lunes, 23 de diciembre de 2019

ECO.51 Educación cívica. El egoismo en la conducción


EDUCACIÓN CÍVICA. EL EGOÍSMO EN LA CONDUCCIÓN, por A.F.García

El egoísmo está extendido a muchas facetas de la vida humana, más intenso en la persona de mediana edad que en la anciana o la joven, y me atrevería a decir más abundante en el varón que en la mujer. Ese egoísmo, a veces no pasa de la excesiva búsqueda de la comodidad, que se traduce en egoísmo en el sentido de que el excesivo deseo de comodidad se traduce en incomodidad para los demás.

En estos renglones hablaremos del egoísmo de los conductores; en otra ocasión trataremos el de los peatones, que no es menor.  Pere Navarro, actual Director General de Tráfico, desempeñó esta misma labor varios años, siendo Rodríguez Zapatero Presidente del Gobierno, y hay que decir en su honor que en su periodo se redujeron los accidentes a menos de la mitad. Me quedó en la memoria su expresión del “conductor egoísta”

Un hábito egoísta del conductor y muy fácil de corregir es el uso del intermitente, como indicador de la dirección a seguir. En distancias cortas su uso no supera el 50% de los casos. Eso ralentiza la circulación, llegando a ser lenta y acarrear retenciones innecesarias o evitables. 

El aplicar el intermitente puede ser como un acto reflejo, tan espontáneo y natural como llevar la mano a una parte del cuerpo que te pica, cambiar el pie derecho del acelerador al freno ante un peligro… No es más que proponérselo, no requiere ningún esfuerzo añadido, solo asumirlo como hábito siempre que se desvíe o arrime el coche.

Siempre y en todo caso el uso del intermitente contribuye a la fluidez del tráfico y sobre todo a su seguridad, especialmente en cruces y giros hacia la izquierda. En el cruce de La Azohía, tanto si se viene de Cartagena como de Isla Plana, la aplicación del intermitente puede ahorrarle al que sale de La Azohía cerca de 1 minuto.

Algunos muy conscientes, que piensan en los demás, teniendo que girar a la izquierda y no pudiendo porque alguien viene de frente, se pegan a la mediana con lo que los que llegan detrás, pueden sortearlo despacio por la derecha y seguir. 

Lo contrario ocurre en las poblaciones, entre poblaciones incluso, de carreteras secundarias cuando el conductor hace lo del carro o carretillo, es decir, sale a la carretera sin hacer stop ni ceda el paso, sigue despacio y, sin dar intermitente en ningún momento, desvía unas decenas de metros más adelante. En las poblaciones del entorno es demasiado frecuente.

Parece que la inmensa mayoría no sabe manejarse en las glorietas o rotondas. No es excusa el que no las hubiera cuando ellos obtuvieron el carnet de conducir. Se aprende sobre la marcha, aparte de que la D.G.T. de manera gráfica nos lo ha estado haciendo saber reiteradamente a través del ordenador de a bordo. Se hace STOP cuando lo que está indicado es un ceda el paso, no se da intermitente de salida… Ambas cosas dan lugar a una circulación lenta, cuando no se dan retenciones o atascos innecesarios. 

Algún conductor va a lo suyo cuando, pudiendo ir a 80 km/hora, va a 40 o 50 km/hora, en la carretera Mazarrón-Puerto de Mazarrón, por ejemplo; o va a 80 en autovía por la izquierda, porque, casualmente, no hay límite mínimo de velocidad; ese andar a lo suyo se da entre algunos camioneros cuando se apresuran para echarse a la izquierda y circulan en paralelo algunos kilómetros. No hace muchos días entre Puerto Lumbreras y Totana encontré varios casos.

Parece un invento murciano para la autovía en las noches atribuirse preferencia absoluta y circular por la izquierda con la larga ¿abriéndose paso?

Hasta se da el caso que calificamos de mal intencionado, de aquel que, circulando lento de por sí, en carreteras de difícil adelantamiento, acelera con fuerza cuando alguien intenta adelantarle en los pocos espacios en que pudiera hacerlo.

El conductor manifiesta otra faceta egoísta a la hora de aparcar. Alguien decía que quisieran meter el coche en el bar si pudieran. Yo añadiría el estanco, la tienda, el colegio… En los entornos de los colegios se forman grandes aglomeraciones a la hora de entradas y salidas que no he visto en otras regiones con clima peor. Acaso al escolar y a quien lo recoge les viniera bien estirar las piernas.

Otra cosa es que aparquemos de cualquier manera, copando dos o tres espacios; y por no emplear unos segundos más, hacemos que otras personas empleen varios minutos buscando aparcamiento. Aquí entra la ambición de copar espacios, precisamente en lugares cercanos a la playa en verano. Algún residente sitúa, junto a su casa, su coche o coches, su embarcación y el remolque de ésta uno tras otro. 

La mayoría muestra poca soltura y seguridad al volante, tal vez de poca práctica. En cambio, también la mayoría opta por la prudencia y un admirable grado de tolerancia hacia la manera de conducir de otros. En general, en todos los aspectos que uno ha censurado hay una evidente evolución positiva, hacia mejor. Hay que reconocerlo y animar a que siga.

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