Asaltos a Parlamentos (III), por Nicolás Pérez-Serrano Jáuregui
(continuación)
Hay claros ejemplos de que esos
rasgos comunes conforman un patrón, aunque todo puede variar y quizá el rasgo
diferenciador sea si su planificación y ejecución provienen directamente de una
institución del Estado (Yeltsin, Rusia, septiembre 1993) o de una tropa
insurrecta que espera que el poder se sume a su golpe (febrero 1981, España).
Hay también otra modalidad: los intentos
fallidos. Entre ellos, últimamente, el de un grupo de la extrema derecha en
Alemania (comienzos de diciembre de 2022), que tenía pensado emplear “medios
militares” para asaltar el Bundestag. Entre los detenidos (en 11 de los 16
Estados federados) hay una ex diputada del partido Alternativ für Deutschland
que era juez. Tras ello, amén de personalidades de otras tendencias, se esconde
una organización que no acata el Parlamento: Ciudadanos del Reich o
“Reichsbürger”.
El propio día en que se divulgaba
esa noticia (8 de diciembre de 2022) en Perú era derrocado el Presidente Pedro
Castillo después de haber intentado sin éxito decretar un Gobierno de excepción
con disolución de la Cámara, el Congreso. Su mandato, al frente de un Gobierno
de izquierda, ha durado un año, pues fue elegido en 2021. En su planteamiento,
esta operación, ideada por Castillo, se asemejaba a la intentada por Fujimori
en 1992. En todo caso, hay aquí dos importantes lecciones:
1ª el prestigio del Parlamento, a
pesar de las “crisis” y de las ideologías que propugnan su disolución o
conversión en algo distinto y no como fruto de la democracia
directa/representativa.
2ª que en ese caso ha sido el
propio Parlamento quien por votación ha derrocado a quien pretendía disolverlo.
Golpes y contragolpes. ¿No es, así, todavía más claro que resulta difícil
atinar con la taxonomía y la etiología de los asaltos a las Cámaras legislativas?
Dice Nicolás Pérez Serrano16
que a veces el Golpe de Estado es considerado una subespecie del género
“revolución” y otras como modalidad de la dictadura. “Constituye un suceso
político que modifica violenta, brusca e ilegalmente el régimen jurídico
establecido y cuyo agente no es el Pueblo sino la Autoridad, depositaria del
Poder”. Es una “revolución hecha por los imperantes”, que se “apartan de la
legalidad y alteran perentoriamente las instituciones fundamentales. El signo patognómico
radica en ser los titulares del poder los que lo esgrimen y utilizan para
derrocar la estructura a que servían”. La tendencia a que responde es
conservadora o reaccionaria. Es “materia radicalmente desconectada del fallo
jurídico, toca a la Historia y a la Ética absolver o condenar, según sean en
cada caso los propósitos que se perseguían y los resultados que se lograron”.
Subrayaré en todo caso esa feliz expresión: estamos ante
suceso patognómico. Poco más hay que decir, pues así cobran sentido, a
la vez, todos los posibles contenidos de lo que es análisis taxonómico del
fenómeno y busca etiológica de sus causas.
En un artículo reciente la prensa
ponía de relieve que el levantamiento insurgente contra el pacto democrático
instigado por los partidarios de Jair Bolsonaro ya se había intentado sin éxito
en Washington. Pero también en Alemania, en diciembre de 2022, cuando sus
servicios de inteligencia frenaron a un conglomerado de funcionarios de extrema
derecha y miembros retirados de las fuerzas de seguridad que pretendían ocupar
lugares de poder institucional para derrocar a la república. La sucesión
reciente de estos asaltos obedece a lógicas muy similares: la manipulación de
los seguidores con realidades alternativas a través de las redes sociales; la
inoculación en la opinión pública de la sospecha de elecciones robadas y la
deslegitimación del adversario político a través de medios de comunicación o
incluso de tribunales, junto al desprestigio sistemático de las instancias
electorales que se pronuncian sobre los resultados de los comicios17.
B. Ejemplos paradigmáticos.
La relación no deja de ser
proteica. Tampoco ha dejado de crecer. Echemos un vistazo a casos más o menos
conocidos.
1. La Conspiración de la
Pólvora (The Gunpowder Plot) de 1605.
Entre los que reseña la historia
menos reciente el más claro es el episodio acaecido en 1605. Se conoce como La
conspiración de la pólvora. Conspiraron los católicos en Londres contra el rey
Jacobo I. Su pretensión era hacer volar al Monarca y a cuantos lo acompañasen
en la sesión parlamentaria del 5 de noviembre. El complot, no obstante, se
descubrió y fracasó así la intentona golpista gracias a un soplón arrepentido,
que puso sobre aviso a uno de los que iban a asistir a la sesión. Ello permitió
detener in situ a quien estaba al cuidado de la pólvora, Guy Fawkes,
oculto en los sótanos del Palacio de Westminster, y al que no dio tiempo a
hacer detonar los treinta barriles de pólvora que habían logrado almacenar los
conjurados. Muerte cruel esperaba a los conspiradores, que fueron torturados,
ahorcados, arrastrados y hasta descuartizados. Cuentan algunos que quedan
residuales ritos que rememoran el suceso, pues siguen encendiéndose teas u
hogueras en esa noche del 5 de noviembre para celebrar el fracaso de la trama
en lo que se conoce como “la noche de la hoguera”. El método que emplearon los
golpistas era una modalidad del butrón, pues la acumulación de barriles se
realizó desde una casa aledaña al Parlamento. Fawkes había luchado como
mercenario de los ejércitos españoles en Flandes. Y el Rey vivía casi
obsesionado por la posibilidad de un atentado contra su persona, por lo que no
era raro que vistiese ropajes muy acolchados, capaces de amortiguar una
puñalada18. Con todo ello, además, se volvieron las tornas, pues
esta conspiración produjo el nacimiento de un nuevo -añadido, diríamos mejor-
sentimiento anticatólico, y a la par la reafirmación monárquica y anglicanista.
Las narraciones de la época no pueden sino recordarme imágenes que viví en el
Congreso la noche del 23F19: en el sótano del Parlamento británico
había una antorcha y fósforos junto a una pila de leña y más de dos docenas de
barriles de pólvora, dispuestos para acabar con el Rey y “todo el cuerpo del
Estado”, dado que a la sesión -la segunda del Parlamento del reinado de Jacobo
I- asistiría la clase política en pleno. Se trataba (diseñado por el dirigente
Robert Catesby) de sustituir al Monarca, poner en su lugar a su hija Isabel y
convencerla de que se convirtiese al catolicismo.
(continuará)
16 PÉREZ SERRANO, Nicolás, Golpe de Estado,
parágrafo 327, dentro del Capítulo XXX. Situaciones de anomalía en la vida del
Estado de su Tratado de Derecho Político, Civitas, 2ª edición, Madrid,
1984, pág. 420.
17 El País, 14 de
enero de 2023, Democracias frágiles.
18 CARTWRIGHT,
Mark, La conspiración de la pólvora, World History Encyclopedia, 2021.
19 Vid. mi libro El
día en que Godzilla tomó el Congreso, Congreso de los Diputados, 2021, especialmente
pág. 55.
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