EDUCACIÓN CÍVICA. EL EGOÍSMO EN LA CONDUCCIÓN, por A.F.García
El egoísmo está extendido a
muchas facetas de la vida humana, más intenso en la persona de mediana edad que
en la anciana o la joven, y me atrevería a decir más abundante en el varón que
en la mujer. Ese egoísmo, a veces no pasa de la excesiva búsqueda de la
comodidad, que se traduce en egoísmo en el sentido de que el excesivo deseo de
comodidad se traduce en incomodidad para los demás.
En estos renglones hablaremos del
egoísmo de los conductores; en otra ocasión trataremos el de los peatones, que
no es menor. Pere Navarro, actual
Director General de Tráfico, desempeñó esta misma labor varios años, siendo
Rodríguez Zapatero Presidente del Gobierno, y hay que decir en su honor que en
su periodo se redujeron los accidentes a menos de la mitad. Me quedó en la memoria
su expresión del “conductor egoísta”
Un hábito egoísta del conductor y
muy fácil de corregir es el uso del intermitente, como indicador de la
dirección a seguir. En distancias
cortas su uso no supera el 50% de los casos. Eso ralentiza la circulación,
llegando a ser lenta y acarrear retenciones innecesarias o evitables.
El aplicar el intermitente puede
ser como un acto reflejo, tan espontáneo y natural como llevar la mano a una
parte del cuerpo que te pica, cambiar el pie derecho del acelerador al freno
ante un peligro… No es más que proponérselo, no requiere ningún esfuerzo
añadido, solo asumirlo como hábito siempre que se desvíe o arrime el coche.
Siempre y en todo caso el uso del
intermitente contribuye a la fluidez del tráfico y sobre todo a su seguridad, especialmente
en cruces y giros hacia la izquierda. En el cruce de La Azohía, tanto si se
viene de Cartagena como de Isla Plana, la aplicación del intermitente puede
ahorrarle al que sale de La Azohía cerca de 1 minuto.
Algunos muy conscientes, que
piensan en los demás, teniendo que girar a la izquierda y no pudiendo porque
alguien viene de frente, se pegan a la mediana con lo que los que llegan
detrás, pueden sortearlo despacio por la derecha y seguir.
Lo contrario ocurre en las
poblaciones, entre poblaciones incluso, de carreteras secundarias cuando el
conductor hace lo del carro o carretillo, es decir, sale a la carretera sin
hacer stop ni ceda el paso, sigue despacio y, sin dar intermitente en ningún
momento, desvía unas decenas de metros más adelante. En las poblaciones del
entorno es demasiado frecuente.
Parece que la inmensa mayoría no
sabe manejarse en las glorietas o rotondas. No es excusa el que no las hubiera
cuando ellos obtuvieron el carnet de conducir. Se aprende sobre la marcha, aparte
de que la D.G.T. de manera gráfica nos lo ha estado haciendo saber
reiteradamente a través del ordenador de a bordo. Se hace STOP cuando lo que
está indicado es un ceda el paso, no se da intermitente de salida… Ambas cosas
dan lugar a una circulación lenta, cuando no se dan retenciones o atascos
innecesarios.
Algún conductor va a lo suyo
cuando, pudiendo ir a 80 km/hora, va a 40 o 50 km/hora, en la carretera Mazarrón-Puerto
de Mazarrón, por ejemplo; o va a 80 en autovía por la izquierda, porque,
casualmente, no hay límite mínimo de velocidad; ese andar a lo suyo se da entre
algunos camioneros cuando se apresuran para echarse a la izquierda y circulan
en paralelo algunos kilómetros. No hace muchos días entre Puerto Lumbreras y
Totana encontré varios casos.
Parece un invento murciano para
la autovía en las noches atribuirse preferencia absoluta y circular por la
izquierda con la larga ¿abriéndose paso?
Hasta se da el caso que
calificamos de mal intencionado, de aquel que, circulando lento de por sí, en
carreteras de difícil adelantamiento, acelera con fuerza cuando alguien intenta
adelantarle en los pocos espacios en que pudiera hacerlo.
El conductor manifiesta otra
faceta egoísta a la hora de aparcar. Alguien decía que quisieran meter el coche
en el bar si pudieran. Yo añadiría el estanco, la tienda, el colegio… En los
entornos de los colegios se forman grandes aglomeraciones a la hora de entradas
y salidas que no he visto en otras regiones con clima peor. Acaso al escolar y
a quien lo recoge les viniera bien estirar las piernas.
Otra cosa es que aparquemos de
cualquier manera, copando dos o tres espacios; y por no emplear unos segundos
más, hacemos que otras personas empleen varios minutos buscando aparcamiento.
Aquí entra la ambición de copar espacios, precisamente en lugares cercanos a la
playa en verano. Algún residente sitúa, junto a su casa, su coche o coches, su
embarcación y el remolque de ésta uno tras otro.
La mayoría muestra poca soltura y
seguridad al volante, tal vez de poca práctica. En cambio, también la mayoría
opta por la prudencia y un admirable grado de tolerancia hacia la manera de
conducir de otros. En general, en todos los aspectos que uno ha censurado hay
una evidente evolución positiva, hacia mejor. Hay que reconocerlo y animar a
que siga.