El imperio déspota, inflexible y cruel de los bancos, por A.F.García
Cuando hablo de bancos me
refiero al conjunto de bancos y cajas en general. Como ciudadano de a pie me
voy a permitir hacer del legítimo uso de la palabra al hilo de lo que estoy
observando desde hace algún tiempo.
Los bancos, las empresas,
los negocios…, al igual que los seres vivos, nacen, crecen, se desarrollan y
mueren. Las secuelas de su evolución siempre se han dejado sentir en proporción
a la magnitud del ente en cuestión. El enconamiento político siempre busca un
culpable.
Aunque siempre ha habido
crisis, incluso más dramáticas que las actuales. La de 1929 puede considerarse
la primera crisis global de los tiempos actuales y arrancó de la caída de la
Bolsa de Nueva York. Aguzó las tensiones en Europa. En España dio fin a los
ambiciosos proyectos de Primo de Rivera y se hizo sentir hondamente en la II
República.
El deseo de autarquía de la
Dictadura, a la que acompañaba el aislamiento político, supuso un periodo de 20
años de gran estrechez, que finalizó en 1959 con un plan de estabilización a
cargo de los López, los ministros tecnócratas, que supuso alguna
liberalización, sólo económica. Así lo quiso el Régimen.
Posteriormente recuerdo
especialmente la Crisis del Petróleo de 1973, consecuencia de la guerra de Yom
Kipur, Israel frente a Egipto y Siria y la posterior represalia del mundo
árabe, reduciendo la producción y exportación de los productos petrolíferos.
La Crisis Financiera Global
de 2008 se desató en Estados Unidos debido al colapso de la burbuja
inmobiliaria de 2006, que explotó en octubre de 2007 en la llamada crisis de
las hipotecas.
Nuestro país vivió en 2007 aún
en plena euforia de su burbuja: 20 millones de cotizantes a la Seguridad
Social, 5 millones de trabajadores extranjeros, creando el 40% del empleo de la
Unión Europea, un buen superávit en el arca de las pensiones… Nuestros
responsables creían poder superar el bache sin hundirse en él. En realidad, no
se ha llegado a recuperar el nivel de aquel año. Se nota sobre en lo social, en
los menos pudientes.
En nuestro país nuestros
bancos, cajas, empresas… debieran haber previsto mejor que el ciudadano normal
la explosión de la burbuja, a juzgar por las abultadas nominas que perciben sus
directivos y asesores. ¿Ha sido así? ¿Cuántos miles de millones ha tenido que
inyectar el Estado a Bankia? ¿Qué ha sido de la Caja de Murcia y del
Macroproyecto de Polaris Word? ¿Qué ha sido de la CAM? En algunas de estas
entidades algún directivo se amarraba una pensión millonaria mientras declaraba
en quiebra su caja ¿no es así?
¿Qué está sucediendo en
estos dos años de pandemia? En 2020, año de recesión, más de un 10%, y de
estrechez para millones de españoles, los cinco grandes bancos han tenido
superávits multimillonarios. En el primer trimestre de este año el Santander ya
tiene un superávit de 1.608 millones.
No es malo que los bancos tengan superávits; pero entre los presidentes de estos cinco se embolsan 15 millones de euros, treinta veces más que el resto de los empleados, mientras realizan 10.000 despidos entre estos cinco. ¿por qué? Yo no encuentro sentido ni lógica justificación a esto.
El día 8 de abril, jueves, recibo del Ayuntamiento de Cartagena una orden de pago de una plusvalía. En ella se especificaban los bancos donde se debía pagar.
Bankia, designado, condición cita previa.
Caixa, en Cartagena (Puerta
de Murcia) y en el Puerto de Mazarrón ya no funcionan como banco.
Sabadell (CAM), en Cartagena
no funciona como Banco; en el Puerto de Mazarrón, los martes y jueves para este
servicio.
CAJAMAR, en Cartagena
demasiada cola; en el Puerto, viernes, día 9, fue rechazado el cobro y lo trasladamos al martes, día 13, y se realizó sin problema.
Esta pequeña experiencia,
que se repitió más de una vez, trajo a mi mente dos problemas, grandes a los que no
encuentro solución y confluyen no poco. ¿Qué va a ser de nosotros? De los que
vamos perdiendo movilidad, habilidad… y nos vamos sintiendo impotentes. ¿Se nos
va a dejar desaparecer? Me vienen a la cabeza los miles de ancianos que en todo
el territorio español fenecieron sin ayuda de nadie, ni de sanitarios, ni de
familiares, hasta sin móvil en alguna ocasión.
Ahora menos oficinas
bancarias, horario restringido, sólo hasta las 11:00h, sólo dos días a la
semana, con cita previa, un código que cambia cada pocos días. Ya no te llegan
las noticias por correo postal ni por correo electrónico, a un móvil, que de
tantas opciones no te sientes capaz de manejar.
Sinceramente soy una persona
medianamente culta, con titulación superior, pero ya incapaz desenvolverme en
este mundo vertiginoso, ¿Cuántos hay en mi país igual o peor que yo? ¿Y en el
Mundo?
¿A dónde vamos a parar, Dios
mío? El poder del dinero, el imperio del dinero por el dinero, ya no controlado
por personas sino por máquinas cada vez más complicadas. Los pueblos vaciados y
aislados, los aislados y abandonados en las ciudades a su vulnerabilidad e
impotencia.
Pero el dinero sigue ahí,
cambiando de mano con ansiedad insaciable como un dios cruel y despiadado, que
también se lleva por delante a los que habían sido sus esclavos…
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