Ante la Eutanasia que viene (III): La opinión de los Médicos -1-, por Paco Acosta
Los médicos, como todo colectivo amplio, distan mucho de tener una postura uniforme relativa a la Eutanasia. Seguro que encontraremos profesionales con opiniones “a favor” y “en contra”. Incluso, tanto en unos como en otros, habría que distinguir matices…
Lo cierto es que el objetivo más
genérico de la medicina es la salud, o dicho de otro modo, “la vida”.
En este sentido se manifiesta de acuerdo una buena parte de los colectivos
médicos.
Por eso la Organización Médica
Colegial de España, esto es, el Consejo General de Colegios
Oficiales de Médicos ha expresado su postura genérica en una declaración,
que recojo íntegra a continuación, y que lleva por título:
“LA ATENCIÓN MÉDICA AL FINAL DE LA VIDA”
Una necesidad transformada en un derecho
El envejecimiento de la
población y el aumento del número de personas con cáncer, otras enfermedades
crónicas o degenerativas, representan un reto importante para las sociedades
desarrolladas. Muchos de estos enfermos, que padecen al final de sus vidas un
sufrimiento intenso, precisan una atención esmerada en la que debe estar
implicada toda la sociedad.
Todas las personas tienen
derecho a una asistencia sanitaria de calidad, científica y humana. Por tanto,
recibir una adecuada atención médica al final de la vida no debe considerarse
un privilegio, sino un auténtico derecho.
La Medicina Paliativa debe aplicarse desde todos los ámbitos asistenciales: Atención Primaria, Atención Especializada y Atención Sociosanitaria. Además, el médico, cualquiera que sea su especialidad, debe adoptar ante el sufrimiento una actitud particularmente compasiva y humana, con empatía, respeto y delicadeza. Abandonar al enfermo cuando necesita esta atención constituye una mala práctica médica.
La calidad de vida como
prioridad
El objetivo en la atención a
las personas con una enfermedad en fase terminal es procurar su mejor calidad
de vida, lo cual implica:
- Identificar, evaluar y tratar el dolor y
otros síntomas de forma temprana, así como atender las necesidades
psicosociales y espirituales. El tratamiento del dolor no es una cuestión
opcional sino un imperativo ético.
- Procurar una comunicación respetuosa y
sincera, que aporte información responsable y adecuada. Hay que
facilitar al enfermo que pueda expresar sus emociones y siempre debe ser
escuchado.
- Una continuidad en los cuidados a lo
largo de la evolución de su enfermedad, estableciendo mecanismos de coordinación
entre todos los niveles asistenciales, promoviendo y facilitando que el
enfermo, si así lo desea, pueda morir en su casa.
- Conocer y respetar los valores del
enfermo promoviendo así su autonomía y facilitar su participación en la toma de
decisiones prestando una especial atención a las voluntades anticipadas.
- Reconocer la importancia de la familia y el
entorno personal del enfermo, promoviendo su colaboración en los cuidados. Así
mismo hay que prestar atención esmerada a las necesidades de los cuidadores.
Las actuaciones asistenciales
deberán evitar tanto la prolongación innecesaria de la vida por medio de la
obstinación diagnóstica y terapéutica, como su acortamiento deliberado, o el
abandono del enfermo y su familia.
La petición individual de la eutanasia o el suicidio asistido deben ser considerados generalmente como una demanda de mayor atención pudiendo hacer que desaparezca esta petición aplicando los principios y la práctica de unos cuidados paliativos de calidad.
Hacia una buena práctica
médica
Para el control del dolor y de
otros síntomas contamos con avances relevantes. El uso adecuado de la morfina y
de nuevos analgésicos, entre otras medidas, consigue suprimir o aliviar el
dolor en la mayoría de los casos.
La información y la comunicación
entre enfermo, familia y equipo terapéutico es otro de los pilares
fundamentales para una atención de calidad.
Se debe promover y practicar
el trabajo en equipo interdisciplinar, sin olvidar el papel del médico
como referente.
La ética clínica, entendida como la metodología que promueve la toma de decisiones respetando los valores de quienes intervienen, debe ser usada como método de trabajo cotidiano.
El reto de la formación
El progresivo incremento de
personas que precisan cuidados paliativos constituye actualmente un paradigma
que ya no se puede considerar como cuestión marginal en la enseñanza de las
Facultades de Medicina.
La demanda social de medicina paliativa es un buen ejemplo para entender la urgencia de reformas en los planes de estudio más adaptadas a las necesidades de la sociedad.
Los cuidados que un pueblo
presta a sus ciudadanos más frágiles es un exponente de su grado de
civilización. En este esfuerzo colectivo, los médicos, fieles a nuestra mejor
tradición humanística y humanitaria, siempre deberemos estar comprometidos.
A mi parecer, sin entrar en confrontación o conflicto con otras opciones, en la OMC se decantan por el compromiso de la profesión médica con la vida humana, por extender la atención a los enfermos terminales, es decir por la implantación generalizada de los cuidados paliativos. Sostienen la importancia de la información al enfermo y a su familia, para ayudar en la toma de decisiones y promover su colaboración.
En esta nota no se pronuncian, quizás
porque sus opiniones están fuertemente divididas, sobre el contenido de la ley española
de eutanasia y suicidio asistido, que ya está en sus últimos trámites,
-ni sobre su aplicación (son ellos los que tendrán que encargarse de llevarla a
cabo)-, ni sobre la creación de un registro de profesionales sanitarios objetores,
que se pretende llevar a nivel de comunidad autónoma, y que podría ser
utilizado para su “marginación”.
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