"Turistas extranjeros" por la zona de Cartagena y Mazarrón, en los siglos XVIII y XIX (X), por Paco Acosta
(continuación)
HANS CHRISTIAN ANDERSEN (1805-1875)
Se trata, efectivamente, del
famoso escritor danés de cuentos para niños. Visitó España en 1862. En su obra In
Spanien, (editada en 1863) nos deja retazos de sus impresiones. En
general muestra una simpatía por todo lo español, aunque no lo manifiesta tanto
cuando se refiere a Cartagena, a donde llegó desde Murcia, para tomar un
barco hacia Málaga.
En la “Fonda Francesca”, donde se
hospeda, “todo parecía sucio y deslustrado”; “las habitaciones” …
”con aspecto de celdas”. Con el hijo del cónsul danés, que le hace de
guía, recorre Cartagena. Llega al Puerto, que describe. “Una isla lo
defiende de los vientos y los fuertes lo protegen de los enemigos”. Y continúa
“nunca había visto un paisaje más salvaje, más áspero que el de este sitio:
ni un árbol, ni un arbusto, ni siquiera un cactus”. También muestra algo de
optimismo, pues dice que “cuando esté terminado el ferrocarril entre Madrid
y Cartagena, el puerto se convertirá en el más frecuentado de toda España”. Cruza en bote hasta el Arsenal, donde había “galeotes
trabajando”, estaban “preparando diversos objetos de decoración” y “un
bonito jardín”, para “la anunciada visita de la Reina”.
No nombra directamente Mazarrón,
aunque nosotros lo intuimos por lo que dice: “Me tropecé con un paisano en
su mula que transportaba delante dos grandes sacos llenos; uno se había
reventado y le salían trozos de una masa roja de un ocre amarillo” y ”lo
que transportaba era la tierra roja de almagra”. “La sacaban de un
pueblo próximo, según me informé, y la usan para mezclar con tabaco en polvo”.
VALÉRIE BOISSIER, Condesa de
GASPARIN (1813-1894)
Esta culta escritora suiza,
-casada con un noble francés-, inició su carrera literaria publicando cuentos y
ensayos. Aficionada a los viajes, tras pasar por Francia, Italia, Grecia,
Jerusalem, Egipto,… en 1866 recorrió
España. Publicó en 1869 un extenso volumen que tituló À travers les
Espagnes. Catalogne-Valence-Alicante-Murcie et Castille, en el que
recoge sus impresiones, en forma de diario, con un claro matiz literario, más
que descriptivo. “El antiguo nombre de Cartagena nos hace encontrar
hermosas todas las fealdades y poéticas todas las miserias”. “El
desierto, en vez de morir en la playa, lanza sobre la inmensidad el perfil de
cuatro picos”. “Pasamos la colina, calles largas y alegres se abren ante
nosotros, el puerto no está lejos”. “Es triste y es bonito”.
“¡Pobre Cartagena! Tu gloria
pasó. Ya no hay flota, no hay jardines, ya no hay batallas”, “las minas
de plata se han perdido”. “Todavía se explotan las minas. Compañías
extranjeras han retomado los trabajos; sin embargo, en cuanto la plata aparece
los trabajos se paran. La aparición de un filón de plata expropia al poseedor.
La plata pertenece por derecho al gobierno español” “y lo que haría en otro
lugar la fortuna del propietario es aquí su ruina”. “¡Una desgracia, pues, para
quien encuentre una veta!, inversión de fondos, trabajos exteriores, todo está
perdido. El Estado excava o no excava, esto le concierne, pero usted se queda
sin nada”.
Le llama la atención el jardín botánico
y también se fija en el jardinero: “con sus pantalones cortos, con
sus limpias medias blancas;” “los brazos que parecen remos”, “coronado
con una montera más roja que una amapola”.
Da un paseo por los alrededores
en una galera. “Pocas o ninguna industria. Nos dicen que las gentes de la
región viven de ensalada y pescado”.
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