LA PURÍSIMA Y EL MILAGRO DE MAZARRÓN (II), por Paco Acosta
(continuación)
TERCERA DECLARACIÓN:
Y el dicho Señor Alcalde para
la averiguación de lo susodicho, tomó e recibió juramento en forma de derecho a
Ginés Perez Monzón, y habiéndolo fecho y siendo preguntado por el caso,
dijo: que es del Mayordomo de la Cofradia y Hospital de Nuestra Señora de la
Concepción que está en esta villa de Almazarrón; y hoy dicho día que se
contaron diez y siete de el dicho mes de Noviembre de este presente año de mil
quinientos ochenta y cinco años, oyó tocar la campana de la dicha Iglesia que
sería entre las once y las doce del día, luego este testigo entendió que era
una de dos cosas, que era muerto un pobre que estaba en el dicho Hospital, o
que había sucedido alguna cosa, y ansí vino desde su casa que estaba en el
Barrio Nuevo, lejos de la dicha iglesia de más de mil pasos, y ansí cuando
llegó halló allí mucha gente arrimada a la reja de la Capilla y dando grande
golpes llamando a la Madre de Dios, y ansín preguntó este testigo a la gente
que allí estaba qué era aquello y le dijeron los que allí estaban que la Lámpara
se había encendido sin entrar allí persona alguna y asín se estuvo este testigo
fuera de la reja estando la puerta cerrada con llave, y ansín subió a llamar a
P. Ginés de Sifuentes, cura de San Antonio de donde es sufraganea dicha iglesia
y venido, este testigo habrió la puerta y entraron él y el dicho Clérigo en la
Capilla y vieron como la lámpara ardía y había en el plato de abajo gran
cantidad de aceite que salía de la dicha lámpara y vertía, y se derramaba por
encima en el dicho plato que estaba debajo de la dicha lámpara y ansí, este
testigo hizo llamar al presente Escribano y entró dentro de la dicha Capilla de
Nuestra Señora donde estaba este testigo y el dicho cura y Clemente García,
Sacristán de la dicha Iglesia de el Señor San Antonio y fuera de la reja,
grande multitud de hombres y mujeres que estaban mirando el dicho Milagro, y
ansí este testigo lo pedía al presente Escribano se lo diera por
testimonio, y en este medio este testigo volvió la cara a la Imagen que estaba
en el altar de la dicha Capilla que es de la advocación de Nuestra Señora de la
Concepción y vido el rostro y cara llena de gotas de agua en abundancia, y dijo
a voces: ¡Padre y Escribano! mira mayor Milagro que la imagen suda! y ansí; en
este punto la gente como crecía habrió la puerta de la reja y entraron todos
Alcaldes y Francisco Lázaro, Escribano y los Gobernadores de los Marqueses y
todo el pueblo acudió a ver una cosa tan milagrosa y ansí estuvieron dando
gracias y alabanzas a Nuestra Señora de la Concepción por tanta merced; hasta
que se quitó el sudor del rostro, y la gente para tomar de el aceite, tomaron
la Lámpara y duró el dicho rostro de la dicha Imagen, una hora grandes, y esto
sabe, y es verdad; por el juramento fecho y que es de edad de más de cuarenta
años y firmo. Ginés Perez de Monzón. Ante mí, Jorge de Escobar.
