viernes, 12 de febrero de 2021

ECO.58 CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS: VACUNAS Y MINISTRO DE IDA Y VUELTA

 Crónicas del Coronavirus: Vacunas y Ministro de ida y vuelta, por José Luis Mozo

Llegaba la vacuna y se nos iba el ministro Illa, quien, desde el principio de su nombramiento, se dedicó a los comicios catalanes. A ratos, echaba una ojeada a la cuestión sanitaria. Esto auguraba un recibimiento con aplausos a la señora ministra Carolina, por la esperanza de que, ella sí, se dedicase por entero a la lucha contra la pandemia. Peor era imposible hacerlo.

 Finalmente, los tribunales han impedido el atraso electoral de Cataluña. Olas anteriores (desde diciembre del 19) no suspendieron “convenientes” eventos, ni el 8 de marzo ni el 31 de diciembre ni intermedios. ¿Y a éste lo querían suspender por unas aglomeraciones de votantes que poco matarán, contentándose seguramente con los integrantes de las mesas? No se entiende bien. El señor Illa tenía que continuar saliendo en televisión y en tema y canales de alta audiencia, porque ello le es indispensable a cualquier candidato que se precie para recabar la atención del electorado. Olvídense de pedir la despolitización de la gestión sanitaria para pasarla a expertos. Está donde debe estar. Eso sí se entiende bien. Con su catorce de febrero, su ocho de marzo, su primero de mayo y lo que sea menester. Tranquilos, que no habrá fallas, ni sanfermines ni entierro de la sardina.

Acabamos 2020 desolados, aceptando como única esperanza el milagro, un milagro llamado vacuna. ¡Y la vacuna ha llegado! Aunque Pfizer ha reducido a la mitad las dosis que se decía iba a mandarnos, la mayoría de la ciudadanía prefería no ser pioneros en la vacunación. Pero ¡ah! ante la alarma de escasez, surge la inquietud de los ansiosos y, con ella, la carpetovetónica picaresca. Ya hay quien se está colando en la fila... dicen. Cantidad de jefes de estado y gobierno se han situado los primeros precisamente para vencer las reticencias de un buen porcentaje de ciudadanos, a los que no acaba de convencer la urgencia de la vacuna (en España, un 20%). Desde el gran Biden a la modesta Eslovaquia, pasando por el mejor, Israel. Otros, como Italia, han preferido a personal sanitario. “Primeros los de riesgo” es más bien una canción romántica entonada por los que han ido a peor, como la super Alemania de los iniciales tiempos.

Entre ellos, el gobierno que recibió varapalos generalizados de una crítica internacional unánime, por su desastrosa gestión y sus mayores tasas de mortandad en pacientes y sanitarios, y que hoy navega con mortandades más moderadas, ayudado por la menor letalidad que está presentando el bicho. Las regiones que destacaron por su mayor eficacia en el control de la enfermedad durante la primera oleada (Galicia, Andalucía y, por encima de todas, Murcia) se encuentran hoy ante indicadores de contagio que asustan. ¿Plan B de la naturaleza, la inmunidad del rebaño por contagio masivo?

Es lógico pensar que, si los mismos que dirigieron la nave en la primera singladura continúan al mando, se repetirá la misma trayectoria. Ya circula por los mentideros la conveniencia de volver a la prisión domiciliaria para restringir al virus, lo que es una falsedad. Puede restringirse el contagio, pero el patógeno nos estará esperando a la salida. Y se repite la falaz pregunta que anteriormente se hizo, “¿queréis economía o salud?”. Los desarrollos sanitarios siempre se han hecho en sociedades prósperas, no en empobrecidas o decadentes. Alguien debería responderles, en su propio idioma, que la letalidad de la nueva ola es bastante baja. En cambio, la del hambre siempre ha sido y seguirá siendo altísima.

Esperemos que esta vez, al menos, los sanitarios no tengan que fabricarse sus propios equipos de protección con bolsas de basura, y que la saturación e insuficiencia de medios no dejen pacientes de edad avanzada sentados en una silla de pasillo, lo que sucedió en algunos hospitales mientras en otras comunidades (como si fueran lejanos reinos) y en hospitales subutilizados, permanecían habitaciones y quirófanos vacantes. Murcia sabe bien de eso. Y Europa lo empieza a saber cuando algunos, antes triunfadores como Portugal, comienzan a pedir asilo sanitario en otros miembros de la Unión.

¿Se esconde, bajo este lodo, la intención de llevar al infinito las prórrogas de la dictadura legal, objetivo final de la utilización de la tragedia? Así han conseguido el aumento de tributos, la exclusión de la sanidad privada, una mala ley de educación, machacar a autónomos y pymes, y culpabilizar a los propios ciudadanos y hasta a los sanitarios a través del miedo y la complicidad de algunos medios, de modo que, tras haber perdido su libertad, sus recursos de subsistencia y algunos seres queridos, se sientan culpables de una imprudencia falaz acusados por la propaganda. Y todo ello desde una atalaya de soberbia, donde no importa andar por caminos que Europa ha rechazado, como si los europeos fueran idiotas.

Un cambio de rumbo sólo parece posible si hay cambio de personas. A quien venga le están esperando largas listas de consultas y cirugías en patologías abandonadas, oncológicos, cardiacos, traumatológicos. Los no-covid. Y aunque decidiera delegar en expertos, no se sacaría con eso la responsabilidad de encima. Los expertos diseñan procedimientos, pero el objetivo hay que imponérselo y no puede ser otro que el de erradicar la enfermedad. Si no, seguiremos sometidos al ventilador del estiércol, que ciega los ojos y abona la inapreciable (para los tiranos) cosecha del miedo.


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