sábado, 7 de julio de 2018

ECO.42 Nuevos rostros, con nuevos aires y nuevas ilusiones

NUEVOS ROSTROS, CON NUEVOS AIRES Y NUEVAS ILUSIONES, por A.F.García

Entre el 31 de mayo y el 1 de junio salió adelante la primera moción de censura de nuestra actual democracia. No es que el aspirante tuviera muchos  apoyos sino que el presidente tenía una mayoría social en contra. Solo tenía a favor los suyos y su socio de legislatura, que, descolocado, no optó por abstenerse que sería lo más cómodo, sino que en este caso, como en la Comunidad de Madrid, se mantuvo fiel, lo que, de cara al futuro, pudo haber sido un error de cálculo.

La situación no era fácil, ni lo es ahora, para ningún presidente; pero Rajoy, una vez superado el escollo de los presupuestos, se veía a sí mismo finalizando la legislatura y candidato seguro para la siguiente legislatura. En estas coyunturas ningún allegado al gobernante de turno se atreve decirle lo contrario, aunque lo vea conveniente.

El vendaval había arrancado inesperadamente y de nada le valía hacerse junco, ni era elegante ni ético recurrir al miedo contra el rival cuando lideraba al partido que más años ha gobernado en la reciente democracia y lo ha hecho sin grandes traumas.

Se ha retirado de modo elegante y le deseamos, a título personal, lo mejor para este periodo de la vida. No creo que arrastre responsabilidades penales, pero sí la responsabilidad política de no haber atajado un hábito de corrupción sin precedentes en nuestra actual democracia.

Por el otro lado, Sánchez pudo haber sido presidente casi un año antes; bastaba que el grupo de Podemos se hubiera abstenido. Ahora ha demostrado audacia, capacidad de decisión y reflejos para reunir en tan poco tiempo un equipo nuevo, limpio, de gran perfil técnico y amplio espectro sociopolítico, no de incondicionales del partido que es lo más habitual. Esto ya ha generado ilusión y confianza social. No lo tiene fácil con su minoría parlamentaria, pero esperamos y deseamos que, por una vez, se supere el egoísmo de grupo y se imponga el sentido común y el interés general. En esto nos referimos sobre todo al problema catalán. Es necesario recomponer una situación de diálogo y convivencia, superando orgullo y prejuicios, y, por supuesto, dentro de nuestros deberes y derechos constitucionales.

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