miércoles, 29 de agosto de 2018

ECO.43 APRENDIENDO A ESTAR MEJOR


APRENDIENDO A ESTAR MEJOR, por Nuria Llerena

Aunque sabemos poco de él, nuestro organismo es sabio, fuerte y se está regenerando continuamente, sin que nosotros hagamos el menor esfuerzo. Nuestro cuerpo nos habla, emite señales de forma constante, pero no sabemos escucharle. Cuando está cansado o enfermo nos está diciendo que es tiempo de quietud, de mirar adentro y ver qué es lo que no está bien. Para ello, para aprender a escuchar a nuestro ser, hoy te voy a proponer cinco “hábitos saludables”, cosas sencillas que se pueden integrar en nuestro quehacer diario. Quiero compartirlas contigo que me lees y con ello espero que comiences a sentirte mejor cada día.

Afirmaciones positivas: Está demostrado que pensar de forma agradable nos hace sentir mejor que si nos centramos en lo que no nos gusta o nos preocupa. Por ello, hoy te voy a hablar de esta afirmación: “Cada día estoy mejor, ¡en todos los sentidos!”. Podemos repetirla a lo largo del día, cada vez que nos acordemos y si somos capaces de sentir que cada vez estamos mejor, haremos que sus beneficios se multipliquen. El cerebro obedece nuestras órdenes, si le decimos que cada vez estamos mejor, hará todo lo posible para que nuestro organismo se encuentre bien.

Alternar tiempo de actividad con tiempo de relajación y descanso: Estamos acostumbrados a realizar tareas que suponen esfuerzo físico o mental sin medir las consecuencias y muchas veces preferimos terminar lo que estamos haciendo, aun sabiendo que al día siguiente estaremos rendidos. Llevar el cuerpo a ciertos límites lo desgasta. Por ello, si te paras 5 minutos de vez en cuando y haces un pequeño descanso en el que aprovechas para comer algo de fruta o sentarte con las piernas en alto… conseguirás que tu cuerpo vuelva a cargar las pilas. Hacer una sola cosa a la vez y poner toda nuestra atención: Habitualmente, cuando conducimos solemos ir pensando en otras cosas; al cocinar nuestra cabeza suele estar en otro lugar, pendiente de otras preocupaciones. Hacer más de una cosa al mismo tiempo nos genera estrés, agota nuestra energía. En muchas ocasiones no sabemos si hemos apagado el fuego o hemos cerrado con llave el coche porque nuestra mente no está presente en lo que estamos haciendo. Hay un Maestro Zen llamado Thich Nhat Hanh que nos aconseja realizar lo que estamos haciendo poniendo toda nuestra atención, todo nuestro ser, aunque esa tarea nos parezca tediosa o no nos guste mucho hacerla. Así, nos invita a estar presentes por ejemplo mientras fregamos los platos, haciendo únicamente eso, fregar, notando la temperatura del agua, el tacto de la loza, el olor del detergente…; de ese modo, disfrutaremos cien por cien de la experiencia. Estar presentes nos ayuda a generar equilibrio en nuestra vida.

Huir de la comodidad: acomodarse, no moverse, genera estancamiento energético y enfermedad. Dicen los entendidos que salir a pasear todos los días o hacer media hora diaria de deporte moderado, mantiene los niveles en sangre equilibrados y eso nos puede ahorrar tomar un montón de pastillas. Todos sabemos que cuando somos capaces de vencer la pereza y saltamos del sillón para mover un poco el cuerpo, cuando terminamos y nos damos una ducha, nos sentimos mucho mejor. Y nunca olvidar que si nuestro cuerpo está sano generará que nuestra mente también lo esté.

La Conexión con la Naturaleza: Dedicar un instante cada día para estar “conectado” con la naturaleza también nos ayudará a mejorar nuestra calidad de vida. Si lo piensas, no cuesta tanto trabajo sentarse un instante en el paseo o en la playa y en silencio mirar el mar o el cielo. Si te paras un instante en cualquier zona en la que haya árboles o plantas, podrás disfrutar de la belleza, de la calma, de la energía que emanan. Y si no tenemos tiempo o no podemos salir de casa, podemos mirar con atención plena una planta, a tu mascota o el vuelo de las aves que pasan cerca, porque todo ello nos aportará tranquilidad y conexión con el presente.

Hay muchas más cosas que podemos hacer para elevar nuestro nivel energético. Actividades como Yoga, Tai-chi, Chikung, meditación, escuchar música o tocar un instrumento, bailar o cantar, escribir o soñar despierto también nos pueden ayudar a conectarnos con el presente y a disfrutar más de nuestra vida. Hemos de darnos cuenta que en ocasiones nos exigimos demasiado. Llevamos a nuestro cuerpo y a nuestra mente al cansancio extremo y después nos cuesta un triunfo recuperarnos, llegando a veces incluso a enfermar de puro cansancio. Si aprendemos a hacer de nuestra vida un “vaivén” en el que la actividad cobre la misma importancia que el descanso, nos daremos cuenta de que a la hora de ir a dormir, lo haremos de otra manera, en lugar de agotados, satisfechos y preparados para un sueño reparador, durmiendo a pierna suelta por la noche. Está comprobado que cuando nos acostamos preocupados o enfadados nos cuesta más trabajo dormirnos; la mente no deja de dar vueltas al problema y eso genera tensión en nuestro cuerpo, por lo que estamos más inquietos y cuando despertamos por la mañana tenemos la sensación de que nos han dado una paliza… ¿no os ha pasado nunca? Ser conscientes de la importancia de irse a dormir tranquilo y relajado nos ayudará a acostumbrarnos a hacer tres o cuatro respiraciones profundas cuando cerramos los ojos, dejando que los músculos del cuerpo se relajen y la mente se aquiete. Así, al día siguiente, al abrir los ojos, nos sentiremos perfectamente bien. Interiorizando estos pequeños hábitos lograremos que cada día estemos mejor... ¡en todos los sentidos!



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