jueves, 17 de diciembre de 2020

ECO.57 EL MONASTERIO DE SAN JOSÉ DE LAS CARMELITAS DESCALZAS

EL MONASTERIO DE SAN JOSÉ DE LAS CARMELITAS DESCALZAS, por Paco Acosta

El monasterio de San José, de las Madres Carmelitas se encuentra en el término de Valdelentisco-Tallante junto a la carretera RM-332 en el tramo comprendido entre el Puerto de Mazarrón y Cartagena.



Se trata de un monasterio de arquitectura moderna, que es más visible cuando se viene desde Cartagena. Si se llega desde el Puerto de Mazarrón queda algo camuflado y es muy posible que te pases, sobre todo si no tienes muy claro donde está. Cuando es la primera vez que pretendes llegar, hasta puedes estar intentando localizar un Monasterio clásico al uso, incluso un edificio antiguo. No es así. Este es un monasterio moderno. 

En la Región Murciana, concretamente en Caravaca de la Cruz, existe, ahora sin religiosas -son las que se trasladaron aquí-, otro Monasterio de San José, también de las carmelitas descalzas, que fue fundado en tiempos de Santa Teresa de Jesús en 1576. Fue el primer establecimiento de Carmelitas Descalzas en la Región. En la actualidad ese Monasterio de Caravaca, es únicamente un BIC, un Bien de Interés Cultural, pero tengo entendido que desde que lo vendieron las monjas en 2003, no ha tenido el adecuado mantenimiento y se encuentra ahora muy deteriorado por el ataque de la carcoma, las goteras y el abandono.

En su momento, los compradores pretendían rehabilitarlo, para transformarlo en un hotel de cuatro estrellas. No consiguieron sacar adelante el proyecto y el resultado es ahora un monumento importante, mal cuidado, en manos de los bancos. Es más, diversas asociaciones culturales han denunciado que de su interior habían “desaparecido” algunos elementos arquitectónicos y decorativos de gran valor…

El de aquí, lo habitan unas pocas monjas de clausura, de la orden Carmelita descalza, la que fundó Santa Teresa de Ávila, de nombre Teresa de Cepeda y Ahumada, también conocida como Teresa de Jesús. Hasta aquí nada especialmente destacable; a lo sumo te puedes plantear algunas cuestiones como ¿de qué viven? ¿porqué han construido ese edificio nuevo que parece ser de buen tamaño? Podrías suponer que, como otras comunidades religiosas, obtienen algunos ingresos de la repostería…, o hasta que tienen espacio habitable capaz de albergar retiros o ejercicios espirituales… Las veces que he estado allí no he visto nada ni nadie que indique el que allí se organicen esas actividades. Da la impresión que tienen terreno suficiente para cuidar una huerta, pero incluso aunque sea así en la actualidad no se puede comer únicamente con lo producido en este tipo de cultivos.



Ninguna de estas preguntas queda aclarada cuando traspasas la puerta de entrada y visitas la Iglesia. Si las religiosas hicieran “dulces” para subsistir, como es frecuente en otras comunidades de religiosas, me imagino que en la cancela habría algún cartel indicándolo. Pero allí, en la entrada, únicamente hay una imagen de San José y un mueblecillo, pequeño, de esas velas eléctricas, que se encienden cuando echas una moneda. Y ahora, en tiempos de la covid, un frasco de gel hidroalcohólico…

La Iglesia. Se trata de un recinto amplio, limpio, cuidado, luminoso sin deslumbrar, de arquitectura moderna y sencilla que en su silencio invita al recogimiento. Al fondo, en la parte posterior, las rejas habituales de los conventos de clausura. Podría tratarse de un “salón de actos”, ya que no cuenta con otros motivos o adornos religiosos que los imprescindibles, el sagrario y el altar. Así que toda la atención converge a un espectacular retablo formado por cuadros que recuerdan iconos bizantinos. Allí se puede ir a rezar o incluso a contemplar esas pinturas… Me imagino que las monjas desearán que la contemplación de esos cuadros te ayude a hablar con Dios.

 

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