ÉTICA, MORAL,
CONCIENCIA, por A.F.García
Una vez más me permito trasladar
a estos renglones algunas cuestiones que nos lleven a reflexionar sobre estos
conceptos. Con no poca frecuencia uno oye o lee afirmaciones, sentencias,… que
ofenden el sentido común de la gente. En ocasiones, proceden de sacerdotes,
jueces, juristas, educadores… a los que se les supone una alta cualificación
formativa e informativa. Por supuesto, eso está al margen del enfoque laico o
religioso, pues en la tradición moral en que nos movemos no hay tanta
diferencia. Hay mucha, en cambio, a la hora de aplicar criterios y valorar en
conciencia.
Cuando 5 hombres arrebatan a una
mujer de la calle, sin ser advertida y consultada previamente como se hace en
cualquier operación comercial, la llevan a un lugar retirado y hacen con ella
lo que sexualmente les apetece ¿por qué se gasta tanta tinta en afirmar que no
ha sido violada? Si alguien ha sustraído un bolso, un cosmético, unas gafas…
enseguida decimos que es un robo y condenamos. Si alguien se apodera de miles
de euros de hacienda ajena sin que medie un producto o un trabajo reconocido
¿por qué es tan difícil reconocer como robo o delito contra la propiedad ajena
y dar derecho a la devolución?
Si de alguien se está demostrando
que ha cometido un delito ¿Por qué se muestra tan tozudo en negarlo? En los
últimos meses personas relevantes han declarado en juicio desconocer lo que
hacía su pareja (marido o mujer) o su colaborador más cercano en asunto
político o económico ¿están diciendo la verdad o mintiendo?
Si alguien pone en el ánimo de
otro intenciones que no tiene y menos se puede demostrar, ¿no está levantando
falso testimonio y calumniando? Si Cristo nos manda amar a todos los hombres,
incluso los enemigos, ¿cómo tantos de los que se declaran fervientes católicos
solo aman a un grupo reducido de personas, familiares y amigos, y hasta
muestran intolerancia o rechazo a los que no actúan ni piensan igual que
ellos?
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