lunes, 22 de julio de 2024

ECO.79 AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra) CONTRA LA DEMENCIA (I)

AOVE (Aceite de Oliva Virgen Extra) CONTRA LA DEMENCIA (I), por Juan M. Ortiz, Doctor en Medicina

 

He oído muchas veces comentarios de personas que se quejan de que los consejos dietéticos son contradictorios. Tan pronto el pescado azul es maravilloso como es un veneno, comer cinco veces al día unas veces es mejor y otras peor que hacer solo una comida, hidratos de carbono sí o hidratos de carbono no, dieta de la alcachofa o dieta de la pera, melón de día o melón de noche, etc. 

En ocasiones se trata de informaciones de tercera o cuarta mano sin ningún fundamento; pero otras veces la contradicción procede de fuentes fiables. En estos casos hay que comprender que es el resultado inevitable de la manera en que se llega a ese conocimiento ya que solamente las creencias son incontrovertibles. Lo que se cree se cree, no se discute, pero lo que se descubre mediante una investigación puede negarse mediante otra mejor hecha o con más datos y a su vez, ésta puede discutirse cuando mejora la tecnología, etc. 

En el país que es el primer productor del mundo en aceituna (olivas para otros) no es de extrañar que las noticias sobre el aceite de oliva sean del máximo interés. Si multiplicamos los kilos de aceite y aceituna de mesa producidos por su valor de mercado nos encontraremos con cifras que explican más que sobradamente las decenas de escritos sobre las maravillosas virtudes del aceite. Por supuesto, al lado de los entusiastas más o menos influidos económicamente por el olivo y sus productos han de estar los enemigos también económicamente influidos. Escriba usted “propiedades del aceite de oliva” en un buscador de internet y entenderá lo que estoy comentando. 

En estos días he leído en una revista sobre medicina la reseña de un trabajo de investigación cuyo título atrajo mi atención “El alto consumo de aceite de oliva se relaciona con una menor cantidad de muertes relacionadas con la demencia”. El artículo se publicó en mayo en JAMA revista de la Asociación Médica Americana lo que, de entrada, permite suponer cierto nivel de calidad. Aprovecharé este asunto para intentar explicar el porqué esa aparente contradicción en asuntos de comida. 

Que yo sepa esta comunicación ya ha tenido repercusión en la prensa, lo que no es de extrañar dado lo “goloso” del título. Y más de una vez. 

Se trata de un estudio retrospectivo. En este tipo de investigaciones lo que se pretende descubrir depende de hechos y situaciones que ya han sucedido y de los que se dispone de información mediante bancos de datos de diverso tipo. Frente a los estudios prospectivos, en los que los experimentadores fijan qué se va a estudiar en base a las hipótesis que se pretenden demostrar o de lo que se trata de investigar, los retrospectivos presentan algunos inconvenientes y también ventajas como veremos a continuación. La desventaja fundamental es que en un estudio retrospectivo es muy difícil poder demostrar una relación causal (una cosa produce otra) frente a una asociación (una cosa ocurre junto a otra). 

Pero primero un resumen de lo esencial del artículo publicado. Los autores estudian la posible relación entre la cantidad de aceite de oliva que se ingiere y la mortalidad relacionada con demencia. 

Lo estudian mediante datos recogidos en dos fuentes norteamericanas el Estudio de Salud de las Enfermeras (NHS; Nurses’ Health Study 1990-2018) y el Estudio de Seguimiento de Profesionales de la Salud (HPFS; Health Professionals Follow Up Study 1990-2018). 

Aquí tenemos una de las ventajas de los estudios retrospectivos como éste: la gran cantidad de datos de que se dispone. En este caso de 92.383 personas seguidas durante 28 años (casi un 66% mujeres). También es un factor favorable la gran duración del estudio. En un estudio prospectivo no sería rentable esperar 20 o 30 años para tener los resultados. Nadie te financiaría…. 

La información fundamental que se analiza es el consumo de aceite de oliva en gramos por día estratificados en “nunca, menos de 4,5g/d, entre 4,5  y 7 g/d y más de 7 g/d”. Aquí encontramos otra de las desventajas de los estudios retrospectivos mediante respuestas a un cuestionario y es que hay que confiar en las respuestas que los sujetos dieron cuando se les preguntó (que decían verdad), que entendieron lo que se preguntaba, que sabían lo que respondían y que contestaron a los cuestionarios cada vez que se les presentaban. Teniendo en cuenta el grado profesional de la muestra es razonable pensar que sabían lo que decían y confiar en que se cumple lo demás. 

Otro problema de estos estudios es que no siempre se anotan los datos que nos interesan, en este caso los autores solo pudieron estudiar los recogidos a partir de 1990 (las bases de datos se iniciaron en 1976 y 1986) que es cuando se incluyó en el cuestionario el consumo de aceite de oliva. 

El resultado principal que presenta el artículo es que “el consumo de al menos 7 g/d de aceite de oliva se asoció con un riesgo 28% menor de muerte relacionada con la demencia”.

El valor se sitúa entre los límites probables de menos de un 19% a menos de un 36%, “en comparación con el consumo de aceite de oliva nunca o rara vez”. La disminución no se relaciona con la calidad de la dieta. 

El consumo de 7 g/d viene a ser un consumo del orden de un litro de aceite de oliva, por persona, cada 4 meses más o menos (840 g). Se incluye el aceite que se usa para freír, hornear, el de las ensaladas o el añadido a cualquier plato. 

Los autores especifican que dentro del término demencia incluyen la “demencia senil”, la “demencia presenil” y la “enfermedad de Alzheimer”. La relación con el fallecimiento se obtuvo a partir, generalmente, de los certificados de defunción cuando figuraba como causa subyacente o como causa contribuyente. Esto supone otro problema para interpretar las conclusiones ya que diagnósticos como el Alzheimer y otras demencias es frecuente que no se incluyan entre las causas de la defunción que figuran en el correspondiente certificado. 

Hay dos datos interesantes en la población estudiada, se trata de personas blancas de Estados Unidos y en promedio consumen muy poco aceite de oliva. La ingesta media (desviación estándar) de aceite de oliva fue de 1,3 ± 2,5 g/d.

 

(continuará)




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