miércoles, 29 de enero de 2025

ECO.82 LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (II)

LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (II), por Paco Acosta

 

(continuación)

 

TERCERA DECLARACIÓN:

Y el dicho Señor Alcalde para la averiguación de lo susodicho, tomó e recibió juramento en forma de derecho a Ginés Perez Monzón, y habiéndolo fecho y siendo preguntado por el caso, dijo: que es del Mayordomo de la Cofradia y Hospital de Nuestra Señora de la Concepción que está en esta villa de Almazarrón; y hoy dicho día que se contaron diez y siete de el dicho mes de Noviembre de este presente año de mil quinientos ochenta y cinco años, oyó tocar la campana de la dicha Iglesia que sería entre las once y las doce del día, luego este testigo entendió que era una de dos cosas, que era muerto un pobre que estaba en el dicho Hospital, o que había sucedido alguna cosa, y ansí vino desde su casa que estaba en el Barrio Nuevo, lejos de la dicha iglesia de más de mil pasos, y ansí cuando llegó halló allí mucha gente arrimada a la reja de la Capilla y dando grande golpes llamando a la Madre de Dios, y ansín preguntó este testigo a la gente que allí estaba qué era aquello y le dijeron los que allí estaban que la Lámpara se había encendido sin entrar allí persona alguna y asín se estuvo este testigo fuera de la reja estando la puerta cerrada con llave, y ansín subió a llamar a P. Ginés de Sifuentes, cura de San Antonio de donde es sufraganea dicha iglesia y venido, este testigo habrió la puerta y entraron él y el dicho Clérigo en la Capilla y vieron como la lámpara ardía y había en el plato de abajo gran cantidad de aceite que salía de la dicha lámpara y vertía, y se derramaba por encima en el dicho plato que estaba debajo de la dicha lámpara y ansí, este testigo hizo llamar al presente Escribano y entró dentro de la dicha Capilla de Nuestra Señora donde estaba este testigo y el dicho cura y Clemente García, Sacristán de la dicha Iglesia de el Señor San Antonio y fuera de la reja, grande multitud de hombres y mujeres que estaban mirando el dicho Milagro, y ansí este testigo lo pedía al presente Escribano se  lo diera por testimonio, y en este medio este testigo volvió la cara a la Imagen que estaba en el altar de la dicha Capilla que es de la advocación de Nuestra Señora de la Concepción y vido el rostro y cara llena de gotas de agua en abundancia, y dijo a voces: ¡Padre y Escribano! mira mayor Milagro que la imagen suda! y ansí; en este punto la gente como crecía habrió la puerta de la reja y entraron todos Alcaldes y Francisco Lázaro, Escribano y los Gobernadores de los Marqueses y todo el pueblo acudió a ver una cosa tan milagrosa y ansí estuvieron dando gracias y alabanzas a Nuestra Señora de la Concepción por tanta merced; hasta que se quitó el sudor del rostro, y la gente para tomar de el aceite, tomaron la Lámpara y duró el dicho rostro de la dicha Imagen, una hora grandes, y esto sabe, y es verdad; por el juramento fecho y que es de edad de más de cuarenta años y firmo. Ginés Perez de Monzón. Ante mí, Jorge de Escobar.

 

CUARTA DECLARACIÓN:

