viernes, 3 de mayo de 2024

ECO.78 TELETRABAJO, TELEASISTENCIA,... TELEVIDA

Teletrabajo, Teleasistencia,... Televida, por Juan M. Ortiz, Doctor en Medicina 

Durante el inconstitucional periodo de confinamiento al que nos vimos sometidos durante la pandemia de la COVID (la D es de disease = enfermedad) no nos quedó más remedio que aprender a utilizar las tecnologías que permiten la comunicación a distancia gracias a la red de internet. Finalizada (?) la epidemia hemos vuelto a la normalidad, aunque algún rastro ha quedado en forma de teletrabajo y en la sustitución de la cola habitual en la administración por la misma cola, pero eso sí, ahora se hace la cola después de pedir la cita previa.

Todavía recuerdo cuando a principio de siglo se me ocurrió mandar por correo electrónico a mi oftalmólogo una fotografía (selfie diríamos) de mi ojo derecho consultando sobre el aspecto que presentaba. Mientras me abroncaba porque «eso hay que verlo directamente, así no se puede hacer un diagnóstico» me explicó lo que me pasaba y me puso el tratamiento.

Esto me hizo pensar, entonces, en las posibilidades de las nuevas tecnologías para que algunas veces se pueda sustituir la cita, espera y visita en la práctica de la medicina con la consulta a distancia. Aunque durante el confinamiento la mayor parte de las veces la relación era por teléfono es evidente que se podría mejorar utilizando técnicas como la videoconferencia y mucho más aún con los sensores que miden parámetros corporales y mediante el propio teléfono móvil lo envían al especialista correspondiente.

Sin ir más lejos y como simple particular he utilizado un sistema que mediante un parche puede ofrecer datos sobre la glucosa en sangre cada diez minutos, durante quince días y los transmite al teléfono móvil que, a su vez los puede enviar al endocrinólogo o al médico de cabecera, quien con la información y gráficos que proporciona puede ajustar las dosis de insulina sin necesidad de punciones repetidas ni de acudir a la clínica. Por el momento y salvo en casos de diabetes tratada con insulina, el sistema de salud no lo financia.

El otro sistema es un simple aparatito que colocado en la rodilla y sujeto con las dos manos (tiene el tamaño de la mitad de un peine normal, más o menos) obtiene el Electrocardiograma en las derivaciones I, II y III y calcula las “aumentadas” (aVR, aVL y aVF) y las envía por correo como un “pdf”. La propia aplicación emite un sencillo informe sobre la existencia o no de arritmia y (pagando una cuota) puede enviar los datos a un especialista para una explicación más amplia. Supongo que tampoco lo financia la Seguridad Social, pero es evidente que (en el caso de las arritmias) ahorraría buena cantidad de tiempo y dinero evitando tener que pasar por cardiología para que te hagan un ECG normal ya que solo sería preciso acudir al especialista cuando lo que se obtenga en casa sea algo anómalo y por lo tanto necesitado de una exploración más profunda.

Existen otras aplicaciones, desde las píldoras “inteligentes” que con su minicámara podrán sustituir a exploraciones tan molestas como la colonoscopia, hasta las pulseras y relojes que ya se permiten sustituir a los, casi recién nacidos, pulsioxímetros. Pero la importancia del asunto reside no solo en lo que son capaces de medir sino en el avance que supone su envío a distancia como complemento en la teleasistencia.

Hablando de teleasistencia he aquí una metodología que no gusta ni a los médicos ni a los pacientes. Las encuestas parecen indicar que más de la mitad de unos y otros están en contra. Supongo que se trata del rechazo a lo nuevo, tan asociado a su opuesto, el entusiasmo por la novedad que en ambos casos se podría definir como la enfermedad infantil de la tecnología. Pero es evidente que se trata de una opinión poco fundamentada en los hechos, porque existen pocas pruebas de que sea mejor o peor, en todos los casos, la teleasistencia frente a la asistencia presencial o viceversa.

Sin embargo, esta falta de información parece que va a cambiar. Recientemente se ha llevado a cabo en Australia un estudio para comprobar si es peor la teleasistencia que la asistencia presencial en el caso particular de la fisioterapia de la osteoartritis de la rodilla. Por supuesto que se trata de un trastorno particular pero lo interesante es que inicia una vía para comprobar si ocurre lo mismo en otras situaciones. Simplificando mucho he aquí lo esencial del estudio.

Se reclutó a un grupo de fisioterapeutas interesados en el asunto a los que, si lo precisaban, se les entrenó en el uso de videoconferencias y tele-rehabilitación.

Se inscribieron para el estudio a casi 400 pacientes que padecían el característico dolor crónico o impotencia funcional propio de la osteoartritis a los que se les prescribió un plan de actividad física.

Los pacientes fueron asignados de forma aleatoria a consulta por videoconferencia o a consulta presencial con cinco consultas en tres meses. A los tres meses se estudió el resultado sobre el dolor que referían los pacientes y sobre su actividad física.

Se encontró que, a los 3 meses, en los dos grupos se había mejorado, pero que no existían diferencias en la mejora del dolor o en la actividad física entre los dos grupos.

A los 9 meses el grupo de teleasistencia tenía mejores puntuaciones de actividad física que el presencial, lo que se podría explicar porque la adherencia al programa fue mayor en este grupo ya que el 96% de ellos recibieron tres o más consultas a distancia, mientras que sólo el 84% de los pacientes asignados al grupo presencial fueron a más de dos consultas.

La conclusión es que la fisioterapia de rehabilitación de la osteoartritis de rodilla mediante videoconsulta no da peores resultados que las sesiones presenciales.

Falta que estudios similares se lleven a cabo con otras patologías que permitan sustituir la actividad presencial por la consulta a distancia y con los que se compruebe si los resultados del tratamiento son o no similares.

Lo que no sería nada malo en un sistema de salud con retrasos en las citas de hasta seis meses.


El artículo original es:

Telerehabilitation consultations with a physiotherapist for chronic knee pain versus in-person consultations in Australia: the PEAK non-inferiority randomised controlled trial - The Lancet

 (https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(23)02630-2/abstract)

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"