CUARTA DECLARACIÓN:
En la Villa de Mazarrón, a
diez y ocho días de el mes de Noviembre de mil quinientos ochenta y cinco años
para averiguación de lo ansí dicho, tomó e recibió en forma de derecho
juramento, de Clemente García, vecino de esta Villa, Sacristán de la Iglesia
de San Antonio y habiéndolo fecho y sido preguntado por el caso dijo, que
lo que pasó es que en dicho día diez y siete de este presente mes de Noviembre
de este presente año de mil quinientos ochenta y cinco, al parecer de este
testigo, porque en esta villa no hay Reloj, poco más de medio día, estando en
casa Jorge de Escobar, Escribano, estando tratando de la Merced que Nuestro
Señor Jesucristo había fecho aquesta noche pasada en librar de las manos de los
Moros que tan cerca de allí habían llegado sin ser sentidos, oyó tañer la
campana de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y fue luego allí a ver
lo que era y halló ciertas mujeres y algunos hombres arrimados a la reja de la
capilla de dicha Iglesia y la puerta cerrada con la llave, diciendo que se había
encendido la lámpara sin que nadie le pusiere lumbre, y que se salía el aceite
por encima, y este testigo miró por la reja y vido como la dicha lámpara estaba
encendida y que caían gotas de aceite en el plato que estaba abajo de la dicha
lámpara; y en esto llegó el Padre Ginés de Sifuentes y habiendo el Mayordomo de
la dicha casa y Iglesia que es Ginés Perez de Monzón, abierto la puerta de la
reja, y entraron este testigo y el dicho cura Ginés de Sifuentes, Clérigo; y
estuvieron mirando la lámpara como salió abundancia de aceite y caía en el
dicho plato de abajo y estando mirándola llegó el presente Escribano y ansí el
dicho Cura le mandó abrir la reja y entró dentro; y con él, el dicho Ginés de
Sifuentes y este testigo mirando la lámpara para que dicho Escribano diera fe
de lo que veía, y este testigo se allegó hacia el Altar y vido la imagen de
Nuestra Señora Santa María de la Advocación de la Concepción y le parecía estar
el rostro enjuto y volvió a la Lámpara donde estaban los dos el dicho
Cura y el presente Escribano y estando todavía mirando como caía el aceite de
la Lámpara en el Plato este testigo corrió a mirar la Imagen y le pareció que
el dicho rostro resplandecía alguna cosa más que de primero, y visto esto se
tornó a llegar hacia el altar y miró de propósito, y vido que la dicha Imagen
tenía en la frente, sobre los ojos ciertas gotas de agua, y cuando él estuvo
satisfecho de ello, bolvió a la Lámpara donde estaban dichos Escribanos y Cura
mirando y asió de la capa a el presente Escribano y le dijo: Venga y verá las
gotas de agua que la Imagen de Nuestra Señora tiene en la frente; y ansí,
fueron todos tres y se arrimaron a el altar, y estándola mirando en la mejilla
derecha se hizo otra gota de agua más gruesa que las demás, y otra en el lagrimal
de el dicho lado y ojo derecho y algo más grande y más colgada hacia abajo, y
por diversas partes del ojo de la dicha imagen había muchas gotas de el dicho
sudor, y algunas de dichas gotas había sobre el pecho de la dicha Imagen, y
vido este dicho Padre Gines de Sifuentes Clérigo, quitó muchas veces de aquel
agua y untaba con ella a diversas gentes que allí estaban, y todavía el rostro
de la dicha Imagen estaba mojado como antes, y después acudió gran número de
gentes y entre ellos el Padre Bartolomé de la Parra, Cura de San Andrés, el que
hizo muchas experiencias en la Lámpara y agua que la dicha Imagen tenía en el
rostro y ver si era verdaderamente como parecía y limpió a la Imagen el rostro
y estregó con unos corporales y poniéndose en su cara él de aquel agua y
habiéndose publicado ser ansí milagro, a muchas gentes se les dio el aceite de
la dicha Lámpara y antes que se acabare de repartir se ordenó una solemne
procesión donde se juntó gran número de gente y todas las Cofradías, y mucha
gente con sus armas y se hizo una procesión muy solemne y se fue a todas las
Iglesias cantando el “Tedeum laudamus” agradeciendo a Dios las mercedes
recibidas, y con esta solemnidad volvieron a la Iglesia de Nuestra Señora de la
Concepción, y acabada la procesión se acabó de repartir todo el aceite de la
Lámpara, de el cual llevaban a gota de aceite y pañicos mojados y se ordenó a
otro día, siguiente, se dijere una Misa de Nuestra Señora y se dijo y aquella
noche siguiente ya muy de noche este testigo oyó tañer otra vez la campana de
la dicha Iglesia y fue alla a ver lo que era y halló que había en la dicha
Iglesia gran número de mujeres velando y tenían mucha cantidad de velas
encendidas, y este testigo le dijo a la Hospitalera, que para que tañía, que
alborotaba al Pueblo y ansí, le dijo que no tañese más, y esto sabe y es la
verdad por el juramento fecho porque lo vido y pasó en su presencia; y que es
de edad de treinta años poco más o menos y fírmolo. Clemente García. Ante mí,
Jorge de Escobar.
(continuará)
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