La Purísima y el Milagro de Mazarrón (IV), por Paco Acosta
(continuación)
SÉPTIMA DECLARACIÓN:
E luego para la dicha
información tuvo a recibir juramento en forma de derecho de Pedro León
Rosique, vecino de esta Villa al cual habiendo jurado y siendo preguntado
por el caso y habiendo prometido decir la verdad en cargo de el juramento fecho
y dijo: que estando este testigo dicho día diez y siete de este presente mes de
Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco años, a la hora del medio día
asentado a la mesa para comer, oyó tocar la campana de la dicha Iglesia de el
Hospital de Nuestra Señora de la Concepción y daban voces que había Milagro y
que Nuestra Señora lo hacía, y ansí allá este testigo y vido que allí había mucha
gente arrimada a la Iglesia dando alabanzas a Dios Nuestro Señor y la puerta de
la dicha reja estaba cerrada con la llave, y vido como la lámpara estaba
encendida, y estaba dentro de la Capilla, la cual tenía la lumbre harto mayor
que hasta allí; y vertía aceite de la dicha Lámpara en el plato que estaba
abajo, en abundancia, y la puerta de la reja de la dicha Capilla que estaba
cerrada, estaba Ginés Perez de Monzón, el Mayordomo de la dicha Iglesia, que no
osaba abrir la puerta, y ansí el Mayordomo mandó llamar a Ginés de Sifuentes;
Cura de San Antonio, que es la dicha Iglesia aneja a donde el es cura, y venido
que fue el dicho Mayordomo habrió la dicha capilla, y entró el dicho cura y
estuvo mirando y este testigo oyó decir a todos los que allí estaban y al
Hospitalero y a su mujer que la dicha Lámpara había estado muerta desde antes
que amaneciere, y que nadie la había encendido porque desde anoche que la
encendieron ellos, no se había habierto la puerta hasta ahora que la habría el
mayordomo para que entrara el dicho Cura, y habiéndose hallado ahora encendida
y con tanta abundancia de aceite como se veía se derramaba en el plato,
habiéndole, de parte de noche echado una cuarta de aceite, que jamás llega a
las doce de la noche y ansí, por lo dicho se entendió el dicho milagro; y luego
se fue este testigo a comer; a las voces que la multitud de gente daba volvió
este testigo a la dicha Iglesia y vido como la Imagen de Nuestra Señora de la
Concepción estaba el rostro de la Virgen más inflamado que de antes, y lo vido
unas gotas de agua e manera de sudor, como perlas, en el rostro a la mano y
parte derecha de el dicho en abundancia; y vido como el Cura de San Andrés que
acudió allí, que se dice Bartolomé de la Parra con unos corporales con que
enjugaba el rostro de la Imagen, y vido este testigo como los dichos corporales
con que enjugaba el rostro de la Imagen de Nuestra Señora, después de haber
enjugado el rostro y pasado a la Imagen por la cara y la Lámpara todavía llena
de aceite; y ansí vido este testigo que de las gotas de sudor de el rostro de
la Imagen les ponían los dichos Clerigos en la cara y ojos de los que allí
estaban, y duró este Milagro de el sudor y aceite de la Lámpara más de una hora
y media, y ansí, entiendo por lo dicho, como por haber estado estas noches
antes, tan junto de este Villa tanto multitud de Moros, sin haber sido sentidos
hasta que se embarcaron sin haber hecho daño a ninguna persona, ni cautivado a
nadie, habiendo venido tres leguas por tierra y pasado por las casas de la Rambla,
que con dicho este Milagro de Dios Nuestro Señor, nos quiso por intercesión de
su Benditísima Madre, nos quiso escapar de tan mal poder, y por espertarnos del
sueño y que le diésemos por ello gracias, nos lo mostró como dicho es, y este
testigo vido y que esto es la verdad y lo que sabe por el juramento hecho, y
que es de edad de cincuenta y cuatro años poco más o menos y firmólo. Pedro de
Leon Rosique. Ante mí, Jorge Escobar.
