lunes, 17 de agosto de 2020

ECO.55 PROPUESTA DE UN HUMANISMO AXIOLÓGICO (IV)

Propuesta de un Humanismo Axiológico (IV), por Eladio Chávarri, filósofo [1952-2002] en estudio y comentario de Baldomero López Carrera, filósofo.


(continuación)   Partes anteriores en nº 48, 51, 52 y 54.


2.- En el amplio “dominio” del ser podemos distinguir a su vez tres “subdominios”

2.1.- El subdominio de los seres hechos por nosotros

El vestido y el papel, los automóviles, el habla y los números, las teorías científicas, las fiestas y las ciudades, las obras de arte, los juegos y los vinos, los ordenadores y las carreteras y los libros son seres hechos por nosotros. Probablemente este subdominio es el que está más implicado en nuestra vida.

2.2.- El subdominio de los seres transformados por nosotros

Gran parte de los seres de los reinos mineral, vegetal y animal han sido modificados por nosotros para que intervengan en nuestra existencia. A este subdominio lo denominamos también “antroposfera”. Así pues, pertenece a ella cuanto recibe la impronta del ser humano, sean mares, ríos, espacios atmosféricos y estratosféricos, bosques, campos, compuestos químicos, animales y plantas. Hemos de señalar que el ser más transformado entre los transformados por nosotros, a la vez que el más implicado en nuestro desarrollo vital, es el propio hombre.

2.3.- El subdominio de los seres no hechos ni transformados por nosotros

A este subdominio pertenecen, por ejemplo, la gigantesca cantidad de energía que vierte el sol sobre los planetas, las galaxias o la densa esfera de hierro que llena el espacio interior. Estos seres no son del todo “no–hechos” por nosotros, puesto que desde el momento en que se relacionan con el ser humano a través de su conocimiento, éste los transforma y adquieren un significado.

 

Pues bien, hay una relación de enlace entre los seres y los ámbitos o vertientes vitales humanos. En esta relación de enlace, los seres son percibidos y vividos como beneficiosos o como perjudiciales para la vida. En el primer caso los denominamos VALORES; en el segundo, CONTRAVALORES. El agua, cuando apaga nuestra sed es un valor, pero cuando anega pueblos y campos es un contravalor. 

Ningún ser es por sí mismo valor o contravalor. Todo depende de si es beneficioso o perjudicial para las vertientes vitales de la persona. No debemos olvidar esto: el beneficio o el perjuicio para las vertientes vitales es el criterio para determinar si un ser es un valor o un contravalor.

 

¿Dónde están los valores y los contravalores? Tenemos tendencia a considerar valiosos solo a los seres. Es decir, que el valor está en los seres. Algunos afirman, por el contrario, que los valores únicamente son sensaciones especiales que los humanos tenemos ante los seres; los valores están, para ellos, en las vitalidades humanas. Para nosotros, los valores y los contravalores incluyen necesariamente a las vitalidades humanas, a los seres y a la relación entre ambos.

Tanto es así, tan profunda es esta unión, que la vida y los seres se constituyen en mutua implicación. El oído, por ejemplo, no existiría si no hubiera seres sonoros que entraran en relación con él. Y también sucede al revés: no habría seres sonoros si no existieran vertientes vitales capaces de oír. Una manzana, por ejemplo, es un valor biopsíquico porque es un ser biopsíquico que desarrolla vitalidades biopsíquicas.

 

Por consiguiente, los valores son simétricamente y a la vez manifestación de vida humana y de ser.

¡Que uno coma un buen plato de chorizo de la Alberca (Salamanca) –un valor excelente, sin duda– y verá cuántas vitalidades valiosas de desarrollan en él por la relación con el ser chorizo! Así, pues, los tres constitutivos del valor –ser, vida y relación valorativa entre ambos– son esenciales y se dan siempre a la vez. Por eso Chávarri entiende los valores como relaciones, cuyos componentes son la vida humana, los seres y el enlace entre los seres con aspectos vitales del ser humano.

Cuando aquí hablemos de valores y de contravalores incluimos necesariamente y a la vez a sus tres componentes: vertientes vitales, seres y relaciones entre unas y otras. Nunca nos referiremos a uno solo, aunque, para no fatigar al oyente, no siempre hagamos explícitos los tres.

(continuará)

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