Valores internos, por Nuria Llerena
Cuando estás en paz puedes escuchar con atención y estar completamente presente.
Esto es un acto de amor que los
demás agradecerán. De la paz nace el amor y se manifiesta en la forma de
respeto y aceptación. El amor no es sólo un sentimiento, sino que se demuestra
en las palabras y en las acciones.
El amor es la fuerza que te da
vida. Cuando recibes amor pierdes el miedo y eres capaz de dar lo mejor de ti
mismo. La forma práctica del amor es el respeto. Respeto significa aceptar que
cada individuo es único y distinto, pero que, a la vez, tiene algo importante y
valioso que aportar.
Una madre enseña a su hijo con
amor y paciencia hasta que el niño poco a poco va aprendiendo. Conviértete en
una madre y enseña a tu mente a tener pensamientos positivos y a dejar de tener
preocupaciones. Entonces cuando quieras estar en paz, tu mente te obedecerá.
Muchos creen que la felicidad se
consigue a través de la riqueza material, y es verdad que eso, proporciona una
sensación temporal de bienestar. Pero no es más rico el que más tiene sino el
que menos desea. Ser feliz es el fruto de la apreciación de todo lo que la vida
te ofrece cada día, a cada momento.
Aprende a leer la realidad con
otros ojos y habrás aprendido el arte de permanecer pacífico y feliz. Cuando
ves problemas sientes miedo y tensión, cuando ves los problemas como tus
profesores, aprendes la lección, maduras y te fortaleces.
La felicidad es el fruto de la riqueza, pero, ¿de qué riqueza? A menudo, la riqueza material trae consigo el miedo a perderla. La auténtica riqueza es la del conocimiento, que te permite vivir la vida como una expresión de tus valores internos. La felicidad crece cuando haces algo por ti y para los demás.
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