EL MONASTERIO DE SAN JOSÉ DE LAS CARMELITAS DESCALZAS, por Paco Acosta
El monasterio de San José, de las
Madres Carmelitas se encuentra en el término de Valdelentisco-Tallante junto a
la carretera RM-332 en el tramo comprendido entre el Puerto de Mazarrón y
Cartagena.
En la Región Murciana,
concretamente en Caravaca de la Cruz, existe, ahora sin religiosas -son las que
se trasladaron aquí-, otro Monasterio de San José, también de las carmelitas
descalzas, que fue fundado en tiempos de Santa Teresa de Jesús en 1576. Fue el
primer establecimiento de Carmelitas Descalzas en la Región. En la actualidad
ese Monasterio de Caravaca, es únicamente un BIC, un Bien de Interés Cultural,
pero tengo entendido que desde que lo vendieron las monjas en 2003, no ha
tenido el adecuado mantenimiento y se encuentra ahora muy deteriorado por el
ataque de la carcoma, las goteras y el abandono.
En su momento, los compradores pretendían rehabilitarlo, para transformarlo en un hotel de cuatro estrellas. No consiguieron sacar adelante el proyecto y el resultado es ahora un monumento importante, mal cuidado, en manos de los bancos. Es más, diversas asociaciones culturales han denunciado que de su interior habían “desaparecido” algunos elementos arquitectónicos y decorativos de gran valor…
El de aquí, lo habitan unas pocas
monjas de clausura, de la orden Carmelita descalza, la que fundó Santa Teresa
de Ávila, de nombre Teresa de Cepeda y Ahumada, también conocida como Teresa de
Jesús. Hasta aquí nada especialmente destacable; a lo sumo te puedes plantear
algunas cuestiones como ¿de qué viven? ¿porqué han construido ese edificio
nuevo que parece ser de buen tamaño? Podrías suponer que, como otras
comunidades religiosas, obtienen algunos ingresos de la repostería…, o hasta
que tienen espacio habitable capaz de albergar retiros o ejercicios
espirituales… Las veces que he estado allí no he visto nada ni nadie que
indique el que allí se organicen esas actividades. Da la impresión que tienen
terreno suficiente para cuidar una huerta, pero incluso aunque sea así en la actualidad
no se puede comer únicamente con lo producido en este tipo de cultivos.
Ninguna de estas preguntas queda aclarada cuando traspasas la puerta de entrada y visitas la Iglesia. Si las religiosas hicieran “dulces” para subsistir, como es frecuente en otras comunidades de religiosas, me imagino que en la cancela habría algún cartel indicándolo. Pero allí, en la entrada, únicamente hay una imagen de San José y un mueblecillo, pequeño, de esas velas eléctricas, que se encienden cuando echas una moneda. Y ahora, en tiempos de la covid, un frasco de gel hidroalcohólico…
La Iglesia. Se trata de un
recinto amplio, limpio, cuidado, luminoso sin deslumbrar, de arquitectura
moderna y sencilla que en su silencio invita al recogimiento. Al fondo, en la
parte posterior, las rejas habituales de los conventos de clausura. Podría
tratarse de un “salón de actos”, ya que no cuenta con otros motivos o adornos
religiosos que los imprescindibles, el sagrario y el altar. Así que toda la
atención converge a un espectacular retablo formado por cuadros que recuerdan
iconos bizantinos. Allí se puede ir a rezar o incluso a contemplar esas
pinturas… Me imagino que las monjas desearán que la contemplación de esos
cuadros te ayude a hablar con Dios.
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