Crónicas del Coronavirus: La caída, ¿hasta cuando?, por José Luis Mozo
Me llamaron muchas cosas y ninguna buena, cuando se me
ocurrió decir que el sistema de sanidad español era el más eficiente del mundo.
Y mantengo que lo fue hasta 2013, en el que los reajustes económicos crearon
las primeras fisuras. Ese mismo año, Bloomberg, uno de los mayores y más
acreditados asesores financieros y bursátiles de hoy, inició sus evaluaciones
de la sanidad, pilar básico del bienestar y de la economía. En el balance de
2017 ya nos recolocó en tercera posición mundial y primera de Europa. 2018 reinició
la lenta caída, aunque nos mantuvimos entre los diez primeros hasta el covid.
Ahí llegó el desplome. Vamos por el puesto dieciséis y cayendo. ¿Hasta cuándo? La
primera posición actual de Singapur puede ser un detalle anecdótico, como la
privilegiada de la muy isleña Nueva Zelanda. Pero que países con complejidad
sanitaria de primer orden (Italia, China o Israel) se nos hayan colado por
delante es un mensaje a nuestra capacidad de reflexión. Y que la vecina Francia
se haya puesto un paracaídas de plomo, antes de dar su salto a las
profundidades, no es una razón lícita a esgrimir. Mal de muchos, ya se sabe,
epidemia.
El pilar de carga que nos va sujetando es la esperanza de
vida, líderes (con Japón y Suiza) en la horquilla 83-84 años. Y cercados por
circunspectos educadores que pretenden enseñarnos como comer, como dormir, como
trabajar… Los burros enseñan (lo foráneo) a los profesores. Paciencia,
compatriotas amados, pero complejos ¡nunca!
¿Y qué tenemos en contra? Han destacado dos factores por encima
de otros: la excesiva injerencia de la política en la gestión de la pandemia y
nuestra alta tasa de mortandad, que supera el 1,5 por mil con números además
maquillados. Europa se queda en el 1,25 por mil y con números protestados,
especialmente por el colista de la gestión, Bélgica, que dice han imputado como
víctimas del covid todos los ancianos fallecidos en sus residencias. Haya covid
o no haya covid, la mortandad de los ancianos siempre ha sido bastante superior
a la media. Con movilidad muy reducida o casi nula, el anciano no contagia. Es
contagiado por los accesos. Prioricen la vacuna a los que acceden: cuidadores,
sanitarios, profesores, caras al público, y a esa especie de chicos para todo
(todo riesgo) que son policías, bomberos, militares… Y cumplan la agenda. Ya
han sembrado los rumores bastante desconfianza sobre la eficacia de la vacuna,
especialmente la AstraZeneca, para encima aumentarla con continuas
actualizaciones.
Ahí tiene,
señora ministra de Sanidad, su primer y gran desafío.
Le pedimos que dedique a la sanidad todo su tiempo y toda su energía.
Ya hemos tenido demasiados ministros pluriempleados. El objetivo de la guerra
es erradicar la enfermedad. Lo otro (paños calientes sintomáticos) dejará un
indeseable número de víctimas en el camino.
Le pedimos que aleje las prioridades políticas de la agenda sanitaria,
dejando el trabajo a expertos de la comunidad científica, que, aunque no lo
sepan todo, saben más que los otros. Le pedimos que no se repitan aquellos
héroes sanitarios autofabricándose mascarillas con bolsas de basura, mientras
todas las armas que les daban era una ovación a las 20 horas.
Le pedimos que descalifique el miedo como estrategia. Sancionen a los
imprudentes, pero teniendo claro que el miedo no es la prudencia y es
fácilmente compatible con la pobreza y absolutamente incompatible con la
libertad.
Acaben con esa dicotomía que defiende que vivir sin libertad es necesario para
vivir más tiempo.
Acaben con estados de alarma, que para nada le han servido a la sanidad y sí a
otros fines espurios en economía o enseñanza, algunos tan inexplicables como
masacrar autónomos. Detenga el ventilador del estiércol, que proyecta el miedo
y la necedad, con el objeto de cegar los ojos de la gente ante los verdaderos
problemas.
Necedad es decir “más contagian las procesiones”, como si esto fuera un
concurso de vías de contagio y no una urgencia de cortarlas todas.
Necedad es perseguir a los que han ido por delante a la vacunación. Un número
largo de líderes mundiales lo han hecho, precisamente para vencer las
reticencias que los sembradores del miedo le han creado al ciudadano sobre la
eficacia de la vacuna. Hay que explicar a los españoles –dice la señora
embajadora de Israel en España– el sentido de urgencia que la vacunación tiene.
La seguridad pública depende de que el que tengas enfrente también esté
vacunado. Ojalá la mitad de los españoles hubieran podido irse ya a vacunar, a
Israel, a China, a Dubái o a las antípodas.
Necedad es no aprovechar, en medio de esta crisis, todos los recursos que el
arsenal terapéutico ofrezca, incluidos hospitales de gestión privada. Murcia
fue ejemplar en la eclosión de hace un año y, tras los impactos de otoño y
post-navidad, ha crecido al 1 por mil sin razón aparente. Hasta que, de pronto,
supimos que la trastienda política murciana estaba infestada de maquinaciones.
Uno de los motivos que se esgrimían entre los maquinadores era hacer una
sanidad “auténticamente socialista”, que no sé lo que significa porque ignoraba
que los virus, o las bacterias o los tumores estuvieran afiliados o tuvieran
carnet de nada.
Madrid se vio arrasada por las consecuencias del 8 de marzo
2020, reaccionó y sacó adelante en tiempo récord el Zendal, una obra magnífica
a imitar y sobre la que personajillos de quinto orden se dedican a verter su
hedienta baba, probablemente porque no saben hacer otra cosa.
Le pedimos, señora, que ayude a la política a recuperar su dignidad,
poniéndola al servicio de la sanidad del pueblo y no al de sus intereses
partidistas, egoístas y sórdidos.
Leo que la insumisión popular hacia las medidas restrictivas
está creciendo en España a causa del desánimo.
Japón, una de las naciones que nos ha superado en el ranking, no
tiene estados de alarma, no decreta confinamientos ni cierra actividades. Su
“situación de emergencia” sólo aconseja a sus ciudadanos. Y éstos, en
gran mayoría, siguen los consejos porque lo que sí tienen es un
gobierno que les merece credibilidad. Conseguir eso, señora ministra, sí es
una tarea prioritaria que debe incluir en su agenda.
Se lo
pedimos por favor, pero con urgencia. Nos hace a todos mucha falta.