FUTURO DIFERENTE, por A.F. García
No podemos pensar en un futuro como una
simple continuidad del pasado, como si nada hubiera ocurrido. De los errores se
aprende y de eso se trata. Este error es global, lo estamos sufriendo todos. La
idea de buscar un culpable o quién es más culpable no lleva a ninguna parte. Es
mezquino.
El cuidado de nuestra atmósfera, de nuestro
suelo, nuestras plantas, animales o personas, de nuestros mares, nuestra
minería, industria, agricultura, nuestra sanidad, educación, nuestro modo de
vivir deben ser considerados a fondo. Hasta nuestro ocio actual o modo de consumo debe
replantearse de manera diferente, aunque su adaptación se haga gradual.
Salvar España en contraposición a arruinar
España… ¿Qué significan esas expresiones que se dicen tan categóricamente
decenas, hasta cientos, de veces al día?
¿Qué es España? Para algunos, entre los que
me incluyo, España son todos y cada uno de los 47 millones de personas que lo
habitan, diversos, pero unidos por dos milenios de historia.
Lo importante para España, para esos 47
millones, desde un punto filosófico y ético y siguiendo la escala lógica de
valores, son la vida, la salud, el bienestar…
¿Se puede hablar de otros valores? Por
supuesto, pero debe ser a partir de éstos. Si éstos están a salvo, también lo
está España.
Dentro y fuera de nuestro país, puede haber
personas, gobernantes, líderes políticos… que den preferencia a la economía, la
producción ... Nunca se debe situar, en escala de valores, el producto por
delante del ser humano que produce y consume, al menos mientras éste sea una
persona que piense y sienta, no un robot.
A este propósito, deseo recordar la evolución
de la crisis financiera de 2008. No me siento en condiciones de afirmar o negar
que España haya recuperado el nivel global del PIB de principios de ese año.
Sí me siento en condiciones de afirmar que en
esos 11 años (2008-2019) el número de personas que viven bajo el umbral de la
pobreza se ha más que duplicado; que sanidad, educación, investigación…, han
sufrido importantes restricciones; que la masa de trabajadores, empleados,
funcionarios, pensionistas… no han recuperado el poder adquisitivo anterior al
inicio de la crisis. Más grave aún, los derechos y la situación laboral han
retrocedido varios decenios, no menos de unos 40 años.
Comento lo anterior para aclarar que
producción y crecimiento económico no se traduce en bienestar y la
correspondiente vida digna de las personas, aunque así debiera ser.
Si la salud y la sanidad, a cuyo sector
pertenecen los héroes más relevantes del momento, es lo que debe hoy recibir la
atención preferente, démosle, desde nuestro interior, la merecida gratitud y
reconocimiento.
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