viernes, 11 de mayo de 2018

ECO 40. ¿Clarea el horizonte?


¿CLAREA EL HORIZONTE?, por A.F.García



El horizonte de nuestro país parece que empieza a clarear. Parece alborear con alguna claridad sobre los oscuros montes: la situación socioeconómica, la situación social, el problema catalán, la corrupción…

 Si en siete años de gobierno podemos aceptar que crece el PIB, diremos que ya era hora, pues no estamos convencidos de que hayamos mejorado ni respecto al período anterior ni respecto a la media internacional. Los pensionistas y la mayoría de los asalariados han perdido por adquisitivo. Los derechos laborales y las prestaciones sociales han retrocedido más de tres décadas. Desde luego hay menos cotizantes a la Seguridad Social que hace diez años. Parece que la recuperación está siendo a costa de los que menos pueden, grave defecto que se debe corregir sin excusas ni aplazamientos.

Un esperaba que las elecciones del 21 de diciembre resolvieran la fractura de la sociedad catalana, pero, al contrario, se consolidó. Sin embargo, ya no se ve un bloque cerrado, como tren lanzado, sin freno, hacia la república. Algunas mentes empiezan a poner pies en tierra y pensar en los catalanes. No entiendo el efecto mesiánico y la fascinación que el líder ejerce sobre unas gentes de por sí muy prácticas. Tampoco entiendo que quienes apartaron sin traumas al más legitimado Artur Mas identifiquen tanto con Cataluña a quien la abandonó por deseo propio. No parece lógica tal pasión. En sus peculiares manifestaciones sólo se aprecia preocupación por su suerte, la de su procés y la de los que se embarcaron con él, ninguna por la de los 7.5 millones de catalanes.

En asunto de corrupción han aparecido implicados dispuestos a colaborar con la justicia. Es lo que procede entre personas con sentido moral y de justicia. El ocultar los delitos del compañero es propio de las personas que se asocian para delinquir y ponen el compañerismo como primer principio o único.

El responsable político tiene que ser justo y hacer que lo sean los demás. Si quienes comparten responsabilidad delinquen, se hace cómplice de su delito.

Si no se entera, es incompetente para ese cargo y debe abandonarlo. Mal puede velar por la justicia y el bien público quien no controla siquiera al que tiene a lado y comparte responsabilidad. 

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