Ética y Política, por A.F.García
Al desarrollar estas reflexiones sobre la
ética y la política no podía situarlos en el mismo en el mismo artículo ni en
el mismo contexto porque no son equiparables en absoluto.
Lo único que encuentro en común es mi
apreciación personal sobre la inversión de valores que se da en ambos, aunque
también, por supuesto, de modo diferente.
Cuando hablo de inversión de valores me
refiero al hecho de que, en determinadas circunstancias o situaciones, a valores
que el común de las personas considera sólidos, inamovibles, se les da un giro
de 180º. Fernando Aramburu, en su conocida novela Patria, nos da una muestra
insuperable de ello en este diálogo de dos de los personajes: Miren y su nieta
Ainhoa:
“Estaban
sentadas a la mesa, en un rincón, y la niña, 15 años, mordisqueaba sin ganas su
bocadillo:
- A mi aita tampoco le gusta que maten.
- Tu aita es el que te ha metido esas ideas.
- Yo no sé de ideas, amona. Yo lo único que digo es que
no me gustan que maten.
- Matan y los matan. Las guerras son así. A mí tampoco me
gustan las guerras, pero qué quieres. ¿Qué sigan machacando al pueblo vasco por
los siglos de los siglos?
- La gente buena no mata.
- Claro, eso también te lo ha dicho Guillermo.
- Eso lo digo yo.
- Cuando seas mayor, ya entenderás. Venga, termina el
bocadillo y vámonos, que ya he tenido un día bastante movido para aguantar
estas tonterías.
Entonces, Ainhoa, como hablando para sí, dijo-murmuró, la
voz entrecortada por un pujo de llanto, que no tenía más hambre y dejó el resto
del bocadillo, más de la mitad…”
¿No nos ofrece esta adolescente el pensar común de las
personas? Por supuesto, en la situación normal de una persona sana equilibrada,
pero de cualquier edad y cultura.
Esto nos muestra la
inversión de valores en una parte, no pequeña, de la sociedad vasca.
¿Y en
Cataluña? Esa inversión de valores se está impulsando y sosteniendo por
importantes líderes e instituciones, que debieran hacer lo contrario. Por
supuesto, sin la colaboración de gran parte del mundo de la cultura, de los
negocios… que no ocultan su preocupación y malestar por la insensata e
irracional deriva del llamado procés.
Las declaraciones no
hace muchos días de Elisenda Paluzie, Presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), aunque vaya en
línea con su trayectoria desde su arranque en 2012 y sobre todo en connivencia
de Puigdemon y Torra, no dejan de escandalizar y resultar de lo más grave y
disparatado que haya podido manifestar un líder político en los últimos tiempos.
Por supuesto, para
España el asunto catalán es un problema muy serio y no le beneficia sino que le
perjudica a nivel internacional. Pero, puestos en el lado de Cataluña, es como
el que desea que a su rival le quiten un brazo, aunque a él le amputen los dos.
Y son dos: Cataluña está dando la imagen contraria de lo que ha sido hasta
ahora, un área superdesarrollada, privilegiada dentro de España y de Europa. La
esquivan las inversiones, los foros, se le van las empresas… En el actual contexto
es impensable una brillante olimpiada como
la que se llevó a cabo en 1992.
El juego que están haciendo para nadie es tan peligroso
como para ellos mismos. ¿Acaso creen que esos jóvenes, esas personas a las que
se anima y jalea por lo que hacen se convertirían en mansos ciudadanos en una
hipotética República independiente. Tal no se ha visto en la historia.
Esa historia, según más de un buen especialista, y hay
muchos en Cataluña, la están falseando en apoyo de su descabellado proceso independentista.
Sienten vergüenza de que tal se haga, precisamente en Cataluña, que se han
podido preciar de lo contrario, el rigor y la seriedad.
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