viernes, 4 de junio de 2021

ECO.60 EL VIEJO PINO

 El viejo Pino, por Fina Casado

Las navidades del 82 las pasamos en La Azohía. Mis hijos eran pequeños. Compramos un pino natural para adornarlo con luces y regalos. Pasamos unas estupendas fiestas, pues hizo muy buen tiempo y los niños disfrutaron de lo lindo.

Pasados Reyes, nos pusimos a guardar todos los adornos para el año siguiente. Les dije a mis hijos: “Vamos a plantar el pino; quizás agarre y se haga grande. Así siempre nos recordará las navidades tan buenas que hemos pasado”.

Pasaron meses y años y el pino crecía y crecía. Todos lo cuidábamos y enseñábamos con ilusión, pus nos parecía extraño que después de estar 15 días con regalos y lucecitas pudiera sobrevivir.

Un día, al llegar a casa, nos quedamos aterrados. ¡Habían mutilado a mi pino! No me podía creer lo que estaba viendo. Le habían cortado varias de sus hermosas ramas. ¿Quién podía hacer algo tan despreciable? ¿A quién le podían estorbar? Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas al ver cómo perdía su blanca sangre.

Abracé a mi pino y nos fundimos en un interminable abrazo mientras le decía: “no sufras, querido pino; pronto sanarás y te crecerán nuevas ramas, que de nuevo te cubrirán”.

Han pasado muchos años y su exuberancia no tiene igual. Le nacieron otras ramas y su tronco es tan ancho que ya no lo puedo abarcar; duermen cientos de pájaros en sus frondosas ramas. Es el más grande y hermoso del lugar.

Moraleja: no le hagas daño a un árbol, pues siempre te devuelve bien por mal.


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