lunes, 17 de agosto de 2020

ECO.55 JUAN CARLOS I, Rey Emérito

 Juan Carlos I, Rey Emérito, por A.F.García

Tiene su espacio en la mente de los españoles de posguerra y un apreciable e importante espacio en nuestra historia reciente. 

La mayoría de los españoles vivos no había nacido aún, cuando Juan Carlos empezó a reinar. 

Esa mayoría de españoles desconoce las circunstancias del proceso de la transición y del correspondiente consenso constitucional. 

La historia de España parece bastante desconocida por la inmensa mayoría de los españoles, incluso entre responsables políticos. El periodo posterior a la Guerra de la Independencia hasta el día de hoy más aún. Ese desconocimiento de la historia patria se podría trasladar al de nuestra Carta Magna o Constitución.

Reconozco desconocer el Código Penal español; pero como aficionado lector no puedo creer que en nuestro país el supuesto delito de un padre se pueda trasladar a un hijo. Lo digo porque parece que más de un político, más docto en leyes que yo, parece querer aplicar a Felipe VI los supuestos delitos del anterior monarca. 

Yo considero que como monarca Juan Carlos cumplió bien en su actividad tanto interior como exterior. Fue el gran embajador de nuestra recién inaugurada democracia.

Si como ciudadano, ha cometido alguna irregularidad, debe responder ante la ley como cualquier otro español.

Nuestro sistema político se ha definido como Monarquía Parlamentaria. En la historia de la vieja y veterana Europa no se demuestra que este sistema no sea mejor ni peor que el de República.

Ello no es obstáculo para un futuro diferente. ¿Tiene que ser aprovechando el momento que todos estamos sufriendo?

Las cosas de Estado necesitan periodos de reflexión, diálogo y elaboración consensuada entre los grupos políticos y todas las representaciones de la sociedad, madurando sus ideas en una nueva constitución, que tendrá que ser aprobada también en referéndum. Pero ¿creen ustedes que estamos en el momento adecuado? ¿En el estado actual de confrontaciones se aprecia algo de diálogo constructivo que permita llegar a un mínimo consenso necesario?.

El plantearlo, por parte de algún grupo político, con esa ansiedad y premura, resulta irresponsable y poco serio.

Es más grave el armar bronca y calentar el ambiente a diario tal como se está haciendo de manera irresponsable y ruin desde hace ya muchos años.

Como imagen grata de Juan Carlos I, Monarca del Reino de España, guardaría la de la noche del 23-24 de febrero de 1981 en el ansiado y deseado discurso en el que tranquilizó a los españoles, más expectantes y preocupados que nunca en muchos años.

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