"Turistas extranjeros" por la zona de Cartagena y Mazarrón, en los siglos XVIII y XIX (VII), por Paco Acosta
(continuación)
ANATOLE DEMIDOFF
(1813-1870)
Príncipe ruso, diplomático, coleccionista
de arte y viajero. Asentado en París, en 1847 realizó un viaje por las costas
mediterráneas españolas, cuyos recuerdos narró, en 1858 en una obra titulada Etapes maritimes sur
les côtes d'Espagne, de la Catalogne à l'Andalousie. Souvenirs d'un voyage
exécuté en 1847. Este
viaje lo efectuó en barco, -al estilo de los cruceristas actuales- con estancia
de unas pocas horas en los puertos. De Cartagena guarda un agradable
recuerdo y manifiesta su satisfacción por el recibimiento y atenciones que
recibió. Acompañado por el vicealmirante de la armada y el cónsul francés visita
el Arsenal que está siendo remodelado, para albergar hasta sesenta buques. Comenta
que Cartagena tiene “los honores de una plaza de guerra con sus
comandantes militares y navales, sus fuertes y baluartes” pero también dice
que “aparte de algunas casas de gran aspecto, restos ruinosos de tiempos
mejores, no hay ninguna arquitectura digna de mención”. La vida en la
ciudad la encuentra aburrida: “Cartagena no ofrece ninguna distracción que
no sea el espectáculo del mar”, “estériles pasatiempos de una existencia
casi bárbara en estas costas donde el cielo más luminoso no ilumina más que
rocas desnudas”, “En esta ciudad donde algunos árboles quemados por el
sol se adornan con el nombre usurpado de Alameda”.
JOSÉPHINE DE BRINCKMANN (1808–¿?)
La señora Joséphine de Brinckmann (cuyo nombre de soltera fue Emma-Marie-Jeanne
Dupont-Delporte), perteneciente a una acaudalada familia francesa, viajó por
España a mediados del siglo XIX, y con posterioridad, en 1852, recopiló las
cartas que escribía a su hermano Hugo, en las que le iba comentando sus
impresiones, y las publicó con el título Promenades en Espagne: Pendant
les années 1849 et 1850.
En Cartagena estuvo dos
días, en mayo de 1850, y según le cuenta a su hermano, “si exceptuamos las
tres o cuatro calles centrales es como muchas otras, muy sucia”. Poco después dice “Por todos los lugares de
la ciudad se ven testimonios de sus glorias pasadas, esto es: inscripciones,
estatuas, medallas, pirámides y casas muy bonitas que debieron ser moradas de
la opulencia”. Visita el Arsenal “único en su género por la comodidad de
la construcción de sus naves”, donde hay en construcción dos buques de línea
y un barco de vapor. Comenta que los extranjeros y viajeros han de alojarse en
casas particulares pues “no hay fondas ni posadas en Cartagena, no hay más
que algunos sitios sin nombre, para los arrieros”.
ALEXANDER ZIEGLER
(1822–1887)
Hijo de un pudiente empresario
alemán. Desde muy joven adquirió amplios conocimientos de inglés, francés y
español, que le permitieron realizar muchos viajes. Debido a su formación en
economía, las narraciones de sus viajes, contemplan con profusión este aspecto.
En 1850 realiza un viaje por la costa española, que publicó en 1852 con el
título Reise in Spanien: mit Berücksichtigung der national-ökonomischen
Interessen (Viaje a España: con reflexiones sobre la situación
económica).
Describe la entrada en barco al
puerto de Cartagena, al que califica como “uno de los mejores del
mediterráneo”. Sin embargo, tras destacar sus fortificaciones bien
amuralladas, su favorable situación y demás, comenta que “posee todo lo que
se puede desear” […] “excepto, por desgracia barcos, que faltas casi por
completo”; “todo es en la actualidad calma y tristeza”. En Cartagena
“tampoco se ve mucho comercio”, para reseñar después las cifras de
importaciones y exportaciones de los diferentes productos.
Después indica “Cartagena
propiamente posee una única posada y ninguna fonda”, y explica las
diferencias: “fonda equivale a un hotel o casa de huéspedes,
que en general, en las grandes ciudades carece de establo para caballos y
animales de tiro, mientras que posada, por el contrario significa una
taberna con establo donde el viajero puede encontrar cama y alimentación”;
y continúa instruyendo a sus lectores con otros tipos de establecimientos: “Venta
se denomina a una taberna que está situada en el camino aislada de población. Taberna
es una casa en la que se puede tomar algo que beber. Ventorrillo es una
en la que se puede consumir vino y Tienda a una casa situada en una
aldea en la que se puede comprar vino”.
Describe el término municipal, y
dice que su suelo es llano y “muy fructífero”, pero “le falta el
agua, y en toda la comarca no hay ni un río ni un miserable arroyo”; “las
montañas están casi peladas y desnudas de árboles” solo pobladas “por
romero, retama, palmeras enanas, almáciga y otros tipos de monte bajo”; “El
clima es muy suave a lo largo de todo el año”; Cartagena, “por
causa de las salinas es insalubre en algunos puntos. La sal se exporta desde
aquí, en grandes cantidades”; “de los frutos de la tierra se cosechan
sobre todo cebada, trigo, vino, esparto y se beneficia de la sosa. Olivos no
hay demasiados, pero el aceite que se extrae de ellos es muy bueno”; “Las
industrias de la trenza del esparto, que antes eran una riqueza muy
significativa, han disminuido mucho. Por el contrario la extracción de
minerales de las minas, al igual que la siderurgia y fundición de Escombreras y
de Santa María de Pormán y Alumbres, dan trabajo, sobre todo en invierno, a una
gran parte de los habitantes de esta región. La minería del plomo argentífero
se practica en las cercanías de Cartagena”.
Respecto a la minería hace un
comentario: “La explotación de las minas exige capital, buena dirección,
conocimiento y perseverancia. Solo así se pueden alcanzar buenos resultados.
Solo España es tierra de especulación de minas”.
Y hablando de minería también
menciona Mazarrón, donde “hay diversas minas de cobre, plomo y plata”
y “gran cantidad de alumbre y ocre”. Y sigue “La empresa más
significativa de esta producción es la de D. Ignacio Gómez en la zona de
Mazarrón, la cual, desde su fundación posee el privilegio de no pagar impuestos
al estado, pero en cambio ha contraído la obligación de entregar el ocre que
obtiene”.
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