sábado, 7 de julio de 2018

ECO.42 Rincones de España: Medinaceli. Maravilla medieval en piedra

Rincones de España: MEDINACELI. MARAVILLA MEDIEVAL EN PIEDRA, por A.F.García


En origen, un poblado celtibero, con el nombre de Occilis, sobre un cerro a 1200 metros de altitud, a vista de la A-2, en el alto valle del Jalón. Conserva de la época romana, Domiciano I, un arco de tres puertas, de acceso a la ciudad, en la calzada que unía Mérida con Zaragoza. Los árabes le habían dado el nombre de Medina Slim, que los cristianos latinizaron en el nombre actual.

Menéndez Pidal sitúa en Medinaceli uno de los juglares, autores anónimos del Poema de Mio Cid. Este, señor ya de Valencia, ordena a uno de su confianza que escolte a Doña Jimena y las hijas con cien jinetes.  Se cree incluso que Almanzor, el gran caudillo musulmán, se retiró herido de Calatañazor y vino a refugiarse y morir en la alcazaba, hoy castillo,  aunque se ignora dónde pudo ir su cadáver.

 Este castillo y su torre rectangular sirvieron de albergue a los duques de Medinaceli hasta que se trasladaron al palacio de la Plaza Mayor, que reúne ciertas similitudes con el palacio ducal de Lerma, ambos de principios del XVII. En 1479 Isabel la Católica otorgó el título de duque de esta villa a don Luis de la Cerda y de la Vega, que hasta entonces era conde.

A principios del siglo XVI, los duques derribaron varias pequeñas iglesias para construir la actual colegiata, mezcla de renacimiento y tardogótico, que cobija, tras la reja una hermosa talla de Cristo crucificado del siglo XVI.

Son de admirar los restos de murallas árabes y sus puertas mudéjares. Incluso se conserva aunque derruido el nevero árabe. El beaterio de San Román habría sido la sinagoga, a la que se atribuye la mesa de Salomón. De ahí vendría el nombre dado por los árabes Medina Al Shalim, “ciudad de Salomón”.

En un edificio monumental renacentista de la Plaza Mayor, que alberga restos de algunas de las villas romanas del entorno, se ha empezado a celebrar el Festival de Ópera de Medinaceli.

Así como en Lerma recuerdan al “Cura Merino”, aquí lo hacen al “Empecinado”, defensor de la ciudad en la Guerra de la Independencia.

Vale la pena visitarla y apreciar el bello trazado en piedra de un periodo histórico esplendoroso, que impacta a la vista.


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