Rincón de la lectura: Javier Reverte (I), por Andrés Pérez García
Hace unos pocos meses, concretamente
el pasado 31 de octubre, moría en Madrid este magnífico periodista y gran
maestro del relato, que contaba todo cuanto veía y percibía de aquellos sitios
por donde viajaba.
En nuestro maravilloso Club
de Lectura leímos una de sus obras: “Corazón de Ulises”,
posiblemente no la mejor de su extensa y selecta colección, pero para mí fue toda
una bendición, ya que su lectura junto con la discusión que hicimos de ella en
el grupo de compañeros/as, me produjo un impresionante impacto al arrojarme con
tanta emoción al maravilloso mundo griego.
Javier
Martínez Reverte, ese era su nombre completo, estudió
filosofía y periodismo, tocando todos los palos de la prensa: colaborador,
corresponsal en Londres y Paris y columnista en varios medios de prensa y
televisión, además de novelista y guionista y con atención a la poesía, aunque
lo que posiblemente más pasión dio fue a su literatura viajera, donde mezclaba
su experiencia directa con las referencias históricas.
Precisamente sus relatos
viajeros le dieron fama y poder económico. Tanto fue así que con la aparición de
“El sueño de África”, “Vagabundo en África”, “El
río de la desolación”..., se dedicó por entero a la literatura viajera:
“Trilogía de Centroamérica”, “Los caminos perdidos de
África”, “Canta Irlanda”, “Corazón de Ulises”,
y otras más.
Pero para mí el encuentro
con Reverte y su “Corazón de Ulises” fue una sorpresa tan intensa
y agradable, que me producía una felicidad constante con cada párrafo que
leía´. Yo no soy ningún especialista de la cultura clásica, ni mucho menos; pero
siempre me han fascinado esos mundos griegos y latinos que tanto han influido
en nuestro saber. Por eso, al entrar en Grecia de la mano de Reverte y conocer
la experiencia directa con conocimiento histórico, expuestos con esa pasión y
ese amor que infundía y transmitía nuestro admirado y recordado escritor, sentí
un verdadero placer romántico.
No se trata de un libro de
viaje, es más, se mete en las consideraciones del mundo griego, de cómo se
formó el espíritu griego, cómo se crearon sus valores, las influencias de esos
peculiares dioses en la cultura griega que tanta importancia ha tenido, tiene,
en el mundo entero; pero especialmente incide con toda su grandeza en el
pensamiento mediterráneo. Dice que ha sido un viaje literario acompañado de las
historias antiguas griegas cantadas por Homero en su Odisea, y los versos de
los trágicos y de Safo. Nos cita al romántico Lord Byron que luchó y murió por
la cultura de ese fantástico país. El viaje tiene algo de eternidad, buscando
incansable el tiempo detenido. Cita a Don Quijote: “¿Acaso es tiempo mal
gastado el que se emplea en vagar por el mundo?”
Nos describe Ítaca, una
pequeña isla del mar Jónico, pobre, muy pobre, muy montañosa, con pequeños
valles dedicados al cultivo; su población es pequeña, unas tres mil personas,
pero con amor profundo a su isla. “Ítaca es pobre, -decía Ulises- y aun así
no encuentro nada tan dulce como mi patria”. Y empieza a hacer
consideraciones sobre si la belleza de la isla justifica el deseo tan intenso
de Ulises de regresar a su patria, llegando a la conclusión, por lo menos llego
yo que, cuando el alma está impregnada del aroma de los jazmines, de las
cristalinas aguas de su mar, del azul de su cielo… del saber de sus gentes, los
cantos de Homero, las máximas fragmentadas de Heráclito, la poesía de Safo, el
verbo encendido de Esquilo, los versos eligíasicos de Píndaro y las sentencias
de Platón y de Aristóteles han viajado incólume por los caminos del espíritu… La
Literatura, la Filosofía y la Ciencia fueron para los griegos un vínculo
especial que determinó su forma de ser y su manera de vivir y de organizarse,
en rebelión permanente contra la incomprensión. Yo diría que esos aspectos han
sido fundamentales también para nosotros pues los romanos los adoptaron y nos
lo enseñaron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Se ruega NO COMENTAR COMO "ANÓNIMO"