ANA AZNAR AZNAR. UNA PERSONA MUY QUERIDA EN MAZARRÓN, por A. Fernández García
Entre las personas muy queridas
en Mazarrón se encuentra Ana Aznar Aznar, conocida por la mayoría como Anita,
“la locutora”. Durante generaciones, su familia había vivido en Majada, pero
ella nació el 28 de febrero de 1935 en Castellón, a donde sus progenitores,
Fernando y Lucía, habían tenido que emigrar por razones laborales del padre,
que trabajaba en el servicio de aguas.
Anita era una niña muy linda. En
1937, en plena Guerra Civil, con poco más de dos años, fue víctima inocente de
un ataque aéreo durante el cual una bomba cayó muy cerca y la metralla le
provocó serias heridas en el brazo izquierdo. A pesar de sucesivas intervenciones
quirúrgicas, no pudieron evitar la pérdida de esa extremidad.
Como víctima civil, solicitó y le
fue denegada una ayuda bajo la consideración de que los daños se habían
producido en zona republicana.
El padre, Fernando Aznar, era un
hombre muy activo, muy capaz y solidario. En el teatro de Majada organizaba
representaciones que le servían para obtener fondos y ayudar a los más
necesitados. Pronto Anita empezó a colaborar con su padre como apuntadora tras
las cortinas.
A comienzos de los años sesenta
se presentó a un concurso local y fue seleccionada por méritos propios para
ocupar el puesto de locutora en la recién fundada emisora Radio Juventud de
Mazarrón. Por su encanto personal y su voz suave, clara y limpia, no tardó en
ganarse las simpatías de los oyentes. Tras el cierre de la emisora, su
popularidad se mantuvo y se reforzó aún más a mediados de los ochenta en que
volvió a ser locutora en Radio Musical (precedente de la actual Radio La Voz de
Mazarrón).
Su marido, Alfonso Adán, en los
años mozos, antes de la mili, trabajó en el embarcadero de las minas de La
Calera.
Cumplida la mili, coincidió con
la popular locutora Anita en un baile y, al año siguiente, se casaron y se
unieron de por vida, hasta la que la muerte de Anita los separó, solo
físicamente.
Ya casado, Alfonso marchó a
Benidorm para trabajar en la construcción. Al principio iba solo, pero después,
la feliz pareja hacía el recorrido, en sólo cinco horas, sobre una motocicleta
con menos de un caballo de potencia. De nuevo en Mazarrón, Alfonso fue
tractorista autónomo hasta su jubilación.
Muy unidos y con una sabia
administración, Alfonso y Anita lograron un nivel de vida muy digno y. sobre
todo, dar oportunidad para que sus hijas realizaran estudios. Ana estudió
derecho; Lucía. administración o economía de empresa y Laura, filología inglesa.
Manolo, el único varón, prefirió no hacerlos.
Alfonso siempre ha estado muy
unido a Ana y se ha sentido orgulloso de ella. La acompañaba siempre por su
izquierda para que luciera su porte esbelto y elegante, sin que se le notara la
ausencia de su brazo izquierdo.
Más de una docena de años hace
que los conozco de cerca. Siempre he advertido y admirado la unión entre ambos:
en nuestras lecturas y recitales, donde se lucía ella por su voz y entonación;
en los bailes, donde se lucía él; he admirado su estilo y soltura bailando
sevillanas.
Aprovechando el aniversario de su
nacimiento, la televisión local, Telesatélite Mazarrón, emitió un amplio
reportaje sobre ella. En el mismo se dio a conocer que su memoria será
homenajeada con una placa y la adjudicación de su nombre a la calle donde la
familia ha vivido hasta que Ana nos dejó el pasado mes de febrero.
No te olvidaremos, Ana. Que Dios te tenga en su gloria.
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