OCTAVA DECLARACIÓN:
Para la dicha información el
Señor Alcalde Juan Zamora Vivancos, tomó e recibió juramento en forma de
derecho de Lucas Treviño, vecino de esta villa de el cual haciéndose
cargo de el prometido decir verdad dijo, que lo que de ello es, que el domingo
pasado que se contaron diez y siete días en el mes de Noviembre de el año de
mil quinientos ochenta y cinco, ese día por la mañana hubo rebato al reir el
alba y dijeron que había venido un guarda de la Cueva de los Lobos, que había
dicho que había sentido rumor, y ansí vino a dar aviso de ello, y se tocó la
Campana del Castillo y la gente despertó y fue la gente de a pie y a caballo a
la Mar y según dijeron los que a el dicho rebato fueron que vieron como siete
Galeotas gruesas iban a la vuelta de Cope que es la banda de poniente de esta
Villa, y ansí andando mirando la dicha gente que a el rebato fueron que había
hallado el rastro de los dichos Moros venía donde la dicha casa de los Lobos
hasta la Cueva de el Plomo y de allí a la voquera adelante por junto a la sierra
a la heredad del dicho Señor Alcalde Juan de Zamora y a las Moreras grandes y a
la Torre de éste en la dicha heredad y de allí vivieron por las tierras de
Sepúlveda, a la Cruz de los Caminos que va de esta Villa a la Rambla y de allí
por la Rambla a el Camino de las Pedreras viejas a el Puerto de Piedra Malo; y
ansí, según dijeron los que fueron a descubrir, que pasaba el rastro de los
dichos Moros hasta Palazuelos al Vol, que dicen de el diablo y que el dicho
rastro era tan grande que parecía muy bien haber por él más de quinientos
hombres, y llegaron tan cerca esa dicha noche los dichos Moros, unos quinientos
pasos de esta Villa sin ser sentidos de alguna persona, y ansí se retiraron a
hacer madrugada sin ser compelidos de persona alguna y todo este lugar estuvo y
quedó escandalizado de haber visto rastro de gente tan grande y haber llegado
tan cerca de esta Villa y no haber dado en ello que con grande facilidad se
pudieron llevar tantos hombres y mujeres y niños; y ansí se salió de Misa
después de haberla oído y estando comiendo oyó tañer la Campana de la Iglesia
de Nuestra Señora de la Concepción; y fue éste testigo allá y halló que había
mucha infinidad de gente, dando alarido y pidiendo a Dios perdón y alabando a
Nuestra Señora la Virgen María, y vido este testigo como corría de la Lámpara
que estaba y está delante de la Imagen de la dicha Iglesia, vido que de ella
salía abundancia de aceite y caía en el plato de la dicha Lámpara y se untaba y
encendía algunas veces la dicha Lámpara y la lumbre de ella. Y el alarido de la
gente era tanta y la gente tanta, que daban voces diciendo: que sudaba el
rostro de la Imagen de Nuestra Señora que está en el altar de la dicha Iglesia,
y esto decían todos los que allí estaban cerca, y este testigo por ser
viejo no pudo llegar a vello, pero fue muy público el dicho sudor de la dicha
Imagen, y vido este testigo que estaban allí los dos curas de las Iglesias de
esta Villa y el uno de ellos tomó en sus manos corporales y limpio el rostro de
la dicha Imagen y decían que los había mojado en el dicho sudor; y mucha gente
acudió a tomar de el dicho acceite de la Lámpara que untar con él los ojos y
cara y otras partes enfermas, y luego se hizo una procesión de todas las
Cofradías y Cruces de la iglesia y fueron por las dichas iglesias hasta volver
a la dicha Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción donde había salido la
dicha procesión, y sabe este testigo que fue grandísimo Milagro el que ese día
Nuestro Señor obró con este pueblo habiendo llegado los moros tan cerca y no
habérselos llevado a todos; y que esto sabe y es la verdad por el juramento
fecho. Y que es de edad de sesenta y seis años poco más o menos, y no firmó
porque dijo no sabía; firmólo el Señor Alcalde. Juan de Zamora Vivancos. Ante
mí, Jorge de Escobar.
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"