Tener presente y poner en práctica las medidas
de seguridad frente al contagio de virus (uso de mascarillas, distanciamiento
social, higiene de manos) porque esto nos va a proporcionar seguridad y
disminuye el nivel de ansiedad generado por este síndrome.
3º.- Se puede percibir una sensación rara y de
tristeza al contactar con la nueva realidad y esto generar ansiedad, pero el
acercamiento progresivo a estas situaciones la van a ir incorporando a nuestra
vida como algo cotidiano y disminuyendo la ansiedad.
Por último, la aportación progresiva y responsable de
cada uno de nosotros al desarrollo de actividad laboral, social, lúdica y
recreativa es la mejor terapia para nosotros y para los demás.
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