En la Villa de Mazarrón, a diez y ocho días de el mes de Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco años para averiguación de lo ansí dicho, tomó e recibió en forma de derecho juramento, de Clemente García, vecino de esta Villa, Sacristán de la Iglesia de San Antonio y habiéndolo fecho y sido preguntado por el caso dijo, que lo que pasó es que en dicho día diez y siete de este presente mes de Noviembre de este presente año de mil quinientos ochenta y cinco, al parecer de este testigo, porque en esta villa no hay Reloj, poco más de medio día, estando en casa Jorge de Escobar, Escribano, estando tratando de la Merced que Nuestro Señor Jesucristo había fecho aquesta noche pasada en librar de las manos de los Moros que tan cerca de allí habían llegado sin ser sentidos, oyó tañer la campana de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y fue luego allí a ver lo que era y halló ciertas mujeres y algunos hombres arrimados a la reja de la capilla de dicha Iglesia y la puerta cerrada con la llave, diciendo que se había encendido la lámpara sin que nadie le pusiere lumbre, y que se salía el aceite por encima, y este testigo miró por la reja y vido como la dicha lámpara estaba encendida y que caían gotas de aceite en el plato que estaba abajo de la dicha lámpara; y en esto llegó el Padre Ginés de Sifuentes y habiendo el Mayordomo de la dicha casa y Iglesia que es Ginés Perez de Monzón, abierto la puerta de la reja, y entraron este testigo y el dicho cura Ginés de Sifuentes, Clérigo; y estuvieron mirando la lámpara como salió abundancia de aceite y caía en el dicho plato de abajo y estando mirándola llegó el presente Escribano y ansí el dicho Cura le mandó abrir la reja y entró dentro; y con él, el dicho Ginés de Sifuentes y este testigo mirando la lámpara para que dicho Escribano diera fe de lo que veía, y este testigo se allegó hacia el Altar y vido la imagen de Nuestra Señora Santa María de la Advocación de la Concepción y le parecía estar el rostro enjuto y volvió a la Lámpara  donde estaban los dos el dicho Cura y el presente Escribano y estando todavía mirando como caía el aceite de la Lámpara en el Plato este testigo corrió a mirar la Imagen y le pareció que el dicho rostro resplandecía alguna cosa más que de primero, y visto esto se tornó a llegar hacia el altar y miró de propósito, y vido que la dicha Imagen tenía en la frente, sobre los ojos ciertas gotas de agua, y cuando él estuvo satisfecho de ello, bolvió a la Lámpara donde estaban dichos Escribanos y Cura mirando y asió de la capa a el presente Escribano y le dijo: Venga y verá las gotas de agua que la Imagen de Nuestra Señora tiene en la frente; y ansí, fueron todos tres y se arrimaron a el altar, y estándola mirando en la mejilla derecha se hizo otra gota de agua más gruesa que las demás, y otra en el lagrimal de el dicho lado y ojo derecho y algo más grande y más colgada hacia abajo, y por diversas partes del ojo de la dicha imagen había muchas gotas de el dicho sudor, y algunas de dichas gotas había sobre el pecho de la dicha Imagen, y vido este dicho Padre Gines de Sifuentes Clérigo, quitó muchas veces de aquel agua y untaba con ella a diversas gentes que allí estaban, y todavía el rostro de la dicha Imagen estaba mojado como antes, y después acudió gran número de gentes y entre ellos el Padre Bartolomé de la Parra, Cura de San Andrés, el que hizo muchas experiencias en la Lámpara y agua que la dicha Imagen tenía en el rostro y ver si era verdaderamente como parecía y limpió a la Imagen el rostro y estregó con unos corporales y poniéndose en su cara él de aquel agua y habiéndose publicado ser ansí milagro, a muchas gentes se les dio el aceite de la dicha Lámpara y antes que se acabare de repartir se ordenó una solemne procesión donde se juntó gran número de gente y todas las Cofradías, y mucha gente con sus armas y se hizo una procesión muy solemne y se fue a todas las Iglesias cantando el “Tedeum laudamus” agradeciendo a  Dios las mercedes recibidas, y con esta solemnidad volvieron a la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, y acabada la procesión se acabó de repartir todo el aceite de la Lámpara, de el cual llevaban a gota de aceite y pañicos mojados y se ordenó a otro día, siguiente, se dijere una Misa de Nuestra Señora y se dijo y aquella noche siguiente ya muy de noche este testigo oyó tañer otra vez la campana de la dicha Iglesia y fue alla a ver lo que era y halló que había en la dicha Iglesia gran número de mujeres velando y tenían mucha cantidad de velas encendidas, y este testigo le dijo a la Hospitalera, que para que tañía, que alborotaba al Pueblo y ansí, le dijo que no tañese más, y esto sabe y es la verdad por el juramento fecho porque lo vido y pasó en su presencia; y que es de edad de treinta años poco más o menos y fírmolo. Clemente García. Ante mí, Jorge de Escobar.

 

(continuará)



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